lunes, 2 de enero de 2017
Tiempo De Renovación
Tenemos una canción que en su estribillo nos dice: “año
nuevo vida nueva con salud y prosperidad” cosa que entendemos está muy bien
como una expresión de ánimo y confianza que todos precisamos adoptar en lo que
se entiende es una nueva etapa con sus consecuentes desafíos y oportunidades.
Ahora bien, tengamos en cuenta que renovarse no es dejar de
ser uno mismo ni tampoco se trata de asumir otras identidades en el intento de parecernos
a los que a nuestro entender han tenido mucho más éxito en sus actividades que
lo que pudimos realizar nosotros, tampoco entendemos la renovación como un
ejercicio de imitación, nadie puede sustituirnos, nuestra participación es
única e indelegable, ni nadie debe estar dispuestos a negarse a sí mismo
marginándose de participar con su aporte individual en el quehacer colectivo.
Renovarse tampoco puede entenderse como un medio de sepultar
nuestras acciones pasadas como quien pretende una vida nueva “barriendo debajo
de la alfombra” todo aquello que hace, que sabe que es él y sólo él quien lo
hace y en lugar de llamarse al orden a sí mismo corrigiendo errores y asumiendo
nuevos compromisos consigo mismo prefiere disimular sus flaquezas con el artilugio
del ocultamiento sin darse cuenta que todo aquello que ocultemos debajo de la
alfombra nos puede impedir, y sin duda lo impedirá, levantar sin delatarnos cualquiera
de sus puntas.
Un periódico de izquierda que circulaba en mis tiempos de
estudiante en plena dictadura exhibía en el frente de su portada la siguiente frase
que siempre recordaré y que viene muy en cuenta en este caso:
“La basura que se barre, siempre será basura, aunque por los
aires suba, basura será en el aire.”
Hugo W Arostegui
domingo, 1 de enero de 2017
El Mundo Que Elaboramos
Nuestros contactos
con familiares y amigos nos permiten en algún modo “acortar distancias” y de
esta manera “recargar nuestras pilas afectivas” para reiniciar, luego de esta
pausa, nuestra reinserción en un mundo que no se detiene y que continúa, minuto
a minuto, en su constante tránsito en el que sepultamos el pasado, consumimos
el presente y de no ser un tanto precavidos con nuestras acciones diarias,
hipotecaremos también el futuro.
Así estamos, este es
el mundo que entre todos construimos, somos, como se diría en ámbitos judiciales, partícipes necesarios, nada de lo
que habitualmente sucede, sucedería sin nuestra complicidad ya sea por lo que
hacemos o, lo que sin duda resulta peor, lo que deberíamos hacer y no hacemos,
todo aquello a lo que “le sacamos el cuerpo” y que con un simple “movimiento de
hombros” pareciera que dijéramos “aquí no pasa nada”.
Todo lo que tenemos,
lo que podamos haber encontrado cuando llegamos, representa lo que ha sido
posible realizar entre todos, tanto lo que han podido legarnos quienes ya no
están con nosotros, como todo aquello que con nosotros aportando, o a pesar de
nosotros, cuando “nos escapamos por la tangente” hemos podido realizar como
integrantes de esta comunidad de humanos que en definitiva somos.
Estamos asumiendo la
responsabilidad de ser capaces de “dejar este mundo en el cual vivimos” mucho
mejor “de lo que pudiese haber estado cuando lo encontramos” no nos servirá de nada
intentar eludir responsabilidades culpando a otros por lo que pudiésemos encontrar
que no nos guste, el resentimiento no hace historia, debemos asumir “nuestra cuota
parte” y constituirnos “en hacedores” de una sociedad que sea capaz de cobijar
a nuestros hijos.
Este es el mundo que
entre todos elaboramos.
Hugo W Arostegui
Mi Abuela Rebustiana
En los primeros minutos de este nuevo año, hablando en
comunicación digital con mis queridas hermanas Ana María y Rosario, surgieron
noticias referentes a los demás integrantes de nuestra familia y entre ellas
hablamos del hijo único de mi hermana Rosario, Daniel, un talentoso muchacho al
que veo muy poco, por la distancia que nos separan entre la ciudad de Montevideo,
donde viven ellos y la frontera entre Uruguay y Brasil, la ciudad de Santana Do Livramento, Brasil, donde vivimos nosotros.
Lo que viene al caso es que mi sobrino, Daniel, que ya ha
tenido una muy buena experiencia en Europa, posee ciertas características
físicas y al parecer también intelectuales que le resultan a ojos de su madre, Rosario,
muy similares a las que yo supe tener en mis años mozos.
Es por esta razón y
también por aquello de que “lo que se hereda no se roba” es que recordé a mi
abuela Rebustiana, ella fue quién me cuidó desde mi primera niñez, me proporcionó
su amor incondicional, compartiendo los mejores y más marcantes momentos de los
que tenga memoria.
Es por eso que comparto en forma muy escueta y sencilla esta
historia que seguramente les será de mucha utilidad para quienes no hayan tenido
la oportunidad de conocer.
Cuenta nuestra historia familiar que Isaías Castro, oriundo
de Las Islas Canarias, llegó a lo que es hoy la novena secc. Judicial de Cerro
Largo, por el entorno de finales del siglo XIX relacionándose sentimentalmente
con una indígena arachana llamada Cándida Acosta , fruto de esa unión es que
vino al mundo Rebustiana Castro, mi abuela materna.
En su juventud, nuestra abuela Rebustiana se relacionó con
un hombre de origen vasco navarro cuyo nombre fue Polonio Aristimuño con mucho
renombre en su tiempo por ser una persona
capaz de cruzar a nado el río negro que separaba los márgenes de los
departamentos de Cerro Largo y de Tacuarembó, de esa unión entre Polonio y Rebustiana, (los
que han tenido muchos otros hijos e hijas) es que ha nacido María Esther Aristimuño, nuestra madre.
Lo que pretendo decir, como un legado a las generaciones
futuras es que a través de Isaías Castro, y sobre todo de su compañera, Cándida
Acosta, tenemos un marcado componente indígena que se manifiesta en una innata independencia y en esa rebeldía natural contra todo atisbo de injusticia o
intento de marginación social.
Siempre es muy bueno tener noticias y mejor aun cuando
podemos reconocer el valioso aporte de tantas personas que como nuestra querida
abuela nos han brindado.
Hugo W Arostegui
Alguien Ha Plantado Esta Semilla
Mi herencia genética me dice que desciendo de emigrantes
vascos navarros y vaya uno a saber los por qué conservo algunas características
propias de esta raza, como ser la tenacidad por no dejar las cosas sueltas y
sin hacer, esto es algo que agradezco muchísimo, dentro de tantas cosas
heredadas, y bueno es recordar que todo aquello que se hereda no se roba, suelo
utilizar esta circunstancia, lo heredado, para intentar disimular un poco,
aquello que dice “que de genios y de locos todos tenemos un poco”
De manera que sigamos adelante, mientras encuentre páginas
en blanco voy a intentar “borronearlas” espero que la cordura se imponga a la
“impulsividad” y que lo que pueda exponer en ellas, me refiero a las páginas en
blanco, tenga el sentido que me lleva a expresarme el cual siempre obedece a mi
necesidad “pienso a esta altura que heredada” sobre todo cuando me viene a la
mente mi muy querida tía María Del Carmen, hermana de mi padre la cual solía expresarse
en forma brillante, en fin, sigamos con lo nuestro, decía que en mi caso
particular el impulso a escribir ha estado y pienso que a esta altura, siempre
estará, en esa tan mentada necesidad de comunicarme con todo aquel que siento
que pueda escucharme en algún lugar de este tan globalizado mundo que cada vez
se torna más parecido con aquellos viejos conventillos de nuestra niñez.
Esto es lo que pienso que va a ocurrir, seguiré estudiando
como en mi primer día de clases, consultaré y pediré consejo tanto a mis viejos
amigos habituados al cultivo del pensamiento como a las nuevas generaciones que
aportan ese tan inefable como necesario aire fresco para ventilar viejas y herrumbradas
estructuras que solo permanecen en pie bajo el amparo de las tan vetustas como
obsoletas estructuras que todavía permanecen asidas a su ignorancia.
Continuar eso es lo que haremos, no encuentro otra palabra
que defina mejor nuestras intenciones, continuar, continuar, quizás alguno
pregunte: “hasta cuando” la respuesta
que me viene a la mente será esta: “hasta que no tengamos más cuando”
Hugo W Arostegui
La Vida Continúa
Los términos “hubo una vez” o “hace un tiempo atrás, que solíamos escuchar al comienzo de los
cuentos infantiles o en los relatos de acontecimientos de nuestra historia,
pertenecen a situaciones pasadas “situaciones que ya fueron” es como decir yo he
sido tal o cual cosa o “en mi época no ocurrían estas cosas”, son referencias
al pasado que pueden tener alguna vigencia en nuestras evaluaciones y que sin
lugar a dudas constituyen un bien de gran valor en cuánto a “lecciones de vida”
en algún momento dado.
Sin llegar a desestimar los hechos del pasado que ya son
parte de la historia tanto a lo concerniente a lo que fuimos o hicimos como a
los hechos que por su trascendencia ya han sido rescatados y forman una parte
esencial en nuestra historia colectiva.
Lo que debemos tener bien claro es que nuestra vida se
conjuga en tiempo presente, es aquí, y ahora, con la implicancia de todos
nosotros en los hechos del día a día.
Si hemos tenido la oportunidad de ser considerados valiosos en
los hechos del pasado eso no nos exime de continuar aportando en el tiempo
presente, es más, diría que la experiencia acumulada enriquece nuestra vida y
puede ser un muy valioso instrumento de consulta y de evaluación para todos aquellos
que aún no han tenido ocasiones similares.
Los que estamos vivos podremos visitar los museos para
admirar y valorar lo que constituye “nuestro pasado” pero los museos pertenecen
a “la vida que ya fue” cuyas referencias personales podremos visitar y llevar
flores en los cementerios, cosa que está muy bien que así suceda, pero cuando
comienza un nuevo día deberemos decir “aquí estoy presente” pueden contar
conmigo” nuestra humanidad y su constante evolución así nos lo reclama.
Vale la pena vivir la vida, disfrutar de sus oportunidades
es un deber y un derecho que nos pertenece a todos y a cada uno, vivámosla en
todos sus extremos de punta a punta.
Hugo W Arostegui
Los Granos De Maíz Y Las Gallinas
Cuando éramos pequeños recordamos aquellos momentos en los
cuales alimentábamos a nuestras gallinas para lo cual llenábamos nuestros
pequeños puños con granos de maíz extraídos de una gran bolsa para luego
esparcirlos al voleo delante de ellas.
Resultaba muy interesante el poder observarla actitud de las
gallinas ante lo que para nosotros era una enorme cantidad de granos esparcidos
por todo el lugar donde ellas se alimentaban.
Pues bien, lejos de amilanarse por lo que pareciera una
enorme tarea a realizar, ellas, las gallinas, comenzaban su tarea picoteando,
lenta pero persistentemente, grano por grano y en mucho menos tiempo del que
pudiésemos suponer ingerían todo el alimento sin dejar rastros de los granos
que habíamos esparcido.
Esta observación que
recuerdo nítidamente en mis retinas ha sido una de las primeras grandes
lecciones que he recibido a lo largo de mi vida, es como si ellas me dijeran:
“aunque la tarea pueda parecer a simple vista un tanto abrumadora comenzamos a
comer los granos de maíz uno por uno y de esta manera logramos culminar nuestro
trabajo”.
Eso es lo que aprendí observando a las gallinas, ahora que
me encuentro pleno de proyectos y quizás un tanto abrumado por la enorme tarea
que tengo por delante, me ha venido a la mente esta experiencia, no deja de ser
cierta la complejidad de todo lo que pretendo abarcar, pero tengo en cuenta de
que no tengo que realizar todo a la vez, como la gallina de mis recuerdos,
tomaré una por una, cada cosa que tenga por delante, hasta culminar con todo lo
que encuentre diseminado en el amplio terreno de mi mente.
Hugo W Arostegui
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