domingo, 14 de agosto de 2016

Mal De Muchos…



Nuestros abuelos ya conocían un refrán que solía utilizarse cuando sentían que se intentaba esgrimir en tono de excusa que los que les había pasado ya les había ocurrido a otras tantas personas más, la respuesta era expresada en toda su extensión la cual nos decía: “el mal de muchos es el consuelo de los tontos”

Todo desafío al cual nos enfrentamos en la vida suele estar acompañado de sus consecuentes obstáculos, en caso contrario no revestiría esta condición de “desafío” cuánto mayor es la relevancia de lo que pretendemos conquistar tendremos, en contrapartida, la necesidad de realizar los mayores esfuerzos imaginables para poder coronar con éxito nuestra victoria.

Resulta obvio que como siempre suele acontecer en todos los emprendimientos humanos nos encontremos con competidores que no puedan soportar el esfuerzo requerido y abandonen antes de alcanzar la meta propuesta, quizás, veamos en esta actitud, la de claudicar ante las exigencias, una buena excusa para sumarnos al abandono, pero cuando se presentan estos momentos de flaqueza es cuando deben aflorar nuestras convicciones, recurrir a la autoestima que nos tengamos y demostrar que somos capaces de marcar la diferencia.

“Se puede decir que este refrán está relacionado con la desgracia o consuelo, ya que existen personas que se consuelan con saber que no solo a ellas le pasa una desdicha o infortunio, siendo esta idea absurda ya que los problemas no mejoran porque afectan a todos.

La expresión de esta frase enseña a todos los individuos que por buscar personas que se encuentran en la misma situación de desdicha no es suficiente para solventar el problema, aunque no es menos cierto que pueda sentir consuelo con otros que se encuentren en la misma dificultad, por ejemplo: el alumno que fue expulsado de clase junto con todos sus compañeros, de seguro es un alivio para él que todos recibieron el mismo castigo, pero esto no solventara el problema en el cual está inmerso.
En ocasiones, se usa únicamente la primera parte en un texto, y otras veces la segunda parte, por ejemplo: mal de muchos…, consuelos de tontos… Además, tiene algunas variantes, como “mal de muchos, gozo es”, “mal de muchos, consuela horrores”, “mal de muchos, consuelos de bobos”, entre otros.”

Este resulta ser “el valor agregado” que debemos aportar para poder marcar la diferencia entre lo que se “pretenda ser” y lo que seamos en realidad.

Hugo W Arostegui


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