miércoles, 4 de enero de 2017

Queridos Reyes Magos


He podido apreciar la redacción de una carta de un niño muy pequeño dirigida a los tres Reyes Magos, a saber: Melchor, Gaspar y Baltasar, por el motivo de que se me solicito “dar una vichada” a su contenido además de tener que responder algunas preguntas muy precisas, como ser: si todavía tenían tiempo para enviarla, cosa que respondí afirmativamente, y por último, la más difícil de responder, que le dijese el número de casilla de correo de los destinatarios.

Sobre el contenido de la tal solicitud no tuve ninguna observación a realizar pues se trataba de un pedido formulado desde la inocencia de un niño a unos bondadosos Reyes Magos que depositarían en sus zapatos los tan preciados regalos en esa mágica madrugada del viernes seis de enero, sin duda, los destinatarios del tal pedido al realizar en forma conjunta la lectura de tal misiva, no escatimarían esfuerzo alguno en pasar furtivamente mientras el pequeño dormía sumido en su dulce sueño  y dejarle junto a sus zapatitos el regalo solicitado.

Demás estar decir, que hablamos de los preparativos para la noche del cinco de enero, incluyendo dónde y cuánto pastito juntar  como también escoger un recipiente adecuado para llenar con agua suficiente como para calmar la sed de los camellos.

Esto que comento esta mañana tuvo la particularidad de “desplazar de un plumazo” en un abrir y cerrar de ojos, toda la distancia que pudiese haber habido entre los consabidos tiempos de nuestra respectiva niñez, dejando disponible el único espacio admisible, el de dos niños ilusionados en esa “dulce expectativa” que solo culminaría con la apertura de los anhelados presentes.

Confieso de que estuve  tentado de agregar mis zapatos esa noche.

Hugo W Arostegui



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