jueves, 18 de agosto de 2016

El Ser Displicente


Ocurren cosas en la vida de las personas que pareciera que tienen el poder de marcarles como con  un sello indeleble en una forma tal que su imagen pública pasa a fundirse tal como si fuese una amalgama con sus aptitudes creando un nuevo personaje donde lo único esperable es una total falta de consideración tanto por la tarea que se realiza como para los destinatarios de la misma.

Nos referimos a lo que bien puede definirse como “una plaga social” el mal de displicencia que una vez que logra hospedarse en un individuo  se incorpora a su accionar destruyendo sus proyectos e ilusiones, una condición esencial en toda proyección constructiva.

Esta displicencia puede observarse  en la que se adopta como “una forma o estilo de vida” y comprende a todos sin excepción, lo que constituye un desafío de toda la sociedad encontrar los medios que permitan superar tales tendencias.

La actitud displicente puede observarse, y por lo tanto es corregible,  en el comportamiento  de un individuo y se manifiesta en una primera instancia en sí mismo, en cómo asuma sus responsabilidades, y luego se traslada a su comportamiento social,  generando resistencias y rechazo, un verdadero “circulo vicioso” que se retroalimenta en la mediocridad.

La displicencia se manifiesta tanto en el hogar de un individuo como en el ámbito estudiantil, lugares de trabajo, servicios públicos , relaciones humanas en general, etc. etc.

“Todas las personas en el mundo poseen un potencial humano ilimitado, pero necesitan descubrir sus pasiones personales, están guardadas en algún lugar. Hay gente que desde temprana edad puede identificar las cosas que más le apasionan y todos los días van entrenando en el perfeccionamiento de su trabajo, en esos casos no se cae en la displicencia, porque a pesar de las dificultades, existe la motivación para volverlo a intentar todas las veces que sea necesario.
Nunca dejar tiempo para que la apatía aparezca:
Las personas más proactivas y que logran muchos éxitos han desarrollado la costumbre de no dejar tiempo para que la apatía aparezca, en cuanto sienten un poco de desánimo, inmediatamente se mueven y ocupan su mente de manera positiva. Poseer una agenda llena de tareas agradables es medicina efectiva para evitar la displicencia.”

Hugo W Arostegui


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