viernes, 6 de mayo de 2016

Retrospectiva


Todos los días, por una razón u otra, o mejor dicho, por ninguna razón la mayoría de las veces, me extiendo en comentarios sobre diferentes asuntos que de acuerdo con mi humilde opinión merecen ser considerados y sobre todo, comentados.

Creo, a esta altura de mi vida, que esta condición debe estar firmemente arraigada a una realidad que pasa por las diferentes etapas etarias que he tenido la fortuna de transitar, desde los amores de la juventud a nuestros hijos y de nuestros hijos a la actual condición de abuelos.

Si a todo esto le agregamos una innata inclinación a, de alguna forma, “meter la cuchara” en asuntos relacionados con nuestra condición de humanos, más una actividad intelectual acorde con esta inclinación que mencionamos, utilizando términos bien actuales, diríamos que obtenemos “un combo” lo suficientemente explosivo como para no intentar detenerlo.

En resumen, la cosa es que “soy lo que soy” eso es algo inevitable e irreversible, hace tiempo que he hecho las paces conmigo mismo y ¿saben qué? Para evitar conflictos mayores y por ende no terminar internado en un hospicio, he decidido aceptarme tal cual soy y disfrutar de esta condición contra todo viento y marea.

Eso sí, la intención, “aunque dicen que el camino al infierno está tapizado de buenas intenciones” ha sido y será siempre el aportar lo mejor de mí mismo, “cosa que pienso que no es poca cosa” para intentar extender mis brazos a todos aquellos que de una manera u otra me puedan necesitar y de esta manera, transitar juntos en amor y tolerancia, los intrincados caminos que la vida nos depare.

La premisa ha sido siempre la de estar presente cada vez que alguien se encuentre necesitado de afecto y compañía, mientras el corazón marque el compás de mi presencia puedes tener la certeza de que jamás estarás solo o sola, “vaya uno a saber”


Hugo W. Arostegui

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