sábado, 26 de febrero de 2011

Presentación

Hugo W Arostegui
Nacido el 20 de abril de 1943, en Cerro Largo - Uruguay
Formado en: Administración de Empresas, Dirección de Hospitales, Consultor en Recursos de Empleo, Economía, Autoridad Religiosa, Teólogo.
Autor de artículos sobre: Economía, Religión, Literatura, Empleos, humanidades.
Sexo: Masculino
Actividad: Analista en Gestión Empresarial
Profesión: Asesor de Empresas
Local: Ciudad: Rivera: Uruguay



Una hoja en blanco, una forma de vivir y sentir, y ese impulso que brota de lo profundo del corazón, conmueven el alma humana y hacen surgir incontenibles las emociones, como aflora la tierna sonrisa o se desliza furtiva una lágrima.
Es por esa sensación, propia del artista que anida en el interior de cada uno, que no resisto el impulso de contar, que más que un deseo de simplemente decir cosas, es como una huella, que en medio de la nada indica que allí , si se sabe buscar, hay una senda, y a través de ella, un escenario de hechos que se exponen para ser observados y evaluados según el propio sentir de quien es invitado a transitarlos.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Respuestas Desde La Hoguera


Desde hace un buen tiempo, me han solicitado algunas respuestas referentes a ciertos pasajes de la biblia, cuya lectura les ha dejado un tanto confundidos, confusión que también ha despertado el deseo de obtener algún tipo de ayuda adicional que les permita comprender mejor el contenido y sentido del mensaje  escrito en los mismos.
Ante tales requerimientos, resulta una enorme responsabilidad, el simple hecho de intentar el abordaje de lo expresado, por el o los autores, en los escritos que han sido compilados en un tomo cuyo título es nada más y nada menos que Santa Biblia, y ostenta el inapelable decreto de ser “La Palabra de Dios”
Como nuestra intención está muy lejos de pretender socavar los indubitables atributos de los autores que han sido incorporados al texto sagrado, comenzaré este artículo partiendo de la base de tomar como fuente del mismo, sin incorporarle ningún tipo alteración, las expresiones vertidas por los recopiladores del texto, quienes lo han hecho llegar a la opinión pública, luego de que fuera éste sometido a innúmeras traducciones y recortes, hasta convertirse en el producto final que todos consumimos.
Lo innegable es, que el texto sagrado en cuestión, ostenta, como hemos dicho, la honrosa  distinción de ser considerado como “la palabra de Dios”  no porque haya sido El Divino Creador el autor de dichas expresiones, sino por ser sus autores “divinamente inspirados por su creador” para dictar a través de sus escritos, “Su Divina Voluntad”, lo que suena parecido pero que tendremos que concordar que no es lo mismo.
De manera que debemos dejar expresa constancia: Que el libro que citaremos, proviene de escritos, atribuidos a diversos autores que se han expresado por inspiración divina, circunstancia que respetaremos, pero con la salvedad de que al cúmulo de autores                        -alrededor de cuarenta- deberemos agregar, que sus escritos originales, se han perdido por la acción del tiempo, que han sido traducidos y reinterpretados, como es el caso del  Codex Sinaiticus , utilizado por el emperador romano Constantino y sus escribas, para la confección de las primeras cincuenta biblias, pagadas éstas, con recursos del imperio.
En las mencionadas cincuenta biblias originales, se tuvo especial cuidado en destacar los aspectos divinos del mansaje en menoscabo de aquellos que enfatizaban en el “lado humano” de los personajes, convirtiendo a éstos, los personajes, en figuras míticas, generalmente asexuadas, a cubierto de toda implicancia con lo que las autoridades eclesiásticas de la época, consideraban como “diabólico y carnal” deberíamos agregar a esta breve introducción, la tan temida palabra “herejía”  palabra griega cuyo significado original, sería asimilable a la palabra “opción” y que fuera utilizada desde entonces, para condenar a todos aquellos que optaran por darle crédito a cualquier otro texto que no fuese el aprobado por el imperio y las autoridades eclesiásticas de la época.



La historia nos brinda una profusa información, debidamente documentada, de los miles de millares de fieles, muertos en las hogueras y las cámaras de tortura, víctimas de los inquisidores, por disentir con “la verdad oficial”  la acusación de “herejía” era sinónimo de crueles castigos para todos aquellos que discordaran con la “verdad revelada” de Constantino y sus acólitos sucesores, desde los siglos IV, hasta muy avanzada nuestra era.
Algunas de las preguntas que mencionamos al comienzo de este artículo, se refieren a los primeros capítulos del Génesis, Libro atribuido al profeta Moisés, donde el autor nos describe los hechos relacionados con la creación de la tierra y la puesta en escena, en el llamado, Jardín de Edén o “Paraíso”, de nuestros primeros padres, Adán y Eva.
Estimamos conveniente a los efector de ilustrarnos mejor sobre el contenido de este primer libro de la biblia, que hagamos un ligero repaso sobre la vida de su autor, Moisés.
Cuenta la tradición que Moisés vino a este mundo como vástago de una familia Hebrea, de la tribu de Leví, en una época en que faraón, monarca de Egipto, estaba tan preocupado con el crecimiento del pueblo israelita, que había ordenado la matanza de sus hijos pequeños.
Su madre, Jocabed, que prestaba servicios como partera en la corte de faraón, le mantuvo escondido cuánto pudo, hasta que decide ponerle dentro de una cesta y dejarlo en el agua cercano al lugar donde las doncellas de la corte tomaban sus baños, es allí, entonces que una de ellas, de nombre Batía, le recoge y adopta, el historiador judío, Josefo, nos dice que el origen de su nombre, Moisés, significa: salvado de las aguas.
Moisés fue educado por los egipcios como integrante de la aristocracia, tuvo una muy sólida educación, sabido es que los sabios egipcios poseían registros muy antiguos y se identificaban como provenientes de un tronco común con los helenos, cuyos orígenes se remontaban a la floreciente cultura de los habitantes del continente sumergido de la Atlántida, situado entre el norte de África y Europa, en el mediterráneo.
Los escritos de Platón sobre la Atlántida, nos pueden ayudar a comprender mejor este vínculo, por lo que recomendamos su lectura, especialmente les recomiendo leer un artículo de mi autoría: “La Atlántida, Relato De Lo Que Pudo Ser” que brinda un aporte un tanto esclarecedor al respecto.
Moisés fue amamantado por su propia madre hebrea, y seguramente poseía cierta información sobre sus orígenes, lo cierto es que como egipcio, era miembro de la corte, tuvo, como todos los varones de su clase, una severa formación militar, y lógicamente compartía derechos y obligaciones propios de la alta aristocracia como miembro de  la corte de faraón.
 Estando en esta situación, hubo un acontecimiento de extrema gravedad, que le obligó a huir de Egipto y buscar refugio en la tierra de madián, se dice que Moisés salió en defensa de un esclavo israelita que estaba siendo maltratado por un soldado egipcio, este hecho, un tanto confuso, culmina con la muerte del soldado egipcio en manos de Moisés, un hecho, que de acuerdo a las estrictas leyes egipcias podría considerarse como una falta gravísima, salvando la distancia, sería algo así, como que un oficial de las fuerzas armadas norteamericanas, saliese en defensa de un prisionero iraquí y en un enfrentamiento con un soldado de su propio batallón, le diese muerte y huyese por miedo a las represalias.
La huída de Moisés y el encuentro que tuvo con quién sería su futuro suegro, nos referimos a Jetro, señor y sumo sacerdote de los madianitas, quién le tomo a su servicio, le instruyó en asuntos religiosos y de gobierno y le dio por concubina a su hija, Séfora, fueron fundamentales en el cambio radical operado en Moisés, trabajó al servicio de su suegro por varios años, y fue también, que en ocasión de estar realizando tareas de pastoreo para su patrón , que contempló la zarza que ardía sin consumirse en lo alto de la montaña, con el consiguiente primer encuentro con El Señor Jehová.
Una muy breve síntesis del autor de los primeros cinco libros de la biblia, la torah, la ley de Moisés, la dura ley “del ojo por ojo y diente por diente, que gobernó dura e implacablemente al pueblo de Israel.
Quienes hayan tenido la oportunidad de leer El Génesis, seguramente concordarán conmigo en que apenas menciona, a pesar de su tremenda importancia y trascendencia, los hechos relacionados con la creación de la tierra y la de nuestros primeros padres, concentrando el mayor énfasis, en las revelaciones de Jehová dirigidas a su propio pueblo, el israelita, destacando la condición de “pueblo escogido entre todas las naciones de la tierra” y el convenio suscrito entre nuestro creador y el patriarca Abraham.
Quizás, o tal vez, sin quizás, se deba a las condiciones apremiantes que enfrentó durante toda su vida, en la condición de libertador y guía secular y espiritual, de un pueblo de “muy dura cerviz” con el cual vagó errante por cuarenta años en el desierto, hasta que quedaran sepultados en el desierto la generación incrédula, la que una vez cruzado el mar rojo, le ordenó  a su hermano Aarón, que les construyese un becerro de oro al cual adorar.
Como la intención de este artículo continúa siendo la de responder a algunas preguntas relacionadas con las revelaciones de Moisés contenidas en los seis primeros capítulos del Génesis, me limitaré en adelante a intentar responderlas siguiendo el hilo conductor de los escritos contenidos en los mencionados trechos del libro de referencia.
La Creación de la Tierra
No es posible referirse a ninguno de los temas abordados por Moisés en estos primeros tramos del génesis, sin tener en cuenta los acontecimientos ocurridos en nuestra preexistencia, hemos oído que hubo en los cielos un concilio, al cual hemos sido todos convocados, en el orden del día, figuraba, nada menos, que los pasos a seguir con relación a la impostergable segunda etapa en el camino de nuestra perfección, allí se trataron temas como: la construcción de un lugar adecuado donde morar, la necesidad de poseer un cuerpo físico tangible de carne y hueso, el camino de retorno a la presencia del Padre, la necesidad de un Redentor que pudiese pagar el alto precio de un exigente rescate, etc. etc.
Este Concilio enfrentó a Lucifer, el llamado, Lucero de la mañana, con el Unigénito del Padre, el Jehová citado por Moisés, situación que no pudo superarse en el diálogo y derivó en una cruenta batalla, de la cual todos participamos de alguna manera, esta guerra en los cielos, tuvo como consecuencia, la expulsión de Lucifer y sus seguidores, quienes representaban una tercera parte de todos los hijos de Dios el Padre.

Como vemos, la creación de la tierra, no fue un acto espontáneo de un Dios aburrido que buscaba ocuparse en alguna tarea que le distrajese, fue una obra majestuosa, prioritaria, que había sido proyectado con mucha anticipación, un nuevo mundo, donde habitarán las criaturas más valiosas de la creación, los amados hijos de su Creador.
Suponer, que los hijos de Dios, que habían enfrentado a Lucifer en la Batalla de los Cielos, quedarían al margen en la concreción de una obra de estas características, es sencillamente desconocer en absoluto el llamado Plan de Salvación, la obra grande y maravillosa, el fundamento de la fe y esperanza de todos los creyentes del mundo.
Durante las distintas etapas de la creación de la tierra, el universo todo estuvo pendiente, hubieron delegaciones de diversos sistemas similares al nuestro, aportando sus conocimientos, técnicos y equipamiento, un verdadero ejército de criaturas, hijos e hijas de Dios, estuvo trabajando y verificando el cabal cumplimiento de cada detalle, sin lugar a dudas la obra emprendida exigió un severo control de calidad.
Antes de la creación, lo que encontraron Jehová y sus colaboradores, consistía en un cúmulo de materia desorganizada, a la cual hubo que trabajar para darle la forma adecuada, es por eso que Moisés nos habla de los días de la creación, lo monumental de la obra  le impedía utilizar otros términos, debido a la absoluta ausencia de referencias válidas, para poder realizar cualquier otro tipo de comparación.
Una vez concluidas las diferentes etapas de la creación, la tierra estuvo en condiciones de albergar a las distintas especies, tal cual lo menciona el Génesis, de esta manera, se lograba un habitad similar, al que los hijos de Dios tuvieron en sus lugares de origen, cuando compartían la gloria de sus progenitores, el nombre de un lugar de estas características, solo podría corresponderle,  el que aún utilizamos  con respeto y reverencia:  “Madre Naturaleza”
Estos hijos de Dios, que colaboraron en la creación, permanecieron en la tierra por bastante tiempo, ellos constituían un grupo de apoyo esencial, en todo el proceso de adaptación de sus noveles habitantes a las nuevas circunstancias imperantes en este “nuevo mundo” que les albergaba.
La imagen que todos mantenemos en nuestras mentes, la cual se anida en lo profundo de nuestro subconsciente, la que ha sido transmitida por nuestros genes, de generación en generación, referente a quienes llamamos “nuestros primeros padres”  es decir, Adán y Eva, es que no eran precisamente “unos primates”, si bien “los primates” no hay duda que existieron y nos preceden en la evolución de la vida terrestre, nuestros primeros padres tienen su origen tal como nos lo cuenta el Génesis,  del polvo de la tierra y el soplo de vida de Jehová Dios, nuestro Padre Celestial, y su apariencia externa, eran la “imagen y semejanza de su Creador”.



Ahora bien, de acuerdo al relato de Moisés, Adán y Eva, estaban desnudos en el jardín, me pregunto:  un padre amoroso, que pone a dos de sus criaturas, creadas a su imagen y semejanza, en medio de la madre naturaleza, les dejaría allí, ¿desnudos y sin asistencia?   ¿por cuánto tiempo?
De acuerdo a lo breve del relato, a todos nos parece que fueron algunas pocas horas las que estuvieron en esas condiciones , pero el mismo relato nos dice, que recorrieron el jardín, reconocieron su entorno y dieron nombre a las bestias, las cuales una vez nominadas, permanecieron con ese nombre en forma definitiva, esto nos indica no solamente el grado de desarrollo intelectual que poseían, sino que, además, una tarea de esa naturaleza, por su complejidad, les debió de insumir bastante tiempo, y necesariamente, contar con un asesoramiento adecuado.
Me vuelvo a preguntar: ¿y mientras tanto? Cómo se alimentaban?  Que preparación le daban a sus alimentos?  Cómo resolvían sus necesidades fisiológicas? La higiene de sus cuerpos perfectos? El primer ciclo menstrual de Eva, por decir algo, así como tantas cosas inherentes a dos seres creados para administrar y gobernar un nuevo mundo.
Seguramente, las revelaciones recibidas por Moisés, contendrían gran parte de estas respuestas, que surgen como algo obvio e inevitable de preguntar, pero convengamos que el ahondar en el análisis de estas respuestas, nos conduciría inevitablemente, al reconocimiento de la dignidad y grandeza de la criatura humana, cosa muy peligrosa de divulgar, pensemos en Constantino, en su imperio, en las autoridades eclesiásticas de su época, de su afán de subyugar y someter, y surgirán como hongos después de las lluvias las consabidas razones para que hayan sido omitidas en el relato oficial.
Adán y Eva, recibieron de parte de Jehová, instrucciones muy precisas, por lo que tenemos elementos de juicio suficientes como para sacar algunas conclusiones, se me ocurre mencionar: su capacidad de razonamiento y comprensión, la posesión de un lenguaje avanzado, capacidad para asumir responsabilidades y sobre todo, capacidad de evaluación de su situación actual, medición de riesgos y libertad absoluta en la toma de decisiones.
La expulsión del jardín del Edén, no fue consecuencia de acciones pecaminosas, si algo se puede asegurar, es que en ese jardín lo que si hubo, fue precisamente, “ausencia de pecado”  sus moradores sabían, que para poder cumplir los compromisos contraídos con su Creador, debían participar del “fruto prohibido”, lo que equivalía a decir: Debemos optar por ser creadores, de multiplicar y henchir la tierra tal como nuestro Padre nos comisionó, conste que no estoy empleando la palabra “ordenó” o permanecer en este estado vegetativo totalmente ajeno al propósito de nuestra existencia.
El “pecado original”  es una carga impuesta sobre los mortales, por quienes se han adjudicado las atribuciones de imponer determinadas conductas, marcando cual ganado preparado para el matadero, a cada niño que ha venido al mundo, sin darnos cuenta que cuando abren sus ojos, se encienden en sus pupilas, una luz de esperanza para toda la humanidad.

Debemos referirnos al capítulo seis del Génesis, porque consideramos a estos poquísimos versículos, como una pieza clave, para comprender mejor las condiciones imperantes en el comienzo de los tiempos.
Como hemos mencionado, la tierra estuvo habitada por los hijos de Dios venidos a colaborar tanto en las diferentes etapas de su creación, como posteriormente, controlar que todo se desarrollase tal como había sido previsto en su planificación.
Siguiendo esta línea de pensamiento podremos respondernos algunas interrogantes un tanto incómodas de plantear, nos referimos a los descendientes de Adán y Eva, si pensamos que ellos estaban solos, tendremos que llegar a la conclusión de que debieron existir relaciones incestuosas, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, etc etc. única forma de que partiendo de dos lleguemos a constituir verdaderas naciones.
Además, Moisés , a medida que va identificando las genealogías, también va mencionado las artes, oficios y habilidades de cada uno, en una demostración de que evidentemente hubo una gran evolución y crecimiento no solamente en cantidad de personas sino también en la calidad de vida que habían logrado.
Pues bien, este capítulo seis, nos dice textualmente: que los hijos de Dios viendo la belleza de las hijas de los hombres, las tomaron para sí, formando parejas con ellas, pensamos que Moisés, seguramente por recato, o posteriormente el recorte de la censura, no nos menciona que las hijas de Dios, que también se encontraban presentes, viendo la belleza de los hijos de los hombres, también formaron parejas con ellos.
Este es nuestro Génesis, así está escrito, no hemos violentado ningún pasaje de los escritos de Moisés, a lo sumo nos hemos atrevido a decir lo que nadie se anima a mencionar, ya sea por desconocimiento o por el temor de que desde las tinieblas lleguen los verdugos que nos quemen en la hoguera.
Hugo W. Arostegui

sábado, 19 de febrero de 2011

EL Capital, La Tierra, Y El Trabajo

Cuando se habla de recursos productivos. nos resulta inevitable el referirse a ellos, sin mencionar la evidencia de que los mismos, son cada más escasos y difíciles de obtener y preservar.

Esto que mencionamos es una realidad que se impone y se manifiesta en todas las actividades humanas, incluyendo, como en este caso, la propia tarea intelectual de dar forma y sentido a un conjunto de palabras, que una vez escritas, puedan constituirse en un producto final – en este caso un comentario - que pueda ser un aporte constructivo a la capacidad de análisis de todos los que accedan a su lectura.   

El espacio de una hoja en blanco no es ilimitado, y mucho menos lo es, el que pueda dedicar para su publicación, un medio de difusión, el cual debe distribuir con sumo cuidado cada centímetro destinado a cubrir su oferta informativa a los potenciales lectores.

Es la circunstancia descrita, el gran desafío que se debe enfrentar en la elaboración de un tema, sin importar la relevancia e interés que pensamos pueda suscitar, será, la limitación del espacio disponible, sumado a la predisposición del lector a rechazar tramos extensos de lectura, condiciones que imponen al autor de un texto, el uso de toda su capacidad de síntesis creativa en la redacción del mismo.

De manera que intentaremos economizar al máximo el espacio disponible utilizando la clásica ecuación anunciada en el título de este artículo como elemento base para nuestra reflexión.

He aquí nuestro esquema:

En este caso, el Capital, simboliza la riqueza expresiva adquirida a través de la inversión en el estudio, la dedicación, y la constante acumulación de nuevos conocimientos que nos permitan capitalizar las oportunidades que nos pueda brindar el medio, en el cual nos movemos y compartimos con nuestros semejantes.

Lo mismo ocurre con el concepto Tierra, que representa a todos los elementos de apoyo que utilizamos para plasmar una idea en una realidad concreta, como lo puede ser el teclado de un computador o la simple hoja de papel, la cual es el resultado final de una cadena productiva, que comienza en las plantaciones de árboles, y prosigue con la instalación de una planta de producción de pasta de celulosa, hecho que menciono por razones obvias de publica notoriedad.

El Trabajo, es la manifestación de nuestra voluntad, la coronación del impulso creativo, sin el esfuerzo y el sacrificio de la entrega, - tal cual se puede apreciar en el lema que luce el escudo del departamento de Durazno – cuya lectura dice “En pensamiento me centro y me descentro en labor”  ningún proyecto que iniciemos en nuestra vida podrá algún día consolidarse.

Sin duda, todas las expectativas de crecimiento y bienestar colectivo que pretendamos alcanzar en nuestra región, implica el compromiso individual de que todo es posible, siempre y cuando, todos y cada uno de nosotros aplique lo que Pichón Riviere definió con la siguiente expresión: “ las cosas ciertamente sucederán cuando entendamos que no somos meros espectadores, sino que todo es posible si estoy dispuesto a decir: Adelante vamos a hacerlo, cuando? Muy sencillo: Aquí, Ahora y Conmigo.

Hugo W. Arostegui
  



martes, 8 de febrero de 2011

Nosotros: Los Humanos


Esta mañana, al levantarme, se instalaron en mi pensamiento, una sucesión de imágenes intermitentes, como las luces que adornan los arbolitos de navidad, donde aparecían personas de distintas razas, que a medida que surgían, iban conformando un mosaico multicolor, en el cual se podían apreciar las múltiples facetas expresivas que nosotros, los humanos, hemos sabido cultivar a lo largo y ancho del planeta que habitamos, desde mucho antes de que la historia comenzase a registrar y luego intentar  ordenar y compilar, las distintas versiones ,que sobre nuestro origen y razón de ser, se nos han querido transmitir, como un preciado legado de los dioses, a nuestras ansias de saber y comprender, las incógnitas y los por qué, de nuestra  presencia en un habitad compartido con una infinidad de especies a las cuales consideramos inferiores ,y por ende, sometidas a nuestro arbitrio y voluntad.


Si quisiéramos encontrar un denominador común, para toda la gama de sensaciones que germinan en nuestro huerto ancestral, todo parece indicar que las semillas que han dado origen a nuestra especie, han provenido de viveros situados en el exterior de este planeta, lo que nos convierte en algo así como extraterrestres, sentimos en nuestro fuero intimo, que provenimos, al nacer, de algún lugar lejano , donde estábamos mucho mejor de lo que podamos lograr estar en este mundo, que mirado de esa manera, se parece más a un lugar de prueba, donde tendremos que vivir la ley de obediencia y sacrificio, y anhelar la intervención divina para limpiarnos del pecado original, consecuencia de la desobediencia heredada de nuestros primeros padres.

Esas imágenes, a las cuales hago referencia, son una representación de un “yo” colectivo, o mejor dicho, un “yo” y un “tu” colectivo, pues resulta inadmisible concebirme a mí mismo,  en prescindencia del otro, o los otros, los demás tu, que conjuntamente conmigo, conjugan el verbo que desde el principio dan sentido a todo lo humano.

El evangelio de Juan, en sus palabras introductorias, nos intenta ayudar en la comprensión de su mensaje, hablándonos de este verbo, para que lo incluyamos en nuestra comprensión lectora, sin la presencia de este verbo, nos resultaría imposible conjugar lo humano, con su entorno, el material y visible y su complemento esencial, lo trascendente.

Ambos, el polvo utilizado en la conformación de  nuestra forma física, y el soplo de vida que nos puso en movimiento, constituyen  el verbo, la combustión esencial  que  da sentido a todas las expresiones de la creatividad, la facultad de  “vislumbrar la idea”  de las cuales se nutren todas las  inteligencias.

El Apóstol Juan se expresa así:



“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios,  y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.”
                                                                                              Juan 1:  1-5

Estas palabras que el Apóstol Juan, escoge como preámbulo , a su relato de las enseñanzas impartidas por su divino maestro, intenta orientar a los receptores de sus escritos, en lo que considera  básico y esencial, para quienes pretendan incursionar en la nueva doctrina, la que rompe los yugos impuestos por la tradición, la que considera a todos los hombres desde la óptica de su esencialidad:  La criatura humana es hija de Dios, creada a su imagen y semejanza,  imagen que se materializa en el crisol de la diversidad de razas, sin etnias prevalecientes  en desmedro de las otras, el Verbo de Dios, universaliza la proclama.  

La misma proclama expresada en el meridiano de los tiempos, la que recibieron los pastores que guardaban la vigilia del rebaño, en aquella tardecita de primavera, en el pueblo de  Belén:

“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra Paz y Buena Voluntad entre los hombres”

Hugo W. Arostegui

miércoles, 26 de enero de 2011

Los Límites Y Su Ausencia:


Es muy común, sobre todos en los más jóvenes, la búsqueda constante, de alternativas que les permitan la evasión a todo lo que pueda ser interpretado como una limitación, sea de la índole que fuese, para muchos de los que nadan en el mar de la ignorancia, la verdadera libertad, estriba en vivir fuera del alcance de toda norma que, siquiera intente, poner algún freno, a sus cada vez más acuciantes deseos de poder gozar de una libertad irrestricta.
Ahora bien, hagamos un esfuerzo por entender, qué es, lo que realmente está pasando, en cada una de las incontables constelaciones, que dan vida y sentido a este universo tan plagado de intereses en pugna como lo es sin duda el complejo mundo de las relaciones humanas.
En nuestros días, podemos decir, que hemos dado pasos significativos, en todo lo referente a los Derechos Humanos, mucho se ha legislado sobre este tema, aunque esto no signifique que la mera normativa del derecho, haya tenido como resultado el acatamiento a lo que la ley determina sobre el tema, sobre todo en la protección de los más débiles, como es el caso de las mujeres y los niños, la violencia doméstica, de género, y todos los tipos de violaciones a las que son expuestas las minorías.
Todos los días, las páginas de los periódicos y los noticieros de radio y televisión,  nos ponen en evidencia de cuán lejos estamos de erradicar esta afrenta, verdadero escupitajo en el rostro, a una sociedad,  que contempla, estupefacta, como, al igual que los insectos encandilados, sus hijos se mutilan y mueren, sin ninguna otra razón, que la simple irracionalidad de sus actos.
Todo parece indicar que el hábitat del hombre se encuentra bajo la amenaza del propio hombre, el cual está demostrando, pese a los altos grados de evolución alcanzados en el campo de las ciencias, la tecnología y en el de las comunicaciones - por citar algunos- es incapaz de transmitir valores esenciales a sus crías, las cuales crecen insensibles a las reales necesidades de su propia especie, transmutando el sentido armónico de la convivencia solidaria, por la búsqueda constante del sometimiento de los unos sobre los otros, como si los cimientos heredados por siglos de civilización, parecieran un vetusto y arcaico lastre, de los cuales es preciso liberarse cuanto antes.
Miramos, en nuestra ruta imaginaria, las señales de tránsito, las  que han sido puestas para orientarnos, las que intentan guiarnos con seguridad a nuestro destino, pero resulta que hacemos caso omiso a sus recomendaciones, despreciamos los límites recomendados y nos dejamos seducir por el instinto, ajenos a la razón, optamos por la irracionalidad, actitud propia del que se considera superior o mejor dotado para tomar decisiones, aunque estas decisiones, no sólo nos afecten a nosotros, sino, lo que es más grave, afecten a todos en nuestro entorno, incluyendo, muchas veces, a quienes más amamos en la vida.

Entonces, ocurre lo que sabemos que va a ocurrir, tomamos el volante y, mientras la luz verde esté encendida,  continuaremos raudos nuestra marcha, cuando se enciende la amarilla, aceleramos para intentar pasar antes del cambio, y cuando la luz roja nos indique que debemos parar, la adrenalina acumulada nos inducirá a pensar de que aún es posible continuar y seguimos avanzando…
… El impacto es apenas unos instantes, sus consecuencias suelen durar una eternidad.
Quizás haya llegado la hora de poner un poco más de atención a lo cotidiano, a las cosas que suceden por la sencilla razón de que alguien ha estado allí para hacer que acontecieran, los que cumplen sus roles cuasi ignorados, como las abejas obreras en la colmena, nos referimos a los guardias de tránsito, los bomberos, las ambulancias, los servicios de emergencia, los centros asistenciales, los que hacen lo imposible por la rehabilitación perdida, y …por supuesto, a  aquellos que toman sus palas y cavan las sepulturas.

Hugo W Arostegui


domingo, 16 de enero de 2011

María Magdalena: La Doctrina Profunda


Esta vez, la reunión con el profeta Agabo, no sería una reunión como las que habíamos tenido anteriormente, es decir, exenta de condicionantes que pudiesen limitar en alguna forma la participación de los convocados.


La convocatoria, fue muy clara y precisa, los convocados, hombres y mujeres, deberían ser todos pertenecientes a la Orden de Melquisedec y haber sido iniciados en las ordenanzas y convenios que abren la puertas de acceso a la Mansión del Señor.

Llegamos, provenientes de muy variados lugares, no solamente en lo referido a la geografía, sino también, en lo concerniente a los tiempos y dispensaciones, en los cuales nos ha correspondido vivir nuestras experiencias terrenales.

El ingreso a la gran sala iluminada donde tendríamos la reunión requería un pasaje previo por el control de los centinelas, los cuales corroboraban nuestro “nombre nuevo” con los registros de la Mansión, y una vez constatada nuestra identidad, se nos proveía de las investiduras sagradas, requisito imprescindible para nuestra presencia ante el velo.

Todos ingresamos vestidos de blanco, con el manto sobre el hombro derecho, sin delantal, usando a la cintura, una especie de cordón blanco trenzado con grandes bordones en sus extremos, que caían a un costado de la cintura hasta la altura de nuestras rodillas.

Una vez instalados en nuestros lugares, los varones a la derecha, de frente al símbolo de Yahweh,  y las mujeres a la izquierda, de frente a símbolo de Shekinah.

Ante a un pequeño estrado, situado al frente de la gran sala iluminada, nos esperaba vestido igual que nosotros, el profeta Agabo, el cual nos informaron, había sido asignado, por el Gran Consejo, para conducir la sesión para la cual habíamos sido formalmente convocados.

Confieso, que yo, en lo personal, y creo que para muchos de los que habíamos sido convocados, me encontraba un tanto confuso, la invitación recibida nos decía que tendríamos una charla sobre María Magdalena, y no veía la relación que podría tener este tema, con la formalidad requerida para asistir y sobre todo me preguntaba ¿Qué tendría que ver Melquisedec, en todo esto?

Seguramente, Agabo, se encargaría de despejar nuestras inquietudes, una vez que comenzase su disertación, la ansiedad, a esta altura de los acontecimientos, me había dominado por completo.  

Hablar sobre María Magdalena, comienza Agabo, y sobre todo, entender lo que ella significa para la humanidad, requiere de una predisposición especial, de aquellos que pretendan acceder a uno de los llamados “misterios mejor guardados” que ha dado lugar a la difusión relatos y leyendas desde los albores de la historia conocida.

Observen que he usado el término predisposición, y lo hago en el verdadero sentido de la palabra, predisposición significa, que previamente a disponerme a hacer o recibir algo, debo estar debidamente informado, el estado “pre” de esta sesión a la que participaremos, ha sido vuestras ordenaciones y las ordenanzas y convenios que cada uno ha recibido, y las investiduras que simbolizan al Sacerdocio de Melquisedec.

Una vez, entendido este principio, pasamos del estado “pre” al  estado de “disposición” es decir, tener el deseo de saber, y la responsabilidad de asumir todas las consecuencias que el conocimiento adquirido, puedan generar en nuestra vida, y en nuestro entorno, la luz de la verdad, una vez encendida, iluminará para siempre nuestra conciencia, y seguramente reclamará lo suyo.

Es imposible comenzar una charla sobre María Magdalena, sin que hablemos previamente, de su compañero eterno, nuestro Salvador y Redentor, Jesucristo.

Como ya lo hemos mencionado anteriormente, desde su nacimiento, los padres terrenales de Jesús, han dado un estricto cumplimiento de lo prescrito en la ley de Moisés, leamos al respecto el relato de Lucas:

“Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, el cual le había sido puesto por el ángel antes de que fuese concebido.

Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor), y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas o dos palominos.

Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.”
                                                                                              Lucas  2: 21 – 24, 39

“Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua; y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforma a la costumbre de la fiesta.”
                                                                                              Lucas 2: 41

Como se puede apreciar, desde su tierna infancia, Jesús se ajustó plenamente a lo prescrito en la ley de Moisés, dando cumplimiento sus padres a lo requerido por la justicia, tal como se lo manifestara, años mas tarde, a su primo, Juan el Bautista, cuando recurrió a él para ser bautizado.

Leamos nuevamente las escrituras:

“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él.

Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?

Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.

Y Jesús, después fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.

Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quién tengo complacencia.”
                                                                                              Mateo 3: 13 – 17

Jesús, había sido presentado en el templo, tal como lo exigía la ley de Moisés, cuando cumplió los doce años de edad, fue llevado a Jerusalén, y cuando llegó el momento oportuno, el mismo procuro a Juan el Bautista, para ser bautizado y posteriormente confirmado por el Espíritu de Dios, que descendió de los cielos, mientras una voz manifestaba que él era Hijo amado en quién tengo complacencia.

En el proceso del cumplimiento de toda justicia, Jesús debía cumplir con algo que no estaba exigido en la ley de Moisés, pero que le sería requerido efectuar para enseñar correctamente, todos los pasos que son necesarios realizar, para lograr el objetivo de su misión entre los hombres, tal cual se le es manifestado por el propio Señor a Moisés, veamos:

“Porque, he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre.”
                                                                       Perla de Gran Precio – Moisés 1: 39

Le sería requerido a Jesús, recibir su ordenación al sacerdocio de Melquisedec, para cerrar el círculo perfecto, el Santo Sacerdocio según el Orden del Hijo de Dios, le sería retornado, por la imposición de manos, de alguien que poseyese esa autoridad,
y ese alguien no fue otro que el propio Moisés, en lo que se registra en las escrituras con el subtítulo de: La transfiguración.

Leamos:

Previamente a la lectura que hago referencia, me gustaría que prestemos atención a lo que Jesús les manifiesta a sus discípulos, veamos:

“Pero os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios.”
                                                                                              Lucas    9: 27

Muchos, al leer este pasaje, han creído, de que Jesús les prometía a algunos de los discípulos, de que no gustarían de la muerte física y que vivirían hasta ser testigos de todos los acontecimientos que habrían de venir, pero sus palabras estaban relacionadas con lo que habría de suceder en muy poco tiempo; y eso es precisamente lo que les dije que leeríamos;

“Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.

Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente.

Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías;

quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén.

Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él.

Y sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía.

Mientras él decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube.

Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.

Y cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto.”
                                                                                              Lucas   9: 28 – 36

Este acontecimiento que relatan los evangelistas, para comprenderlo mejor, es preciso, recurrir a las palabras del apóstol Pablo a los Hebreos; leamos lo que les manifiesta:

“Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino  el que le dijo: Tu eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy.

Como también dice en otro lugar:

Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.

Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.

Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;

y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen;

y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.”
                                                                                              Hebreos     5: 5 – 10

Para reafirmar lo que les estoy exponiendo, acerca de la ordenación de Jesús al sacerdocio de Melquisedec, dejemos que Pablo continúe con su enseñanza:

“Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley) ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón ?

Porque cambiado el sacerdocio, necesario es haya también cambio en la ley; y aquel de quién se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar.

Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.

Y esto es aún más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible...

Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.”
                                                                                              Hebreos 7: 11 – 17

Ahora, la orden del sacerdocio de Melquisedec, no prevé solamente el sacerdocio ejercido por los hombres, sino que éste debe ser complementado con el ordenamiento de la mujer, de hecho, en las ceremonias que se realizan en los santos templos, las mujeres participan de las ordenanzas y  convenios, y son sostenidas junto al varón, como sacerdotes y sacerdotisas, para compartir juntos la gloria de Dios. 

Al ser ordenado Jesús al sacerdocio de Melquisedec, para cumplir con la justicia, era necesario que recibiese también todas las ordenanzas previstas en este orden, y para alcanzar este grado de ordenación, Jesús, en cumplimiento de la ley del sacerdocio, debía encontrar su ayuda idónea.

Es aquí, que comenzaremos a entender, el significado de María Magdalena, en la vida de Jesús, y por extensión, en la vida de todos los mortales, sin excepción.

Leamos las escrituras;

“En la gloria celestial hay tres cielos o grados;

Y para alcanzar el más alto, el hombre tiene que entrar en este orden del sacerdocio  
[Es decir, el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio];

Y si no lo hace, no puede alcanzarlo.

Podrá entrar en el otro, pero ése es el límite de su reino; no puede tener progenie.”
                                                                       Doctrina y Convenios   sección 131: 1 – 4

María Magdalena, es la compañera eterna de Jesús, según el orden de Melquisedec,
es el Santo Grial, celosamente custodiado, ella representa las puertas de la exaltación y la vida eterna, al alcanzar el más alto grado, en el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio.




Jesús, instruyó a algunos de sus apóstoles a los cuales invitó, a que le acompañaran al monte de la transfiguración, y a quienes pidió el más estricto sigilo, nadie podría conocer esta sagrada ordenanza, hasta que no fuesen cumplidos los designios previstos por el Padre, sin sacrificio expiatorio y sin resurrección, el convenio del sacerdocio no tendría sentido, era el tiempo de orar y esperar.

La apostasía, ese tremendo desvío de las enseñanzas de Jesús el Cristo, consistió en la persecución y muerte de todos los testigos presénciales de la unión de Jesús de Nazaret, príncipe de la tribu de Judá, con María Magdalena, princesa de la tribu de Benjamín, unidos en el sempiterno convenio del matrimonio eterno.

Les comenté, dice Agabo, que he tenido la responsabilidad de velar por la seguridad de María Magdalena, y del fruto de su vientre, su descendencia nacería bajo el signo de la promesa, sellados eternamente por el poder del sacerdocio de Melquisedec.

Jesús, nació y vivió como un hombre mortal, y como tal, cumplió con todas las exigencias de la justicia, soportó las pruebas y tentaciones, no como un ser divino dotado de poderes especiales a los cuales podía recurrir, sino que los enfrentó y superó como un hombre, el es nuestro ejemplo, nuestro camino, y nuestra vida.

Este es el conocimiento que quería compartir con ustedes, el secreto del Santo Grial les ha sido revelado, ahora seguramente conoceréis mejor a María Magdalena, la primera mujer en ser ordenada en el sagrado convenio del matrimonio, la compañera eterna del Salvador de la humanidad.

María Magdalena, simboliza la reivindicación de la mujer a su verdadero estado, la parte invertida del triángulo, el único medio por el cual el varón puede alcanzar el grado mayor de gloria, la puerta de entrada, la matriz, la continuidad de la vida, la mitad de un todo, la sangre de Cristo en el cáliz de su madre terrena.

Lucifer, ha intentado desde las tinieblas, sembrar la confusión, lo que no pudo lograr en su intento de engañar a Eva, lo ha hecho a través de su simiente, no existe mayor blasfemia que negar el Espíritu Santo, y no ha habido mayor desviación en la historia de la humanidad, que la de asociar a la mujer con el pecado original y por ende con el padre de las mentiras.

Agabo, había terminado su exposición, el rompe cabezas, el puzzle, el desorden  en el cual estábamos, las piezas que no encajaban en nuestro modo de concebir los hechos, se habían encontrado, casi milagrosamente, las unas con las otras.

En la sencillez de su relato, brotaba el agua de vida, que vivificaba y expandía la luz de la verdad.

“Encuentro que la verdad que un hombre descubrió, o la luz que proyectó sobre algún punto oscuro, puede, un día, tocar en otro ser pensante, conmoverlo, alegrarlo y consolarlo; es a él a quien le hablamos, como nos hablaron otros espíritus semejantes, y que nos consolaron a nosotros mismos en este desierto de la vida.”
                                                                                                          Schopenhauer

     
Casi sin darnos cuenta, la charla de Agabo había concluido, fuimos desalojando la gran sala iluminada en dirección a los vestuarios, donde nos despojaríamos de la ropa ceremonial que habíamos utilizado, para luego prolongar nuestro encuentro con un paseo informal por los hermosos jardines exteriores de la mansión.

La serena belleza del lugar nos invitaba a compartir unos con otros, distintos aspectos de la magistral exposición de Agabo, todos queríamos intercambiar impresiones, y de ser posible, prolongar la emoción que nos embargaba, la imagen de María Magdalena, había adquirido para cada uno de nosotros una nueva e impactante dimensión.

El camino que recorríamos nos fue conduciendo hacia una hermosa fuente, en cuyo alrededor se habían colocado mesas y sillas para que pudiésemos sentarnos, al acercarnos, percibimos de que nos estaban esperando un grupo de jóvenes de ambos sexos, vestidos como camareros de confitería, los cuales, una vez que nos fuimos ubicando, nos ofrecieron  alimentos y refrescos finamente elaborados.

Nos sentimos halagados, por este gesto inesperado, alguien se había preocupado de que tuviésemos una oportunidad de interactuar los unos con los otros, en un clima distendido, una magnífica oportunidad de estrechar lazos, que ninguno de los presentes quería desaprovechar.

Todos hablábamos unos con otros, intercambiando lugares  a veces  para estar un poco en cada lado, nos sentíamos hermanados, unidos por un vínculo muy especial, sabíamos que existía una buena razón para que estuviésemos juntos, en esta ocasión, y en las otras anteriores que habíamos tenido, quizás no llegábamos a comprender las razones por las cuales habíamos sido escogidos, pero fuere cual fuere esa razón, el simple hecho de estar allí, nos colmaba de gozo, agradecimiento, y nos imbuía un sentimiento de profunda humildad.  

De pronto, nos llamó la atención, el hecho de que se habían juntado unas cuantas mesas y sillas, y en medio del grupo, se podía escuchar la inconfundible voz de Agabo, que intentaba dar respuesta a varias preguntas que se le formulaban.

Al acercarme, pude escuchar que se le estaba preguntando a Agabo la causa por la cual, no había hecho referencia alguna a los llamados, Evangelios Gnósticos, que él mismo, nos había dicho anteriormente que utilizaría, como argumentos de apoyo a su disertación sobre María Magdalena.

Agabo, se sonrió, y respondió: Existen innumerables pasajes en las escrituras oficialmente aceptadas por todos, que como lo han podido apreciar por sí mismos, nos han arrojado muchísima luz, sobre la íntima relación que unía a Jesús con María Magdalena.

Por esta sencilla razón no he querido abundar en otras fuentes, un poco, para no caer en el uso de referencias, que los inquisidores, se habían encargado de eliminar de los registros oficialmente aceptados, con el argumento de que tales escritos sólo podían ser apócrifos.

No obstante, si les interesa, puedo mencionarles algunos pasajes de estos escritos que han podido recuperarse en este último siglo, mas precisamente, en el mes de diciembre de mil novecientos cuarenta y cinco, en Gebel Tarif, a unos cinco kilómetros de Nag Hammadi, en el medio Egipto, lo que allí se encontraba, para sorpresa de todos, eran restos de una antigua biblioteca copta y habían sido preservados por algún monje, que los ocultó, a sabiendas de que sobre ellos, pesaba la sentencia de destrucción.

La historia, al igual que la verdad, tiene caminos propios, siempre,- y esta vez voy a emplear el término correcto – gracias a Dios, algún personaje anónimo, quizás hasta considerado insignificante, tiene la lucidez de los cielos, y se constituye en un instrumento vital en la preservación de elementos de prueba de hechos que la soberbia del poder, se empeñan infructuosamente en ocultar.

Estos escritos encontrados, difieren, o no coinciden, con los evangelios registrados en la Biblia, pues como ya les habíamos explicado, sólo se preservaron aquellos que se ocuparon de relatar los aspectos divinos de Jesús, es decir, su relación con el Padre, relataron parte de sus palabras y acciones, se concentraron en los hechos “milagrosos” , más trascendentales,  y apenas hicieron alguna mención de los hechos cotidianos, que como hombre, cumplidor de la ley de Moisés, habían sido parte esencial en su estancia entre nosotros, sus hermanos.

Los llamados, evangelios gnósticos, nos revelan aspectos de la vida de Jesús en tanto hombre, con sus gustos y aficiones, un Jesús integrado a la vida en sociedad, con hermanos y hermanas, hijos de su madre mortal y de José, con parientes, amigos y compañeros, un Jesús desconocido, para aquellos, que sólo dependen del “relato oficial”, el cual se limita a mencionar, solamente lo siguiente:

“Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.”
                                                                                              Lucas  2: 40  

Voy a darles lectura, comenta Agabo, y a modo de ejemplo, dos pasajes de éstos escritos, que nos demostrarán, la verdadera relación que existía, entre Jesús y María Magdalena.

De los escritos atribuidos a Felipe, leemos lo siguiente:

“Y la compañera del Salvador es María Magdalena.

Cristo la amaba más que a todos sus discípulos y solía besarla en la boca.

El resto de los discípulos se mostraban ofendidos por ellos y le expresaban su desaprobación.

Le decían: ¿Por qué la amas más que a todos nosotros?”

Del evangelio de María Magdalena, les leeré lo que sigue:

“Y Pedro dijo: ¿Ha hablado el Salvador con una mujer sin nuestro conocimiento?

 ¿Debemos darnos todos la vuelta y escucharla? ¿La prefiere a nosotros?

Y Leví respondió: Pedro, siempre has sido muy impetuoso.

Ahora te veo combatiendo contra la mujer como contra un adversario.

Si el Salvador la ha hecho digna, ¿quién eres tú para rechazarla?

Seguro que el Salvador la conoce muy bien.

Por eso la amaba más que a nosotros.”

Como pueden apreciar, a través de estos relatos mencionados, se pueden  intuir los gérmenes de cierto celo, entre los discípulos varones más allegados a Jesús, con la posición de privilegio que éste le daba a María Magdalena, sobre todo a un hombre impetuoso como Pedro, que se había regido desde siempre por la ley de Moisés, y no podía concebir, que una mujer, estuviese por encima de ellos en la preferencia de su Maestro.

No entendieron, que el sacerdocio de Melquisedec, del cual Jesús era Sumo Sacerdote, le daba a la mujer una preeminencia mucho mayor y trascendente, que la simple sumisión prescrita en la ley de Moisés.

Como les comenté en la exposición que tuvimos en la gran sala, luego del sacrificio expiatorio del Salvador, nos urgía la inmediata evacuación de María Magdalena, para poder preservar el cáliz sagrado, la sangre de Jesús, en el vientre de su compañera eterna, y es por esta honrosa circunstancia, que hoy tuve el inmenso placer de compartirlo con todos ustedes.    

Escritos De Un Caminante



Una mañana, caminando por la playa, mis pies, la arena y el mar, de pronto, percibí la inmensidad, la percepción y yo éramos uno y juntos, el universo.
Una mañana, caminando por la playa, mis pies, la arena y el mar.

Relato que trata del origen de los llamados “hijos de Dios” desde su condición  de Inteligencias Eternas.

Nuestros  Padres Celestiales organizaron nuestros cuerpos espirituales tal como nosotros, padres terrenales, organizamos los cuerpos físicos de aquellos que son enviados a nuestro mundo llamado Tierra con la finalidad de que puedan continuar con su progreso mediante   el descubrimiento y desarrollo de sus atributos divinos.

Ahora, cómo ha sido el principio?, el comienzo de nuestra historia como seres conscientes de su individualidad? las escrituras nos hablan de un concilio en los cielos dónde todos fuimos consultados, de la aceptación de un Plan de Salvación y de las consecuencias de la rebelión de Lucifer, la gran batalla de los cielos y la posterior expulsión de un tercio de los hijos de Dios.

Nada se nos dice en cuánto a nuestras primeras experiencias como seres organizados, sabemos que nos distinguíamos por nuestra inteligencia y nobleza, en el Libro de Abraham, capítulo 3, leemos lo siguiente:

“Y el Señor me dijo: Estos dos hechos existen: hay dos espíritus, y uno es más inteligente que el otro; habrá otro más inteligente que ellos; yo soy el Señor tu Dios, soy más inteligente que todos ellos” (3:19)

“Yo habito en medio de todos ellos; por tanto, he descendido ahora para darte a conocer las obras que mis manos han hecho, por lo que mi sabiduría los sobrepuja a todos ellos, pues reino arriba en los cielos y abajo en la tierra, con toda sabiduría  y prudencia, sobre todas las inteligencias que tus ojos han visto desde el principio; yo descendí en el principio en medio de todas las inteligencias que has visto.

Y el Señor me había mostrado a mí, Abraham, las inteligencias que fueron organizadas antes que existiera el  mundo; y entre todas éstas había muchas de las nobles y grandes;

y vio Dios que estas almas eran buenas, y estaba en medio de ellas, y dijo: A éstos haré mis gobernantes; pues estaba entre aquellos que eran espíritus, y vio que eran buenos; y me dijo: Abraham, tú eres uno de ellos; fuiste escogido antes de nacer .” (3: 21 – 23)

De la lectura de éstos versículos aprendemos que para llegar a ser reconocidos como Hijos de Dios, debemos pasar por algunas etapas, como ocurre en la naturaleza con
la transformación del simple gusano en una hermosa mariposa, primero se nos dice que éramos inteligencias que existíamos sin organización y que fuimos organizadas por nuestro Padre Celestial – seguramente con la colaboración de una ayuda idónea e indispensable, una Madre Celestial, para dar forma a nuestro cuerpo espiritual a imagen y semejanza de nuestros padres eternos.

Se nos dice que vivíamos en la presencia del Padre, que gozábamos de su amor e influencia, si consideramos la gran multitud que nosotros sus hijos constituimos es evidente que formábamos una sociedad de dioses en la cual cada uno de nosotros desempañaba algún tipo de mayordomía en armonía con la perfecta organización que el Padre había dispuesto para nuestro bienestar y desarrollo.

Cómo podemos avanzar en el descubrimiento de éstos, nuestros primeros pasos?, veamos:
En Apocalipsis capítulo 2 versículo 17, el apóstol Juan nos revela;
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe. ”

Si alguna vez hemos caminado por la playa quizás hayamos podido encontrar alguna piedrecita blanca, negra, o de algún  otro color la cual por la acción del mar y la arena, al ser golpeada una y mil veces ha adquirido una suavidad y brillo que la hacen verdaderamente hermosa y sumamente agradable de sentir entre nuestros dedos.

De la misma manera que el canto rodado es pulido por medio de la acción de los elementos los cuales van limando su primitiva aspereza , nuestro ser va adquiriendo la sensibilidad necesaria mediante la guía del espíritu dejando que el divino maestro vaya dándole la forma adecuada para que pueda alcanzar algún día la perfección.

En el libro de Malaquías, capítulo 3 versículos 2 y 3, leemos lo siguiente:

“¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿ o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste ?Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.

Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinara como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia.”

La promesa dada en Apocalipsis de poder comer el maná escondido, es decir, la posibilidad de alimentar diariamente nuestro cuerpo espiritual es dada solamente a aquellos que han logrado vencer las limitaciones propias de nuestra condición mortal y romper las barreras físicas que nos mantiene atrapados a lo temporal, como si fuese una imaginaria ley de gravedad que nos impide elevarnos y salir de su influencia.

Ahora bien, es posible romper esta barrera?, en el Libro de Doctrina y Convenios en la sección 130, versículos 20 y 21 leemos lo siguiente:

“Hay una Ley, irrevocablemente decretada en el cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se basan;

y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa.”

En la sección 131 versículos 5 al 8, ampliamos:

“La palabra profética más segura significa que un hombre sepa, por revelación y el espíritu de profecía, que está sellado para vida eterna, mediante el poder del Santo Sacerdocio, el cual es en el varón al igual que en la mujer.
Es imposible que el hombre se salve en la ignorancia.”

“No hay tal cosa como materia inmaterial. Todo espíritu es materia, pero es más refinado o puro, y sólo los ojos más puros pueden discernirlo;

No lo podemos ver; pero cuando nuestros cuerpos sean purificados, veremos que todo es materia.”

De manera que cumpliendo con la ley sobre la cual se basa es posible acceder al conocimiento, esto significa comprender la ley , salir de la ignorancia y por el espíritu de profecía obtener la comunicación con Dios el Padre, es decir lograr la revelación personal   el cual es el único medio de obtener conocimiento.

El Padre conoce a cada una de sus creaciones y en cuánto a nosotros, sus hijos, nos ha transferido sus atributos divinos, pero de tal manera,  que cada uno, es un ser único, un individuo irrepetible, poseedores de un potencial divino que le es propio, rasgos esenciales por los cuales el Padre les reconoce en medio de la multitud de sus creaciones, somos portadores de una señal que sólo nosotros podemos transmitir, nadie más puede hacerlo, es única exclusiva de cada uno de sus hijos y es por eso que les reconoce y les escucha llamándolos por su nombre.

Esa individualidad es complementada por la posesión más importante que todos Los Dioses poseen, el libre albedrío, la capacidad de escoger entre todas las opciones posibles aquella a la cual consideramos como la mejor, de acuerdo con los dictados de nuestra propia conciencia.

El camino que conduce a la exaltación, es decir, el largo proceso que transforma a los hijos espirituales de Dios en poseedores de su herencia eterna es iniciado en el hogar celestial bajo la influencia y orientación de nuestros padres eternos , es decir padre y madre perfectos, cuya obra y gloria nos es otra que la de llevar a cabo la inmortalidad y vida eterna de cada uno de sus hijos, ver Moisés 1, versículo 39, tal como aquellos que en la tierra, en su condición de padres terrenales, aspiran a que sus hijos puedan alcanzar los mayores niveles de desarrollo y, de ser posible, alcanzar niveles superiores a los conquistados por sus progenitores.

Es en lo que llamamos la preexistencia  donde comienza nuestra vida y ha sido allí donde hemos tomado nuestras primeras decisiones, algunas de las cuales han sido de tremenda relevancia para nuestro progreso eterno...

... Hago un alto en el camino para después continuar, buscando un poco aquí, otro poco mas allá, armando un puzzle sin forma que todo puede abarcar.

La verdad no es un terreno que se pueda alambrar, los ojos miran sin ver, los oídos oyen sin escuchar, no puede ser poseída, no tiene título de propiedad, como el aire, se inhala y se exhala, vivifica por dentro, su esencia es la libertad y no hay libertad sin diversidad, la diversidad es la que nos une, como une los sonidos de cada instrumento la mano del Divino Maestro, convirtiendo en sublime sinfonía la obra de sus creaciones, fuera de eso reina el caos, la materia prima sin organizar que es puesta en nuestras manos para que podamos  jugar a crear.
Hugo W. Arostegui