martes, 1 de septiembre de 2020

Desordenados

Los hechos demuestran que el ser humano no nace con un carácter agresivo, sino con un sistema muy organizado de tendencias hacia el crecimiento y el desarrollo en un ambiente de comprensión y cooperación. Hay pruebas de que las tendencias humanas básicas están dirigidas hacia el desarrollo a través de la capacidad para relacionarse con los demás de manera cada vez más amplia y creativa, haciendo más fácil la supervivencia.


Cuando estas tendencias básicas de comportamiento se frustran, los seres humanos tienden hacia el desorden y a convertirse en las víctimas de los otros humanos igualmente afectados por estos desajustes.

La salud es la capacidad para amar, para trabajar, para jugar y para usar la propia inteligencia como una herramienta de precisión. Los humanos han nacido para vivir, como si vivir y amar fueran una misma cosa.

Para amar hay que aprender a amar y sólo se aprende a hacerlo cuando se es amado.

El afecto es una necesidad fundamental. Es la necesidad que nos hace humanos. De ahí que una persona que no haya sido así humanizada durante los seis primeros años de su vida padezca un proceso de deshumanización que le lleva a comportamientos destructivos, aprendidos en un intento desordenado y equivocado de adaptarse a un mundo también desordenado y provocador de tensiones. 

De estos desórdenes surgen toda la agresividad y los enfrentamientos violentos, tanto a escala individual como colectiva.

Muchos profetas apasionados han predicado largamente las virtudes del amor, pero pocos han señalado por sí mismos el camino. El significado de una palabra radica en los actos en que se manifiesta; al amor se le ha atribuido una significación ritual, pero casi nunca ha expresado su significado real como compromiso en el sentido de algo que se practica, de algo que es parte de nuestro comportamiento diario. 

Recordemos siempre que la humanidad no es algo que se hereda, sino que nuestra verdadera herencia reside en nuestra capacidad para hacernos y rehacernos a nosotros mismos.

Que no somos criaturas, sino creadores de nuestro destino.


El Recato


Por un lado la  honestidad proviene del término latino honestĭtas. Que, básicamente, es la cualidad del honesto.

Por lo tanto, la palabra hace referencia a aquel que es decente, decoroso, recatado, pudoroso, razonable, justo, recto y/u honrado.

Mientras que por otro lado la sinceridad es el modo de expresarse sin mentiras, ni fingimientos. El término está asociado esencialmente a la verdad y la sencillez. En este sentido, la sinceridad supone la concordancia entre aquello que afirmamos o hacemos con lo que se sabe, se siente o se piensa.

Son términos diferentes, con conceptos distintos que por su estrecha relación tienden a confundirse entre sí.

Términos no equivalentes
Aunque muchas veces sean empleadas como sinónimos, esto no significa que ambas términos sean equivalentes.
Por el contrario, una es fruto de la otra, la honestidad engloba, por así decirlo, a la sinceridad.
Si hablamos de sinceridad no nos referimos exactamente a la honestidad. Por consiguiente son palabras que no deben usarse como sinónimos.

Hablar de sinceridad no significa hablar de honestidad
Es cierto que ser sincero es decir lo que se piensa y lo que se siente. No obstante no necesariamente una persona sincera es un ser honesto y viceversa.

A veces lo que decimos puede ser absolutamente cierto y completamente sincero. Sin embargo, si lo que se  dice es incorrecto o no tiene relación con el respeto, no es honestidad. Puesto que, a pesar de que  sea verdad eso no significa que tenga honor o sea correcto.

 Se puede estar diciendo una verdad, es decir, no estar ocultando o alterando la información. No obstante para que sea honesto debe haber honor.


Valorar Lo Que Tienes


Valorar lo que tienes no es sencillo en un mundo donde parece que siempre debes buscar
más. La mayoría está enfocada en todo lo que no tiene: cosas materiales, relaciones interpersonales hasta la belleza ideal… 

Esperamos grandes cosas y nos fascinan los milagros, pero olvidamos que nuestra vida ya nos ofrece pequeños regalos que otros desearían. Creo que hay más gente preocupada por contar todas las cosas que le faltan que por saborear lo que la vida les da. ¿Y tú?, ¿has aprendido a valorar lo que tienes o vas esperando momentos e ideales?

Descubre los tesoros de tu vida
¿A qué cosas prestas atención en tu vida? Muchos se concentran y añoran objetos materiales que parecen brillantes en la distancia pero que una vez que los tienen no aportan nada.

Valorar lo que tienes significa aprender a ver aquellos pequeños momentos que no podrías comprar ni con un diamante. Estoy seguro de que si prestas un poco de atención descubrirás muchos de estos tesoros. Los más básicos para mí son:

Un hogar donde dormir cada noche
Alimentos
Salud
Ropa
Amigos, amor y familia

Quizás te parezca que son cosas básicas y que no hay nada que valorar en ello. Piénsalo otra vez: ¿cuánta gente hay en el mundo que no tiene todo esto? Valorar lo que tienes no es solo agradecer que tengas cosas materiales…

Me sorprende cómo algunas personas se quejan todo el tiempo de las cosas triviales. Hacen un drama por tener que esperar en la fila del banco y se enojan cuando pierden el autobús. Seamos sinceros, algunas veces olvidamos valorar lo que tenemos por enfocarnos en circunstancias sin importancia.

Son situaciones que llegan a parecer más graves por el tiempo que les destinas en tu mente, que por los resultados reales. Darle tanta atención a estas experiencias te aleja de lo que sí es importante. ¿Has pensado que enojarte por tener que esperar 20 minutos en la fila del banco te da la oportunidad de pasar ese tiempo con tu hijo?

Cambiar el chip y ver las cosas desde otra perspectiva hace que la vida sea más llevadera. Desde luego que a nadie le gusta llegar tarde al trabajo por haber perdido el autobús, pero estoy seguro que puedes sacar algo bueno de ello. La diferencia radica en lo dispuesto que estés a ver lo positivo de cada circunstancia en lugar de lo negativo.

¿Y si no tuvieras tu vida?
Es común escuchar que solo valoramos lo que tenemos cuando lo hemos perdido. Suena muy fácil de entender, ¿no? ¿Qué pasaría si de verdad perdieses todo lo que tienes? Por un momento cierra los ojos e imagina que toda tu vida cambia por completo. De pronto te quedas sin casa, te es imposible conseguir alimentos y no tienes a nadie en tu vida.


Sin dudas es un panorama desalentador, pero recuerda que hay mucha gente en el mundo que vive bajo estas circunstancias. Valorar lo que tienes no es algo superfluo. En realidad es un acto revolucionario en el mundo tan materialista en el que vivimos. 

Pero justo es esta forma de ver la vida la que te puede ayudar a ser más feliz.


El Ser Realista


Ser Realista es ver la vida desde una perspectiva distinta, observar lo que acontece a mi alrededor con una visión optimista, positiva, darle solución real a los problemas que existen en nuestro interior y en nuestro entorno y además, ¿en dónde está escrito que la realidad debe verse como algo negativo?

Considero que entre tantas cosas que pasan en la vida, el analizar todo buscando dar un mensaje positivo es solo una parte de lo que quiero transmitirles, es mejorar nuestra forma de vida para hacerla más accesible es llenar los vacíos con un mensaje en el que nos demos cuenta de que en este trance tenemos una misión.

La Realidad está determinada por las cosas que cada uno de nosotros vivimos, a lo largo de cien entradas les he expuesto muchas ideas de diversos temas, desde finanzas hasta metafísica, sin embargo hasta hace unos días he encontrado la esencia de lo que quiero transmitirles, quienes me han seguido en este tiempo prácticamente ya me conocen.

En esta nueva etapa estoy dispuesto a mostrarles la faceta esencial de este blog que es ayudar a llevar una vida que nos lleve tanto a ustedes como a mí a la plenitud del ser, analizando la realidad de las cosas desde mi perspectiva.

Podrá ser que no siempre esté en lo correcto, pero eso es precisamente lo que pretendo, retroalimentarme de sus experiencias, para alcanzar eso mismo que quiero ofrecerles, el camino a la plenitud o felicidad con base a lo que hemos vivido.

Ser Realista no quiere decir empaparme de las noticias y preguntarles qué es lo que piensan, de hecho hace meses que no veo un noticiario completo, ser Realista, es contarles mi experiencia de las cosas que vive una persona, ver la forma de obtener conocimientos de esas experiencias y acumularlas para seguir adelante.

Busco obtener lo mejor de las cosas y hacer un trabajo de crecimiento que me permita madurar, crecer y ser mejor cada día en las cosas que hago, este proceso es lento y complicado, pero creo que puede ayudar a mucha gente encontrando similitudes en las experiencias vividas y en los consejos que aquí irán encontrando.

Este no es un artículo introductorio ni aclarativo, es la forma en la que defino el ámbito de aplicación del blog, voy a hacer de mi experiencia de vida, de mis sensaciones y de mi apreciación del mundo un aspecto de temática que sirva para encontrar ese camino a las cosas que determinan las decisiones que se han de tomar en la vida.

 Dicen que todo proceso de análisis implica llegar a una reflexión, cuando a partir de esta reflexión logras una evolución, es en ese momento en el que tienes que enfocarte en aplicarla a tu vida de una forma Realista.


El Querer Ser


En una ocasión escuché a alguien decir: “cuando dejas de soñar pierdes vida”. Y es verdad, porque los sueños son como una llama viva en nuestro interior que nos anima y nos mueve. Los sueños tienen la capacidad de generar en nosotros emociones positivas, como la ilusión, el entusiasmo, el propósito o el sentido; y esta es la razón por la que son una fuente de felicidad en nuestra vida.

La diferencia entre las metas y los sueños es que estos últimos tienen un mayor componente emocional y significado para nosotros. Puedo tener la meta de conseguir una determinada cualificación profesional o el sueño de hacer un determinado tipo de trabajo o llevar un determinado tipo de vida. Un estudiante de arte dramático tiene la meta de terminar sus estudios y el sueño de convertirse en actor y de vivir la vida que viven los actores. 

Un estudiante de ingeniería puede tener la meta de terminar sus estudios universitarios y el sueño de llegar a dirigir la empresa más importante de su sector o de ser el responsable de importantes proyectos.

Desde el punto de vista de felicidad y emociones positivas, las metas nos suelen dar felicidad cuando las conseguimos, sin embargo, los sueños nos dan felicidad a lo largo de todo el camino. Esta es la razón por la que los soñadores suelen ser gente feliz, y por la que tener sueños es una muy buena prescripción de cara a nuestra felicidad de vida.

Sin embargo, lo que en muchas ocasiones ocurre, es que a medida que vamos avanzando en nuestra vida y cumpliendo o abandonando los sueños que teníamos en la juventud, nos vamos quedando sin sueños, y con ello perdemos una fuente de felicidad y también una fuente de vida.

Los sueños no son más que algo que deseamos ver materializado en nuestra vida, o en la vida de los demás, o incluso en el mundo, y como tal los podemos tener a cualquier edad, de hecho, yo creo que los sueños de la edad adulta son mucho más potentes que los de la juventud, porque son sueños más maduros y con un mayor significado. La clave está en mirar nuestra vida y el mundo y ver cómo nos gustaría que fuera. La otra clave es convertir el sueño en acción, comenzar a caminar para materializarlo por medio de acciones, mayores o menores, pero acciones, porque un sueño sin acción no es un sueño, es una ensoñación.

¿Qué te gustaría ver materializado? ¿Una nueva casa, tocar la guitarra, un determinado puesto profesional, una cantidad de dinero que te permita sentir seguro o mandar a tus hijos a estudiar a las mejores universidades del mundo, una sociedad más solidaria, una atmósfera más limpia…? Vamos, ¿cuáles son tus sueños?


Permítete soñar y comprométete con tus sueños, conviértelos en metas y ponte en camino. Esto llenará tu vida de ilusión y entusiasmo. 

No permitas que las limitaciones que se ponen otros te limiten a ti.

La Capacidad De Servir


Víctor Frankl, afirma que: “la puerta de la felicidad se abre hacia fuera, cuando más se quiere abrir hacia adentro, más se cierra”.

Hoy en día, el servir a los demás,  no se entiende como la predisposición que se tiene de ayudar a nuestro prójimo sino se le da un significado más  de servilismo, por lo tanto no es un modo de actuación que se prodigue con asiduidad.

El servicio, actitud del espíritu para ayudar ante cualquier necesidad que puedan tener  los demás, nos facilita salir de nuestro estado de comodidad, de pasividad, donde nos encontramos, abriéndonos a un mundo rico en experiencias donde podemos sacar lo mejor de nosotros mismos y a su vez enriquecernos con los demás.

Es un estado interno que nos predispone a estar pendientes de las necesidades ajenas;  el cual nos lleva a aprender a ser humildes; sin esta virtud es difícil no creerse la ayuda que se da. Se desarrolla el amor hacia los demás, aprendemos a renunciar a nuestro tiempo, a nuestras necesidades, nos ayuda a comprender al prójimo por lo que nos resulta más fácil perdonar. El ponernos al servicio de los demás, nos engrandece como personas, nos hace mejores, dándole un pleno sentido a la vida. Siendo una de las primeras consecuencias de esta predisposición la alegría interna que sentimos.

Los tiempos actuales, nos hacen vivir con rapidez, estresados, pensando en todo lo que tenemos que hacer a lo largo del día, encerrándonos en nuestro pequeño mundo que no nos deja ver más allá de nuestras necesidades y deseos, sin poder ver lo que sucede a nuestro alrededor y sin voluntad de hacerlo. Viviendo hacia dentro nos hace más egoístas; cediendo el paso, en ocasiones, a estados de soledad, de tristeza, incluso de depresión.

Cuando se tiene orgullo, vanidad, egoísmo…es difícil ponerse en la piel del otro;  sentimos que nos estamos rebajando ante la posibilidad de ayuda que se nos pueda presentar. Cuando nos asaltan pensamientos de rechazo tales como: “¿cómo voy yo a prestarle mi servicio si es a mí a quien debería servir?”. Preguntarse: ¿qué saco yo de todo esto? ¿Qué me das a cambio? Muestra la inferioridad moral que tenemos, aún por superar, porque puede cerrar toda posibilidad de una buena y sana relación, que albergaría situaciones para ponernos al servicio desinteresado y a su vez, gratificante con los demás. Esta actitud nos encierra más en la materia dejando el espíritu sin opción de manifestarse, dando la posibilidad de ir endureciendo poco a poco el corazón.

 Malgastar las ocasiones de servicio que te ofrece la vida, es perder oportunidades de crecer interiormente, de ir pasito a pasito, consiguiendo que vaya germinando el amor que tenemos todos en el fondo del corazón, desarrollando sentimientos sinceros y momentos de alegría que nos ayuda a transitar el camino que hacemos con el envoltorio carnal. Teresa de Calcuta decía: “El que no vive para servir, no sirve para vivir.”

Valor Del Esfuerzo


Nada regalan en la vida, la suerte no existe, solo el esfuerzo y el trabajo. Así es, o así debería ser siempre. Nuestra sociedad nos ha creado el falso sueño de que saliendo en los medios de comunicación, inventando un personaje o una estrategia, podemos ser ricos y famosos en un momento. 

Con todo eso, lamentablemente hemos perdido el valor del esfuerzo, ya no creemos en él.
Pensamos que ganarse la vida con esfuerzo día a día es una estupidez, y soñamos con una lotería basada en la mentira, en el engaño o en la falta de respeto hacia nosotros mismos o hacia los demás. Muchos quieren ese minuto de gloria que les haga conseguirlo todo en un momento, conseguir cosas materiales… 

Queremos todo a corto plazo porque lo saboreamos más rápido, pero bien es cierto que los grandes éxitos se van cultivando con el paso del tiempo.

“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total, es una victoria completa”.
-Mahatma Gandhi-

Los grandes hombres y las grandes mujeres son aquellos que se esfuerzan sin descanso. Son los que pasan su vida encerrados en un laboratorio buscando un descubrimiento que ayude a la humanidad. 

Esos panaderos que se levantan antes que el sol para ofrecernos “el pan nuestro de cada día”. O esos médicos que deciden cruzar fronteras para ayudar a los demás.

Esos reporteros que arriesgan su vida para ofrecer testimonio de lo que ocurre al otro lado del mundo; los profesores que dedican su vida al estudio y ofrecen sus conocimientos a los demás; esas mamás que cada día hacen de enfermera, de psicóloga o de amiga con sus hijos. Todas esas personas que se levantan cada día dando gracias por tener un trabajo y ganarse el pan “con el sudor de su frente”. Esos son los grandes hombres y mujeres.

El valor del esfuerzo en la formación de una persona es esencial. Al enseñarlo, se transmiten además otros valores primordiales como la fortaleza, la paciencia, la tolerancia o la generosidad. Y se elimina la idea equivocada, de que todo llega sin hacer nada.

Rasgar El Alma


El poder de la palabra es tremendo. Aunque muchas personas digan que una imagen puede valer más, y en ciertos casos es verdad, no hay que olvidar que cuanto sale de nuestra boca tiene un valor. Así, lo más pequeño e insignificante puede hacer un gran daño, dependiendo cuáles sean las circunstancias de la comunicación.

En numerosas ocasiones se oye el célebre dicho de que “una imagen vale más que mil palabras”. Sin embargo, una palabra puede contener en sí misma un poder enorme y, acompañado de más palabras, puede llegar a ser incluso demoledora.
“Como flores hermosas, con color, pero sin aroma, son las dulces palabras para el que no obra de acuerdo con ellas.”
-Buda-

Vamos a ver cómo se puede utilizar el poder de la palabra para que se ponga de nuestro lado, para hacer daño o simplemente conseguir algo de nuestro interlocutor, aunque sea hacerle feliz.

La fuerza de las palabras es tal, que no son necesarias demasiadas para causar una profunda alegría o una honda tristeza. Muchas veces basta una frase que valide una emoción que sentimos o un párrafo corto que ataque nuestro punto más débil.

¿Quién no tiene un amigo tóxico o manipulador que sabe cómo usar la palabra para sacar de nosotros cuanto quiere, aunque nosotros no lo deseemos? ¿A quién no le han dicho nunca palabras llenas de ira, resentimiento, dolor, rechazo o tristeza?

Nos guste o no, la palabra es la forma más usada por los humanos para el acto de la comunicación. 

Además, es un intercambio que deja huella. ¿Quién de nosotros no recuerda alguna de esas frases que le ha causado un gran dolor o le ha alegrado el día?

No obstante, no solo el poder de la palabra es grande cuando pretende herir. También sirve para describir sentimientos como el placer, la bondad, el amor o el agradecimiento. De hecho, hemos sido capaces de crear algunas de las palabras más bonitas del mundo para hablar de aquello que nos agrada: belleza, amistad, solidaridad o los encantos que nos rodean.

¿Qué sería del amor sin la palabra? ¿Hay algo más bello que decirle a la persona a la que quieres todo cuanto sientes por ella, y que sepa lo mucho que significa en tu vida?

Es evidente que el poder de la palabra es enorme para hablar con otras personas de todo cuanto es bueno y bello en nuestra vida, este es probablemente uno de los mejores usos que tiene.

“Las palabras son como monedas, que una vale por muchas como muchas no valen por una.”
Francisco de Quevedo

La palabra tiene un enorme poder. La palabra puede ser fuente de belleza, de poesía, de creación, de amor, de vida, de alimento para el alma, de positivismo… Pero, como todo en este mundo, hay un lado oscuro que la retuerce y la oprime, la grita y la estrangula.

Por desgracia, cada día parecen haber más voces que intentan que su mensaje quede por encima del resto, elevando el tono o la gravedad de las acciones con las que intentan respaldarlo. Atacando a los demás, pensando que la validez de su mensaje les confiere el resguardo moral necesario para sesgar las vidas de quienes se oponen o permanecen indiferentes al mismo.


La responsabilidad con la que ejerzamos y disfrutemos del poder de la palabra es nuestra. 

Utilizarla para crear construir, compartir, acariciar o abrazar en vez de para agredir, atacar o destruir, en el fondo, es nuestra decisión. Tanto practicarlo como censurarlo.


Todo Cambia

Entendiendo el concepto trabajo como el ejercicio de una función que conlleva realización, porque te permite ofrecer algo de valor y utilidad a los demás (ya sea manual o intelectual), y también disfrute y crecimiento personal mientras lo realizas. Desde esa perspectiva, ¡espero que no nos falte nunca! La humanidad siempre necesitará seguir creando, inventando, mejorando, buscando, creciendo… Aportando precisamente a todo ello el factor de humanización, que cada vez vamos a necesitar y reclamar más.


Ahora, si trabajo es igual a sufrimiento y esfuerzo baldío (sin conexión emocional ni realización personal), espero que llegue un día en que nadie tenga que trabajar de esa manera, y que de esas funciones se encargue la máquina. El reto está en cómo ayudar -desde ya- a esa gran cantidad de personas que hoy día sufren trabajando (y diría que por desgracia aún es la mayoría) para que puedan pasar al otro estadio laboral –encontrando ahí hueco para todos, otro reto- y delegar  las tareas pesadas, repetitivas, aburridas, extremadamente complicadas, sistémicas, abusivas etc. a la IA [Inteligencia Artificial] y robótica.

 ¿Hacia dónde se encamina el mundo laboral? ¿Puede explicar 3 tendencias básicas y qué implican respecto a etapas anteriores?

Hay tres tendencias fuertes en el entorno laboral que están cambiando todo, como consecuencia de la revolución digital, como son la hiperconectividad (se destruyeron definitivamente las barreras geográficas), la tercera ola de trabajo virtual (que implica movilidad, políticas de flexibilidad máximas en las empresas, teletrabajo, nuevas formas de organización como la holocracia, etc.) y la demografía (el "poder" económico pasa de las sociedades envejecidas -como la europea- a los países demográficamente más jóvenes).


La parte más positiva del Futuro del Trabajo es que nos estamos moviendo hacia un modelo digitalizado, sí, pero sobre todo humanizado. Las empresas que podrán asegurarse un futuro serán aquellas que:

Implementen con agilidad las últimas tecnologías y tendencias laborales.
Cambien su modelo organizativo (su manera de trabajar) para convertirse en compañías ágiles, jerárquicas, transversales, etc.
Pongan a la Persona (customer, employee…) en el centro de su modelo de negocio.

La parte más fácil: ¿qué profesiones no tienen futuro?

Ya sabemos el famoso dato del estudio la Universidad de Oxford, según el cual el 47% de los trabajos actuales están en riesgo de desaparecer. Pero es que los que no desaparezcan del todo sufrirán una transformación seguro el 90% de los mismos, así que se podría decir que no hay ninguna profesión que vaya a mantenerse igual en el tiempo. Ya hay muchas evidencias de profesiones que serán sustituidas por los avances tecnológicos, como los conductores de vehículos (taxis, camiones…) y, por extensión, quienes viven de enseñar a conducir  (autoescuelas, examinadores…), profesores de idiomas, documentalistas, cajeros y personal de cara al público (banca, tienda, gasolineras, supermercados…), secretarios, personal de call centers, mano de obra industrial…

 La más difícil: ¿qué actividades tendrán salida laboral en los próximos años?

Fusión de carreras
Resolución de problemas
Reequipamiento.

 Un ejemplo de las profesiones que integran el primer grupo es la mezcla de trabajo en la salud humana y el medio ambiente, que ha dado lugar al campo de la enfermería de salud ambiental (tratamiento de los pacientes expuestos a toxinas).

El segundo grupo es solucionar nuevos problemas que antes no existían, como por ejemplo la aparición del Chief experience officer, encargado de supervisar una gran variedad de funciones, desde el marketing a las ventas, pasando por recursos humanos.

El tercer ejemplo son profesiones nuevas directamente nacidas de la tecnología, como el Energy harvester: responsable de canalizar la energía generada por el sistema de personas y tecnología.

¿Qué competencias (conocimientos, habilidades y actitudes) requerirán los nuevos empleos, si se puede generalizar?

Básicamente, ser un profesional, una persona, adaptada al siglo XXI. Pensar y actuar acorde a los tiempos que nos ha tocado vivir, ¡que son digitales! Esta es una época cambiante, líquida y emocionante, en la que todo es posible para quien se alíe con el conocimiento y las nuevas tecnologías. Una era hiperconectada -y, por lo tanto, también muy desconcertante, caótica y competitiva- que a la vez es rica, generosa, creativa y divertida. Por ello entre otras habilidades hay que desarrollar todo lo que rodea  lo co-: cooperar, cocrear, cowork, colaboración… Hay que saber llevar las relaciones profesionales, el networking, las colaboraciones, a otro nivel, más humanizado.

Y ser personas creativas, inquietas, en continuo aprendizaje.
 


Lo Que Somos


Nuestras vivencias componen aquello en lo que nos hemos convertido. Todos nuestros recuerdos y nuestras experiencias llenan nuestra historia personal y forman nuestro recorrido. Somos la historia de nuestros recuerdos.

Así que cada cosa que hemos experimentado, forma parte de todo nuestro proceso de evolución sobre esta tierra. Porque somos lo que hemos vivido. Cada circunstancia nos ha hecho más fuertes o más débiles, más sensibles o más duros, más alegres o más tristes, más impulsivos o más conscientes, más desconfiados o más creyentes, más sabios… más humanos. 

Y a la final, somos un producto de nuestras decisiones.

Y así como nuestro camino ha dejado huellas, también nuestros sentimientos de cómo percibimos el mundo, van formando otras que quedarán impresas en el alma. Aquí es cuando la subconsciencia imprime de emociones nuestra psique y nos convertimos en seres “sintientes”.

Somos el puente de conexión entre lo que sucede alrededor de nosotros y lo que sucede internamente en nuestra Alma. Por lo tanto, siempre estamos conectados absorbiendo la sincronía de ambos universos: el físico y el emocional.

En el mundo físico estamos acostumbrados a acceder a la ayuda necesaria cuando algo no funciona en nuestro cuerpo. Cuando sentimos que algún dolor se manifiesta, buscamos la asistencia de un médico. Para cualquiera de nuestros quebrantos hay soluciones: cremas, ungüentos, terapias, pastillas, cirugías, etc.

En estos momentos cualquier salida nos vale para quitar el dolor físico que nos desconcentra y nos desenfoca de nuestras tareas.

Sin embargo existen otro tipo de dolores que nos cuesta mucho identificar y para los que no tenemos número de emergencia. Son el producto de ciertas huellas en ese camino que llamamos vida y que oprimen el pecho, produciendo un dolor enorme. 

Pero lo que sucede es que no prestamos atención a los procesos del alma, sólo cuando se desbordan causándonos un caos. 

Por lo general vivimos con nuestra atención en lo externo, en lo que nos rodea, en nuestro entorno; dándole poca importancia a todo aquello que pasa en nuestro mundo interno, porque no estamos conscientes de ellos.

Cuando físicamente algo va mal, entonces ahí tomamos conciencia y empezamos a ejercitarnos, a comer sano, dejar de beber, tratamos de eliminar el cigarrillo y de pronto, tomamos las riendas con nuevos hábitos para mantenernos sanos.

Pero cuando el alma llora, no sabemos cómo transformar y manejar el problema para sanarlo. Y no lo sabemos, porque nunca nadie nos ha enseñado que nuestro espíritu también forma parte de nuestro Ser aunque no podamos palparlo como un órgano más.

Al alma hay que respetarla, mimarla, escucharla y acariciarla. Él es el timón que nos guía a través de la intuición cada día de nuestra vida. Él nos dirige, nos habla y nos alerta. Nos guía por el camino que nos conviene andar para nuestro mejor beneficio. Para nuestra mejor evolución. 

Cuando damos por hecho y sin auto engaños, que existe una astilla que nos está punzando hondo, el camino por recorrer se hace con una perspectiva más clara. 

Cuando hacemos del dolor una realidad y lo palpamos, lo lloramos y lo vivimos a conciencia, es en ese instante cuando comenzamos a trascenderlo. Recuerda, el dolor nos hace humildes. Y nos permite mostrarnos vulnerables para sanar desde esa indefensión que atesora el cambio.


Por naturaleza, los seres humanos evadimos el dolor físico y hacemos caso omiso de que este existe. Tratamos de que no se vea, no se oiga, no se sienta y buscamos lo que sea por no experimentarlo.

Y es increíble, porque fisiológicamente, en el cerebro, el hipotálamo genera endorfinas para mitigar el dolor físico haciendo más soportable la sensación, hasta buscar otro tipo de analgésico. 

Pero el alma no genera endorfinas, la endorfina para el Alma, eres tú.


Escuchar Y Aprender


Se deja de aprender en el momento en que discute con la vida.

El acto de escuchar es el acto de aprender.

Uno tiene mucho que aprender de la vida porque la vida es un movimiento de relación, y la relación es acción. Debemos aprender y no acumular conocimientos de ese movimiento que llamamos vida para después, vivir en base a ese conocimiento, lo cual es conformidad. Conformarse implica adaptarse, encajar dentro de un molde, adaptarse a diferentes impresiones, exigencias y presiones de una sociedad particular. La vida significa estar vivo, comprender. Uno debe aprender de la vida, y uno deja de aprender en el momento en que discute con la vida, cuando afronta la vida con el pasado, con su propio condicionamiento como conocimiento.

Así, hay una diferencia entre acumular conocimiento y aprender. Uno debe tener conocimientos, de lo contrario no sabría dónde vive, no recordaría su nombre, etc. Por tanto, en cierto nivel el conocimiento es imprescindible, pero cuando ese conocimiento se utiliza para comprender la vida, que es un movimiento, que es algo vivo, que se mueve, que es dinámico, que cambia a cada momento, cuando uno no puede moverse con la vida, entonces vive en el pasado y trata de comprender esa cosa extraordinaria llamada vida. 

Para comprender la vida tiene que aprender cada minuto y nunca afrontarla como algo aprendido.


domingo, 30 de agosto de 2020

La Percepción

Durante mucho tiempo, filósofos y científicos se han preguntado cómo percibimos la realidad y cómo adquirimos el conocimiento.

En este artículo vamos a hablar de una de las posturas que da respuesta a estas preguntas, el constructivismo. La teoría constructivista nos aporta una visión interesante a la hora de hacer frente al estudio de la psicología.

Antes de hablar del constructivismo per se, tenemos que hacer un repaso de su historia para entender de dónde viene esta postura. Buscando la sencillez en la exposición, vamos a intentar plantearlo siguiendo dos vías diferentes: los antecedentes sobre la adquisición del conocimiento y los antecedentes sobre la percepción de la realidad.

¿Cómo adquirimos el conocimiento?

¿De dónde vienen nuestras ideas y representaciones mentales? Las teorías clásicas que explican esta pregunta se agrupan en dos corrientes: el empirismo y el innatismo

El empirismo parte de la premisa de que todo nuestro conocimiento viene dado por la experiencia. Hasta la idea más pequeña y simple vendría dada por nuestro ambiente, para luego ser captada por nuestro cerebro y aprenderla.

El supuesto de esta posición es que el conocimiento está por completo fuera del sujeto y este pasa a su mente: puede venir de otros o de la realidad misma, que el sujeto copiaría. El empirismo es una teoría muy acorde al sentido común y ha inspirado a corrientes psicológicas, como el conductismo.

El innatismo nace debido a que el empirismo parece insuficiente. Si bien podríamos aceptar que una buena parte del conocimiento lo hemos adquirido del exterior, no es menos cierto que nacemos con ciertas disposiciones, como la de relacionarnos utilizando un lenguaje sofisticado.

Así, el innatismo parte del postulado de que existen conocimientos o programaciones que no son adquiridas a través de la experiencia. Estos conocimientos -o programaciones- serían, por ejemplo, aquellos que son muy necesarios para organizar nuestra experiencia (categorías de espacio, tiempo, número…).

El problema que nos plantea el innatismo es que se queda corto a la hora de explicar cómo surgen esos conocimientos o por qué aparecen en distintos momentos, y sobre todo por qué existen las diferencias individuales. El constructivismo busca solventar este problema, junto con los problemas que también parecen presentar el empirismo.

El constructivismo parte del principio de que la adquisición del conocimiento es el resultado de una interacción continua entre la realidad y el sujeto. El individuo es como un científico intuitivo, recoge datos sobre su realidad y crea interpretaciones sobre su ambiente. Estas interpretaciones nos ayudarían a crear nuestro propio mundo y utilizarlo como base para las siguientes interpretaciones.

Esta ha sido también una de las grandes preguntas, y han surgido multitud de posibles soluciones ante ella. La respuesta más intuitiva y de las primeras que nos muestra la historia es el realismo. Desde esta postura se piensa que nosotros recibimos una copia exacta de la realidad, lo que vemos, oímos y tocamos es exactamente lo que percibimos; y todos los individuos lo perciben igual.

El realismo pronto cayó por su propio peso, muchos filósofos se dieron cuenta que los sentidos no percibían la realidad de forma perfecta. Descartes y Hume incluso llegaron al punto de decir que era posible que no hubiera realidad detrás de los sentidos. Aquí aparece otra de las posibles soluciones, los sentidos nos dan un reflejo impreciso de la realidad. Ya no observamos la realidad directamente, esta premisa dice que lo que vemos es una sombra de la realidad.

Aun así podemos observas algunas deficiencias en esta última explicación. Por ejemplo a pesar de que todos tenemos los mismos sentidos, no todos percibimos lo mismo en la misma situación.

Parece ser que la sombra de la realidad cambia según el individuo que la mire. Aquí es donde el constructivismo nos dice que nuestra percepción no es solo un reflejo, es algo más complejo.

sábado, 29 de agosto de 2020

Detener La Violencia

Todas las expresiones de violencia generan daños en las personas de una u otra manera. La severidad de estos daños dependerá de la magnitud y del tipo de violencia que se cometa (emocional, física, sexual o económica) y de las características de la persona que es violentada. Como ya se ha mencionado, en los casos de violencia familiar los niños, las mujeres, los discapacitados y las personas mayores son los más vulnerables.


Cuando la violencia ocurre durante la infancia, los daños que se generan en la personalidad del niño o de la niña pueden ser para toda la vida. Si el niño no recibió el afecto y el cuidado que necesitaba y en su lugar recibió maltrato emocional o físico lo más probable es que desarrolle una personalidad con baja autoestima, sentimientos de minusvalía, culpabilidad, gran inseguridad y termine por no darle importancia ni valor a sus necesidades afectivas.

Durante su etapa escolar, en el mejor de los casos experimentará bajo rendimiento y aislamiento social y en el peor se refugiará en las drogas, el alcohol o la delincuencia.

Más adelante, en su edad adulta, formará relaciones interpersonales que podrán ser insatisfactorias y conflictivas o podrán llegar a ser claramente destructivas, con altos grados de violencia, porque eso fue lo que aprendió en casa.

Cuando el maltrato es por parte del hombre hacia la mujer, la familia entera se verá afectada. La mujer, además de sentirse devaluada, culpable y temerosa experimentará “estrés emocional” afectando de manera importante su desempeño laboral o su trabajo en el hogar. Difícilmente logrará cuidar adecuadamente a sus hijos y brindarles el amor que ellos necesitan, en el peor de los casos se desquitará con ellos replicando la violencia ejercida por la pareja.

El abuso sexual, también provoca daños importantes en la personalidad del que la padece, además de los sentimientos de minusvalía e inseguridad que ya hemos mencionado, se añaden los trastornos que los psiquiatras catalogan como “estrés postraumático”, es decir, la persona empieza a experimentar un gran temor, culpabilidad, frustración, enojo soledad, desesperanza, miedo intenso y una gran sensación de falta de ayuda y de horror. Este “estrés postraumático” se puede experimentar también cuando el maltrato físico es de grandes magnitudes.

 Por último, habría que señalar que en el maltrato físico y en ocasiones en el abuso sexual, además de ocasionar grandes daños psicológicos en la persona, se provocan lesiones en el cuerpo como llagas, heridas, traumatismos, hematomas, cortaduras, quemaduras, o fracturas. Se puede llegar incluso a la invalidez o al asesinato de la víctima.