jueves, 13 de abril de 2017

Distracciones


La distracción puede ser un fenómeno absolutamente mecánico, y puede ser causado por una inhabilidad de prestar atención, una falta de interés en el objeto de la atención, un mayor interés o atracción hacia algo diferente al objeto de la atención o bien por trastornos de la atención.

Cuando hablamos de distracciones, hay que tener claro que existen muchas y en muy diversos campos. No obstante, de manera frecuente de las que más se suele hablar es de las que se llevan a cabo cuando se está al volante de un vehículo. 

Estas pueden originar no sólo la salida de la carretera del coche sino también un choque con otro automóvil, el acometer un atropello o incluso sufrir otro tipo de grave accidente. Situaciones todas ellas que pueden traer consigo desde daños materiales hasta lesiones físicas de gran alcance e incluso la muerte de las personas implicadas.

La distracción, por lo tanto, es algo que atrae la atención de una persona. Cuando alguien se distrae, deja de prestar atención a algo y la deriva hacia el nuevo punto de interés. Hay distracciones buscadas adrede, distracciones inofensivas y distracciones con consecuencias que pueden ser muy peligrosas.

En el primer grupo, podemos mencionar a los juegos o espectáculos que permiten la relajación y el descanso. En este caso, la persona busca, de manera conciente, distraerse para dejar de lado las preocupaciones cotidianas, al menos por un rato. Asistir a una obra de teatro, ver televisión o leer una revista son distracciones habituales.

En el conjunto de las distracciones involuntarias, podemos encontrar distintas acciones que no tienen mayores consecuencias. Lavar dos veces un mismo pantalón, dejar el televisor encendido al salir de la casa o no saber dónde está guardada una camisa son distracciones menores. Otras distracciones, en cambio, pueden resultar riesgosas y hasta fatales, como hablar por teléfono mientras se conduce un coche o dejar solo a un bebé en una bañera con agua.
Las redes sociales, el correo electrónico, el celular, los estímulos publicitarios, la música en distintas partes, los mensajes de texto, la televisión…
¡Estamos sometidos ante cientos o quizás miles de distracciones al día!
No es difícil pensar en que sencillamente muchas personas se distraen de sus metas y objetivos rápidamente. Cómo no distraerse con un mundo que ofrece tantas alternativas y posibilidades.

Cuando una persona quiere triunfar y ser muy exitosa, por lo regular empieza por plantearse un objetivo o una meta.

Luego, si deja que las distracciones la dominen, acabará realizando actividades no acordes con dicho objetivo, y hasta olvidando sus sueños por completo.

Esto es terrible para la vida de las personas, y mucho más lo es, para la humanidad en general. Los grandes éxitos de personas como Albert Einstein, Alan Turing y Thomas Alva Edison, trascendieron a la raza humana y sus legados se aprovechan hoy día tras día.

Tu éxito no se encuentra ajeno a esta situación. Que triunfes en la vida, puede significar en un futuro, el beneficio o perjuicio de muchas personas… Quizás millones.

El principal enemigo del éxito, es la distracción. Distraerse y desconcentrarse causa procrastinación (perder el tiempo, postergar y dilatar actividades).

Y la persona que procrastina, tiene en sus manos las llaves que le abren la puerta al fracaso  total. Es más, parece que en vez de llaves y puertas, tuviesen un teletransportador hacia la mayor miseria.

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