lunes, 2 de enero de 2017

Decimos Lo Que Decimos

Cuando decimos lo que decimos somos nosotros quienes nos expresamos, el término “nosotros" que utilizo como referencia, al igual que cuando utilizamos el “decimos” no tiene la intención de considerar que seamos muchos  los que decimos , no estamos comunicando el pensamiento en términos de cantidad ni al mencionar el “nosotros” caemos en la insinuación de pretender representar unanimidades de pensamiento, de manera que al introducir estos términos no estamos asociando  valores de cantidad o de unanimidad en nada que tenga como referencia implícita la capacidad de pensar.

Muchos lectores se preguntarán el por qué se dice lo que se dice, valga la redundancia, y lo que sucede tiene como respuesta obligada el hecho de que nuestro idioma que es tan rico en sus expresiones idiomáticas  nos permite la introducción de diferentes tiempos verbales en el desarrollo de una temática cualquiera.

Es posible que al darle una expresión escrita a los dictados de nuestro pensamiento cometamos una enormidad de faltas gramaticales, bueno es tener en cuenta de que no somos expertos en el lenguaje que utilizamos siendo más que probable que en más de una ocasión al teclear las letras impresas en nuestro notebook intentemos decir algo y lo que nos salga escrito no tenga mucho que ver con lo que en un principio digimos.

Lo que sucede con todo lo que expresamos, es que ocurre con lo que hacemos, lo mismo que sucedería si en lugar del pensamiento, utilizáramos un arma de fuego, cualquier experto en balística podría identificar el arma utilizada y cual es el origen del contenido analizado.

Nuestros escritos contienen nuestra impronta, tienen latente nuestros genes y a nuestro modesto entender contienen en sí mismos nuestra imagen y semejanza, de manera que queda como evidencia lo que expresa un viejo dicho: “para muestra basta un botón”

Hugo W Arostegui


Tiempo De Renovación


Tenemos una canción que en su estribillo nos dice: “año nuevo vida nueva con salud y prosperidad” cosa que entendemos está muy bien como una expresión de ánimo y confianza que todos precisamos adoptar en lo que se entiende es una nueva etapa con sus consecuentes desafíos y oportunidades.

Ahora bien, tengamos en cuenta que renovarse no es dejar de ser uno mismo ni tampoco se trata de asumir otras identidades en el intento de parecernos a los que a nuestro entender han tenido mucho más éxito en sus actividades que lo que pudimos realizar nosotros, tampoco entendemos la renovación como un ejercicio de imitación, nadie puede sustituirnos, nuestra participación es única e indelegable, ni nadie debe estar dispuestos a negarse a sí mismo marginándose de participar con su aporte individual en el quehacer colectivo.

Renovarse tampoco puede entenderse como un medio de sepultar nuestras acciones pasadas como quien pretende una vida nueva “barriendo debajo de la alfombra” todo aquello que hace, que sabe que es él y sólo él quien lo hace y en lugar de llamarse al orden a sí mismo corrigiendo errores y asumiendo nuevos compromisos consigo mismo prefiere disimular sus flaquezas con el artilugio del ocultamiento sin darse cuenta que todo aquello que ocultemos debajo de la alfombra nos puede impedir, y sin duda lo impedirá, levantar sin delatarnos cualquiera de sus puntas.

Un periódico de izquierda que circulaba en mis tiempos de estudiante en plena dictadura exhibía en el frente de su portada la siguiente frase que siempre recordaré y que viene muy en cuenta en este caso:

“La basura que se barre, siempre será basura, aunque por los aires suba, basura será en el aire.”


Hugo W Arostegui

domingo, 1 de enero de 2017

El Mundo Que Elaboramos


Nuestros contactos con familiares y amigos nos permiten en algún modo “acortar distancias” y de esta manera “recargar nuestras pilas afectivas” para reiniciar, luego de esta pausa, nuestra reinserción en un mundo que no se detiene y que continúa, minuto a minuto, en su constante tránsito en el que sepultamos el pasado, consumimos el presente y de no ser un tanto precavidos con nuestras acciones diarias, hipotecaremos también el futuro.

Así estamos, este es el mundo que entre todos construimos, somos, como se diría en ámbitos  judiciales, partícipes necesarios, nada de lo que habitualmente sucede, sucedería sin nuestra complicidad ya sea por lo que hacemos o, lo que sin duda resulta peor, lo que deberíamos hacer y no hacemos, todo aquello a lo que “le sacamos el cuerpo” y que con un simple “movimiento de hombros” pareciera que dijéramos “aquí no pasa nada”.

Todo lo que tenemos, lo que podamos haber encontrado cuando llegamos, representa lo que ha sido posible realizar entre todos, tanto lo que han podido legarnos quienes ya no están con nosotros, como todo aquello que con nosotros aportando, o a pesar de nosotros, cuando “nos escapamos por la tangente” hemos podido realizar como integrantes de esta comunidad de humanos que en definitiva somos.

Estamos asumiendo la responsabilidad de ser capaces de “dejar este mundo en el cual vivimos” mucho mejor “de lo que pudiese haber estado cuando lo encontramos” no nos servirá de nada intentar eludir responsabilidades culpando a otros por lo que pudiésemos encontrar que no nos guste, el resentimiento no hace historia, debemos asumir “nuestra cuota parte” y constituirnos “en hacedores” de una sociedad que sea capaz de cobijar a nuestros hijos.

Este es el mundo que entre todos elaboramos.

Hugo W Arostegui


Mi Abuela Rebustiana



En los primeros minutos de este nuevo año, hablando en comunicación digital con mis queridas hermanas Ana María y Rosario, surgieron noticias referentes a los demás integrantes de nuestra familia y entre ellas hablamos del hijo único de mi hermana Rosario, Daniel, un talentoso muchacho al que veo muy poco, por la distancia que nos separan entre la ciudad de Montevideo, donde viven ellos y la frontera entre Uruguay y Brasil, la ciudad de Santana Do Livramento, Brasil, donde vivimos nosotros.

Lo que viene al caso es que mi sobrino, Daniel, que ya ha tenido una muy buena experiencia en Europa, posee ciertas características físicas y al parecer también intelectuales que le resultan a ojos de su madre, Rosario, muy similares a las que yo supe tener en mis años mozos.

Es por esta razón  y también por aquello de que “lo que se hereda no se roba” es que recordé a mi abuela Rebustiana, ella fue quién me cuidó desde mi primera niñez, me proporcionó su amor incondicional, compartiendo los mejores y más marcantes momentos de los que tenga memoria.

Es por eso que comparto en forma muy escueta y sencilla esta historia que seguramente les será de mucha utilidad para quienes no hayan tenido la oportunidad de conocer.  

Cuenta nuestra historia familiar que Isaías Castro, oriundo de Las Islas Canarias, llegó a lo que es hoy la novena secc. Judicial de Cerro Largo, por el entorno de finales del siglo XIX relacionándose sentimentalmente con una indígena arachana llamada Cándida Acosta , fruto de esa unión es que vino al mundo Rebustiana Castro, mi abuela materna.

En su juventud, nuestra abuela Rebustiana se relacionó con un hombre de origen vasco navarro cuyo nombre fue Polonio Aristimuño con mucho renombre  en su tiempo por ser una persona capaz de cruzar a nado el río negro que separaba los márgenes de los departamentos de Cerro Largo y de Tacuarembó,  de esa unión entre Polonio y Rebustiana, (los que han tenido muchos otros hijos e hijas) es que ha nacido María  Esther Aristimuño, nuestra madre.

Lo que pretendo decir, como un legado a las generaciones futuras es que a través de Isaías Castro, y sobre todo de su compañera, Cándida Acosta, tenemos un marcado componente indígena que se manifiesta en una innata independencia y en esa rebeldía natural contra todo atisbo de injusticia o intento de marginación social.

Siempre es muy bueno tener noticias y mejor aun cuando podemos reconocer el valioso aporte de tantas personas que como nuestra querida abuela nos han brindado.

Hugo W Arostegui


Alguien Ha Plantado Esta Semilla


Mi herencia genética me dice que desciendo de emigrantes vascos navarros y vaya uno a saber los por qué conservo algunas características propias de esta raza, como ser la tenacidad por no dejar las cosas sueltas y sin hacer, esto es algo que agradezco muchísimo, dentro de tantas cosas heredadas, y bueno es recordar que todo aquello que se hereda no se roba, suelo utilizar esta circunstancia, lo heredado, para intentar disimular un poco, aquello que dice “que de genios y de locos todos tenemos un poco”

De manera que sigamos adelante, mientras encuentre páginas en blanco voy a intentar “borronearlas” espero que la cordura se imponga a la “impulsividad” y que lo que pueda exponer en ellas, me refiero a las páginas en blanco, tenga el sentido que me lleva a expresarme el cual siempre obedece a mi necesidad “pienso a esta altura que heredada” sobre todo cuando me viene a la mente mi muy querida tía María Del Carmen, hermana de mi padre la cual solía expresarse en forma brillante, en fin, sigamos con lo nuestro, decía que en mi caso particular el impulso a escribir ha estado y pienso que a esta altura, siempre estará, en esa tan mentada necesidad de comunicarme con todo aquel que siento que pueda escucharme en algún lugar de este tan globalizado mundo que cada vez se torna más parecido con aquellos viejos conventillos de nuestra niñez.

Esto es lo que pienso que va a ocurrir, seguiré estudiando como en mi primer día de clases, consultaré y pediré consejo tanto a mis viejos amigos habituados al cultivo del pensamiento como a las nuevas generaciones que aportan ese tan inefable como necesario aire fresco para ventilar viejas y herrumbradas estructuras que solo permanecen en pie bajo el amparo de las tan vetustas como obsoletas estructuras que todavía permanecen asidas a su ignorancia.

Continuar eso es lo que haremos, no encuentro otra palabra que defina mejor nuestras intenciones, continuar, continuar, quizás alguno pregunte: “hasta cuando”  la respuesta que me viene a la mente será esta: “hasta que no tengamos más cuando”

Hugo W Arostegui

 

La Vida Continúa


Los términos “hubo una vez” o “hace un tiempo atrás,  que solíamos escuchar al comienzo de los cuentos infantiles o en los relatos de acontecimientos de nuestra historia, pertenecen a situaciones pasadas “situaciones que ya fueron” es como decir yo he sido tal o cual cosa o “en mi época no ocurrían estas cosas”, son referencias al pasado que pueden tener alguna vigencia en nuestras evaluaciones y que sin lugar a dudas constituyen un bien de gran valor en cuánto a “lecciones de vida” en algún momento dado.

Sin llegar a desestimar los hechos del pasado que ya son parte de la historia tanto a lo concerniente a lo que fuimos o hicimos como a los hechos que por su trascendencia ya han sido rescatados y forman una parte esencial en nuestra historia colectiva.

Lo que debemos tener bien claro es que nuestra vida se conjuga en tiempo presente, es aquí, y ahora, con la implicancia de todos nosotros en los hechos del día a día.

Si hemos tenido la oportunidad de ser considerados valiosos en los hechos del pasado eso no nos exime de continuar aportando en el tiempo presente, es más, diría que la experiencia acumulada enriquece nuestra vida y puede ser un muy valioso instrumento de consulta y de evaluación para todos aquellos que aún no han tenido ocasiones similares.

Los que estamos vivos podremos visitar los museos para admirar y valorar lo que constituye “nuestro pasado” pero los museos pertenecen a “la vida que ya fue” cuyas referencias personales podremos visitar y llevar flores en los cementerios, cosa que está muy bien que así suceda, pero cuando comienza un nuevo día deberemos decir “aquí estoy presente” pueden contar conmigo” nuestra humanidad y su constante evolución así nos lo reclama.

Vale la pena vivir la vida, disfrutar de sus oportunidades es un deber y un derecho que nos pertenece a todos y a cada uno, vivámosla en todos sus extremos de punta a punta.

Hugo W Arostegui



Los Granos De Maíz Y Las Gallinas


Cuando éramos pequeños recordamos aquellos momentos en los cuales alimentábamos a nuestras gallinas para lo cual llenábamos nuestros pequeños puños con granos de maíz extraídos de una gran bolsa para luego esparcirlos al voleo delante de ellas.

Resultaba muy interesante el poder observarla actitud de las gallinas ante lo que para nosotros era una enorme cantidad de granos esparcidos por todo el lugar donde ellas se alimentaban.

Pues bien, lejos de amilanarse por lo que pareciera una enorme tarea a realizar, ellas, las gallinas, comenzaban su tarea picoteando, lenta pero persistentemente, grano por grano y en mucho menos tiempo del que pudiésemos suponer ingerían todo el alimento sin dejar rastros de los granos que habíamos esparcido.

Esta observación  que recuerdo nítidamente en mis retinas ha sido una de las primeras grandes lecciones que he recibido a lo largo de mi vida, es como si ellas me dijeran: “aunque la tarea pueda parecer a simple vista un tanto abrumadora comenzamos a comer los granos de maíz uno por uno y de esta manera logramos culminar nuestro trabajo”.

Eso es lo que aprendí observando a las gallinas, ahora que me encuentro pleno de proyectos y quizás un tanto abrumado por la enorme tarea que tengo por delante, me ha venido a la mente esta experiencia, no deja de ser cierta la complejidad de todo lo que pretendo abarcar, pero tengo en cuenta de que no tengo que realizar todo a la vez, como la gallina de mis recuerdos, tomaré una por una, cada cosa que tenga por delante, hasta culminar con todo lo que encuentre diseminado en el amplio terreno de mi mente.


Hugo W Arostegui