domingo, 11 de septiembre de 2016

La Cola Contra La Silla


En nuestra etapa de estudiantes solíamos transitar por lo que llamaremos “esto que estoy haciendo ¿para qué me sirve?” es decir, que ante la necesidad de poder atisbar en un horizonte aún lejano la probabilidad de lograr los resultados que aspirábamos alcanzar mediante nuestro esfuerzo y sacrificio, en la un tanto tediosa asistencia diaria a los centros de estudio a los cuales concurríamos.

La necesidad de encontrar una respuesta afirmativa a todas las inquietudes que nos solían inquietar nos llevó a solicitar la opinión de nuestros profesores cada vez en que surgía la oportunidad, 
generalmente durante las charlas informales que periódicamente se organizaban con la presencia de destacados especialistas en área educativa.

Recuerdo una de las respuestas más impactantes que hemos recibido y de la cual todavía permanece en mi mente su invalorable vigencia, la disertación de este especialista mencionado se refería a la importancia de persistir en el esfuerzo y evitar la tentación de caer en una diversidad de atajos que si bien podrían en determinadas circunstancias ofrecernos resultados inmediatos, como conseguir un empleo remunerado , por ejemplo, en realidad nos podrían llevar a dilatar, o lo más grave aún, renunciar a la continuidad de los estudios, alegando falta de tiempo, el haber contraído nuevos compromisos o algunas otras cosas por el estilo.

La respuesta en cuestión fue contundente y nos dijo: “para lograr el éxito en cualquier objetivo que nos propongamos en la vida, los atajos son una quimera, un espejismo como otros tantos que podamos encontrar, nuestra realización estará siempre ligada a que podamos superar el test más importante, el test de la cola contra la silla.”

Esto significaba, nada más y nada menos, que nada podrá sustituir al esfuerzo de pasar largas horas sentados frente a nuestros libros de estudio afirmando los nuevos conocimientos demandados por cualquier especialización que tengamos por delante, debo aclarar que las palabras utilizadas por el disertante fueron crudas y específicas, en lo personal todavía conservo “cierto recato” en mis expresiones y algunas palabras simplemente no las utilizo, lo que se dijo en aquella recordada oportunidad no mencionaba precisamente “a la cola” sino otra expresión un tanto más vulgar, que seguramente se podrá fácilmente imaginar.

Hugo W Arostegui


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