sábado, 10 de abril de 2010

Enseñando a Pescar

Sobre la preocupación por enseñar a pescar

Escuchamos en estos días pasados que ye han creado algunos modestos fondos de inversión productiva con el loable propósito de incentivar proyectos provenientes de los sectores que por su condición social se encuentran excluidos del sistema formal por donde se canaliza todo el circuito financiero.

Circuito, que como todos sabemos, es un sitio donde imperan intereses tan poderosos que son capaces de imponer sus condiciones a cualquier gobierno, los dueños de la “mosca” son ambidiestros y golpean con la misma eficacia tanto por la derecha como con la izquierda.

Es más, ocurre con estos llamados operadores financieros, expertos en el arte de la impunidad, que se mueven con gran habilidad, como los boxeadores en el cuadrilátero, se dice incluso que cuando trabajan con la izquierda se tornan imposibles de controlar y vulneran con gran facilidad cualquier guardia que se les ponga por delante.

Pero, volviendo al tema en cuestión, al de estos fondos de ayuda financiera con destino a los sectores que operan al margen de la formalidad imperante, que lógicamente ya nacen con el rotulo impreso que certifica que son fruto de la informalidad y la exclusión sello tercermundista por excelencia, si los hay.

Se dice que lo que se busca es generar oportunidades de trabajo para quienes actualmente, por su condición de excluidos sociales, carecen de los medios que les permitan de alguna manera insertarse en el circuito productivo.

Y es aquí, precisamente, donde reside la esencia de este artículo, “Ser o no ser, esa es la cuestión, nos decía Hamlet, ¿ alguien puede realmente creer ? que podemos combatir la exclusión – que es la fuente y consecuencia a la vez – de todo un sistema,
impuesto como un yugo,. sobre los sectores mas humildes de la sociedad, con medidas que corren el serio riesgo de aumentar aun mas el circuito informal de la economía.

En estos días, alguien, no recuerdo quién, lanzó una pregunta al mundo en procura de una impostergable respuesta: ¿ Alguien sabe ?, ¿ cuantos pobres y marginales se necesitan para mantener a un rico en su opulencia ?

Cuando hablamos de enseñar a pescar, hay que tener muy en cuenta, dónde es que se va a efectuar la pesca, porque si lo que ofrecemos no pasa de un pequeño charco lleno de agua turbia, lo único que sabemos que se podrá extraer, no será mas que unas pocas mojarritas.

Si a esto le agregamos, que con seguridad, el referido charco estará ubicado en un terreno privado, lo más probable es que el propietario del mismo, en cuánto el conjunto de pescadores comiencen a causar algún tipo de molestias, les corra a chumbazos del mismo.





Y claro, como nadie está de acuerdo con recurrir a la violencia, en aras del mantenimiento del orden y las buenas y sanas costumbres que deben imperar en un gobierno que se autodefine de claro enfoque progresista, es que se conmine a los organismos de contralor tributario y la Seguridad Social a inspeccionar y reorientar a estos incorregibles marginales.

Es entonces que se recibirá la esclarecedora visita de los fiscales de turno, los cuales para corregir al infractor, y sobre todo, proteger al sistema, les hará firmar un par de actas, que oficiaran como una partida de defunción anticipada.

Porque este gobierno, entiéndase bien, de una vez por todas, en cuánto a conducta económica se refiere, no dará ninguna señal que pueda siquiera inquietar, a los inversores que con tan buena voluntad se ofrecen a ayudarnos a extraer toda la riqueza que podamos generar por los siglos de los siglos, amén y amén.



Hugo W. Arostegui

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