miércoles, 25 de mayo de 2016

Gulliver, Los Enanitos, Y La Economía de Lilliput


La Historia Jamás Contada

Mejor entonces reconstruyamos la historia que nos han contado, hagamos una bifurcación en el camino y tomemos por la senda que nos lleva a Lilliput, el país en el cual vivimos y nos multiplicamos los enanitos que habitamos este mundo.

Imaginemos que el gigante Gulliver, que apareció en la margen de nuestras costas, exhausto  y profundamente dormido tras su naufragio, en lugar de asustarnos por su descomunal tamaño y pretender asegurarlo con cuerdas y estacas, le hubiésemos rápidamente construido una barcaza de buen tamaño , proporcionado agua y víveres suficientes  como para soportar una larga jornada , metido dentro de ella y botado al mar, para que las mismas corrientes marinas que le han traído, le regresara por donde vino a su lugar de origen, seguramente nos habríamos ahorrado  una historia en la cual nuevamente recurrimos al poder de los gigantes para que nos ayuden a superar las limitaciones de nuestra insignificante pequeñez.

De haber ocurrido estos hechos tal cual lo describimos, seguramente nuestra autoestima  habría crecido a un punto tal, que nos permitiría descubrir, que el verdadero poder reside dentro de nosotros mismos,  que “los liliputienses unidos jamás seremos vencidos”  que estamos muy por encima de los mitos y leyendas que nosotros mismos construimos , que somos los que hacemos historia a través  de las acciones diarias que cada uno de nosotros  somos capaces de realizar en forma individual o mediante el esfuerzo colectivo.

Liliputienses;  preguntémonos: quien nos ha construido las bases de nuestra economía?  Cuando se nos menciona que estamos en crisis financiera, que estamos en quiebra, que habrá que superar esta terrible situación con sangre, sudor y lágrimas, respondámonos, la sangre, el sudor y las lágrimas de quién? Acaso estamos en una guerra fratricida?

Nos han invadido extraterrestres?  Nos han sustraído nuestras riquezas, nos han despojado de nuestro territorio,  les han cortado los brazos a los trabajadores o extraído el cerebro a nuestros intelectuales?
Al respondernos estas interrogantes apreciaremos que las riquezas que hemos generado a través de toda nuestra historia sigue entre nosotros, que la tierra que nos ha parido a todos nos sigue albergando y que contamos con la fuerza, el intelecto y los brazos necesarios para retroalimentar el proceso productivo para que nos genere tanta riqueza como podamos necesitar para cohabitar y disfrutar dignamente de  nuestra vida en sociedad.

Entonces, Liliputienses hermanos, que es lo que haremos? Pienso que en primer lugar debemos decir muy fuerte ¡BASTA!  Llegó la hora de asumir nuestra identidad, todo lo que existe nos pertenece a todos sin excepción no permitamos que otros, tan enanos como lo podamos ser nosotros mismos, manejen a su antojo lo que supimos generar entre todos, somos hijos del mismo Dios, sea éste de la raza o el color que lo veamos o sintamos, quizás digan algunos que no existe fuera de nosotros, o como han declarado los científicos más inminentes de este controvertido siglo de las luces, sea una Partícula Divina, fuese lo que fuese nos ama a todos por igual y desechamos que existan otras diferencias que no sean el fruto de nuestra capacidad, voluntad, esfuerzo y perseverancia en ser cada día un poco mejor del que hemos vivido ayer. 

El capital para la inversión está entre nosotros, escondido detrás de las mamparas que intentan en vano esconder la identidad de los quienes se lo han apropiado, sean estos: monarcas, terratenientes, religiosos que han encerrado a sus dioses en las mazmorras de sus corporaciones, gobernantes o políticos, generalmente mimetizados entre la bruma de la indiferencia y la corrupción o dueños anónimos de poderosas multinacionales, todos ellos deberán rendir cuentas de sus acciones, deberán responder por lo que han hecho y, sobre todo,  por lo que debieron haber hecho y simplemente dejaron de hacer.

Dejemos de lado las promesas incumplidas, los cantos de sirena, mirémonos nuevamente en toda nuestra verdadera dimensión, juntos formamos una fuerza poderosa, no esperemos a gigantes dormidos en nuestras costas, nada hay más gigantesco que nuestra capacidad de crear y transformar  nuestro destino.

Exijamos  al Cesar la responsabilidad de un Cesar,  y pidamos a aquellos que manifiestan vocación de servicio, que emulen a aquel que nos ha dado su vida como ejemplo genuino,  exigiendo a quienes aceptó como sus verdaderos discípulos, que predicasen su palabra con humildad, y, sobre todo, “sin bolsa ni alforja” lejos de los palacios, los resorts, y sin cuentas ocultas en  los “paraísos fiscales”

Hugo W Arostegui


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