jueves, 5 de mayo de 2016

El Escritor Y Su Arte Creativo


Estoy haciendo un alto en una serie de secuencias en las cuales he tenido el gusto de “trabajar en equipo” con un grupo de estudiantes que preparan material para elaborar sus tesis de trabajo y han solicitado mi colaboración la cual he realizado con mucho gusto.

El resultado ha sido una hermosa experiencia en el transcurso de la cual significó la necesidad de mantener un contacto permanente y el  poder brindar una información confiable en tiempo y forma a los efectos de satisfacer las inquietudes que surgían a medida que avanzaban en la elaboración de la referida tesis.

Claro que no es lo mismo el “trabajar a demanda” como en este caso, donde lo que se requiere es “recurrir a la memoria” y a través de la experiencia acumulada desarrollar los temas en cuestión, 

Digamos que la expresión creativa le dejó su paso a la “verborragia” para la presentación de los temas, que el acto creativo en sí mismo, donde el autor toma una hoja en blanco y va deslizando sobre el teclado su impronta, dotando de vida  a una expresión que surge cual si fuese una “nueva criatura” que irrumpe a la escena creativa con el valor de toda su espontaneidad  ha quedado para 
esta oportunidad

Así las cosas he vuelto a la tarea de crear en mi intelecto las nuevas impresiones que afloran en mi mente con la íntima satisfacción que solo quien participa de este proceso lo percibe.

Hugo W. Arostegui




martes, 3 de mayo de 2016

Sinergia

Aunque la tarea que realizo requiere trabajar solo, en realidad la actividad que desarrollamos se efectúa en equipo, integramos un grupo que se complementa y que se esfuerza por brindar un servicio de excelencia.

Este sentido cooperativo del trabajo organizado permite la obtención de resultados mucho más fructíferos que el que se pudiera lograr sumando los esfuerzos individuales de cada uno.

Cuando se aúnan esfuerzos en procura de un resultado común se reivindica nuestra condición de humanos y se dan pasos considerables en nuestra evolución social.

Sinergia significa cooperación, y es un término de origen griego, "synergía", que significa "trabajando en conjunto".

La sinergia es un trabajo o un esfuerzo para realizar una determinada tarea muy compleja, y conseguir alcanzar el éxito al final.

La sinergia es el momento en el que el todo es mayor que la suma de las partes, por tanto, existe un rendimiento mayor o una mayor efectividad que si se actúa por separado.

El contexto de sinergia surgió por primera vez en el ámbito religioso, tal como lo establecía San Pablo en sus epístolas, es el resultado del trabajo entre el hombre y Dios.

Tan solo en el año 1925, el término fue utilizado en un contexto no teológico con la teoría general de sistemas propuesta por el biólogo alemán, Ludwig Von Bertanlanffy ya que un sistema consiste básicamente en un conjunto de elementos que se relacionan entre sí con el fin de lograr uno o más objetivos.

La sinergia es cuando dos objetos, o incluso dos personas, actúan de la misma manera para conseguir un objetivo determinado.
Este término se utiliza también para hablar de las parejas y los diferentes niveles de amistad, donde las personas se esfuerzan mucho para que la relación funcione y las dos partes hacen lo mismo.
La sinergia es el concurso de activo y concentrado de varios órganos para realizar una función y, dicho término, se puede observar en diferentes contextos todo depende de lo que se desea expresar.
En la fisiología o en la biología, la sinergia es el acto en el que varios órganos o músculos se mueven con el mismo fin, con el mismo objetivo, por ejemplo: gracias a la sinergia entre los órganos del ser humano es que este puede respirar, comer, etcétera.

En matemáticas, específicamente en la teoría de sistemas, la sinergia es la convergencia de las partes de un todo que pretenden conseguir el mismo resultado.

En medicina, el efecto sinérgico es la interacción entre los fármacos o los medicamentos donde se obtiene un resultado diferente del que se podría haber alcanzado si estos medicamentos fuesen suministrados de manera independiente
.
En el ámbito de la psicología, la sinergia es la unión de diferentes conocimientos y habilidades para cumplir un objetivo de manera eficiente y eficaz, esto se logra mediante la colaboración, unión de varios esfuerzos, aportar cada individuo lo que mejor sabe hacer y la complementariedad entre ellos.  

Hugo W Arostegui

Inmensidad



“Una mañana, caminando por la playa, mis pies, la arena y el mar, de pronto, percibí la inmensidad, la percepción y yo éramos uno y juntos, el universo.
Una mañana, caminando por la playa, mis pies, la arena y el mar.”

En mis tiempos de juventud, y ustedes me dirán: “otra vez hablando de sus tiempos de juventud” y por supuesto, tienen toda la razón, pero lo que pasa es que esta vez estoy intentando desarrollar un tema que trata sobre la inmensidad y para mencionar la inmensidad no debe haber nada mejor que recurrir a las experiencias de vida en las cuales nos hemos identificado con esta tan extraña como maravillosa sensación de percibir ese gran telón donde se despliega ante nuestra insignificante inmediatez la enorme dimensión de todo aquello que nos rodea en el inconmensurable universo en el cual aportamos algo que nos identifica con el arte y la creatividad que es en en donde se expresa toda nuestra humanidad.

Dentro del ámbito de la Literatura también se ha recurrido al uso de ese término para darle título a numerosas obras.

Este sería el caso, por ejemplo, de “Este inmenso mundo”, que fue escrito por Lewis Sinclair. La novela gira en torno a Hayden Chart, un hombre que se encuentra atravesando uno de los momentos más trágicos de su vida: la muerte en accidente de tráfico de su mujer.

Esa pérdida le duele tanto que ni siquiera su profesión como arquitecto le satisface. Por eso, decide emprender un viaje lejos de su hogar. Se marcha a Europa y concretamente a Florencia, donde se topará con una ciudad que le enamorará y que le devolverá parte de la felicidad perdida.

Es habitual que tanto coloquialmente como dentro del ámbito del arte se utilice inmenso para definir al mar, que se convierte en fuente de inspiración para poetas, compositores, escultores o pintores. 
Y todo ello sin olvidar que, de la misma manera, se emplea para referirse al cielo.

Algo inmenso puede ser inmensurable en su esencia, ya que no existe ninguna posibilidad de establecer una medición. En este sentido, el concepto suele utilizarse en referencia a Dios y a sus atributos.

Es posible expresar que Dios es inmenso, ya que su presencia no puede medirse, o que el amor divino es inmenso porque abarca a todas las criaturas y no deja a nadie afuera

Lee todo en: Definición de inmenso - Qué es, Significado y Concepto http://definicion.de/inmenso/#ixzz47bQRD2pR

Hugo W. Arostegui

lunes, 2 de mayo de 2016

Imágenes De Inmensidad










Autoestima



Es muy probable que no exista nada más limitante que el siquiera considerar que no nos sentimos aptos para realizar cualquier tipo de tarea a la cual nos aboquemos a realizar.
En el caso particular de quienes periódicamente nos sentamos ante un teclado para desarrollar un tema determinado si no nos sentimos anímicamente preparados para hacerlo lo más probable es que sucumbamos en medio de la maraña de dudas y miedos que tal tarea presupone.
Si bien no deja de ser cierto que la experiencia y la práctica constante de determinada disciplina nos da cierta habilidad y confianza para realizar la tarea, no menos cierto resulta que los temas que abordamos requieren un cada vez mayor compromiso con lo que expresamos, situación ésta que apunta directamente a la sensibilidad y autoestima de quien emite una opinión.
La autoestima está relacionada con la evaluación que una persona hace de sí misma. Cuando esa evaluación es positiva, decimos que tiene una alta autoestima, mientras que si esa evaluación es negativa, decimos que su autoestima es baja.
La autoestima consiste en una serie de pensamientos, conductas y emociones dirigidas hacia uno mismo. Lo que pienses de ti en cada momento, cómo te hables a ti mismo, cómo te trates, lo que haces cuando cometes un error, cuando alguien te critica, cuando triunfas, cuando te halagan, cuando fracasas… Todo eso va conformando tu autoestima.

La autoestima tiene que ver con tu actitud hacia ti mismo, con tus ideas preestablecidas, con tus normas autoimpuestas. Si eres una persona rígida e inflexible, que se impone duras normas de comportamiento, y excesivamente perfeccionista, te resultará mucho más difícil mantener una autoestima saludable que si eres más tolerante contigo mismo, tus errores y tus fracasos.
Una baja autoestima crea para ti un mundo muy diferente del que crearía una autoestima adecuada.
La baja autoestima te impide hacer muchas cosas que desearías hacer, te hace temer los riesgos y esperar el fracaso, te lleva a esperar el rechazo de los demás, cometer errores, creer que no eres capaz; te lleva a fracasar en aquello en lo que podrías tener éxito y, en definitiva, te lleva a construirte una vida muy diferente de la que llevarías si tuvieras una buena autoestima.

La buena noticia es que si tú has creado tu baja autoestima, también tú puedes crear una autoestima alta.

Ten en cuenta también que la autoestima no necesariamente es algo general, que se dé en todos los aspectos de lo que eres.
Tu autoestima puede ser alta a nivel profesional, por ejemplo, pero muy baja cuando se trata de buscar pareja. O tal vez te consideras competente para relacionarte con los demás, pero incompetente y fracasado en el trabajo.
Hugo W. Arostegui





domingo, 1 de mayo de 2016

Sensibilidad

“En el lenguaje cotidiano la palabra "sensibilidad" designa la capacidad para captar valores estéticos y morales, pero en la filosofía kantiana esta expresión designa la facultad para tener sensaciones; aunque no es muy exacto, podemos identificarla con la percepción.
La Sensibilidad  se divide en Sensibilidad interna y Sensibilidad externa; la Sensibilidad interna es la percepción interna, es decir la capacidad para tener un conocimiento inmediato, directo, de la propia vida psíquica, como cuando sabemos que estamos tristes o que estamos recordando o pensando; la Sensibilidad externa es la percepción externa, es decir la capacidad para tener un conocimiento inmediato de los objetos físicos, como cuando vemos una mesa o escuchamos una canción. El espacio y el tiempo son formas a priori de la sensibilidad externa, y el tiempo es la forma a priori de la Sensibilidad interna”
Immanuel Kant 
(1724-1804)

Un día como el de hoy, 1ro. De mayo, es una invitación a incursionar por los derroteros de la mente e intentar detenernos en el tiempo en aquellos remotos y desafiantes momentos en los cuales tuvimos la dicha incomparable de beber de esa agua siempre vida que manaba pura y cristalina de nuestros primeros libros en los cuales nos familiarizábamos con el pensamiento de autores que nos han inculcado en nuestro corazón  el amor por la Filosofía.

El valor de la sensibilidad reside en la capacidad que tenemos los seres humanos para percibir y comprender el estado de ánimo, el modo de ser y de actuar de las personas, así como la naturaleza de las circunstancias y los ambientes, para actuar correctamente en beneficio de los demás. Además, debemos distinguir sensibilidad de sensiblería, esta última siempre es sinónimo de superficialidad, cursilería o debilidad.

Sin embargo, en diferentes momentos de nuestra vida cotidiana hemos buscado afecto, comprensión y cuidados, y a veces no encontramos a esa persona que responda a nuestras necesidades e intereses. ¿Qué podríamos hacer si viviéramos aislados? 

La sensibilidad nos permite descubrir en los demás a ese “otro yo” que piensa, siente y requiere de nuestra ayuda.

Ser sensible implica permanecer en estado de alerta de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, va más allá de un estado de animo como reír o llorar, sintiendo pena o alegría por todo.

¿Acaso ser sensible es signo de debilidad? No es blando el padre de familia que se preocupa por la educación y formación que reciben sus hijos; el empresario que vela por el bienestar y seguridad de sus empleados; quien escucha, conforta y alienta a un amigo en los buenos y malos momentos. La sensibilidad es interés, preocupación, colaboración y entrega generosa hacia los demás.

No obstante, las personas prefieren aparentar ser duras o insensibles, para no comprometerse e involucrarse en problemas que suponen ajenos a su responsabilidad y competencia. De esta manera, las aflicciones ajenas resultan incómodas y los padecimientos de los demás molestos, pensando que cada quien tiene ya suficiente con sus propios problemas como para preocuparse de los ajenos. La indiferencia es el peor enemigo de la sensibilidad.

Lo peor de todo es mostrar esa misma indiferencia en familia, algunos padres nunca se enteran de los conocimientos que reciben sus hijos; de los ambientes que frecuentan; las costumbres y hábitos que adquieren con los amigos; de los programas que ven en la televisión; del uso que hacen del dinero; de la información que reciben respecto a la familia, la moda, la religión, la política… todas ellas son realidades que afectan a los adultos por igual.

Actuando de esta manera, se pierde la posibilidad de construir un futuro diferente. Puede parecer extraño, pero en cierta forma nos volvemos insensibles con respecto a nosotros mismos, pues generalmente, no advertimos el rumbo que le estamos dando a nuestra vida: pensamos poco en cambiar nuestros hábitos para bien; casi nunca hacemos propósitos de mejora personal o profesional; trabajamos sin orden y desmedidamente; dedicamos mucho tiempo a la diversión personal
.
En este sentido, la vida marcada por lo efímero y el placer inmediato o dejarse llevar por lo más fácil y cómodo, es la muestra más clara de insensibilidad hacia todo lo que afecta nuestra vida. Reaccionar frente ante las críticas, la murmuración y el desprestigio de las personas, es una forma de salir de ese estado de pasividad e indiferencia, para crear una mejor calidad de vida y de convivencia entre los seres humanos.

Debemos emprender la tarea de conocer más las personas que nos rodean: muchas veces nos limitamos a conocer el nombre de las personas, incluso compañeros de trabajo o estudio, criticamos y enjuiciamos sin conocer lo que ocurre a su alrededor: el motivo de sus preocupaciones y el bajo rendimiento que en momentos tiene, si su familia pasa por una difícil etapa económica o alguien tiene graves problemas de salud. Todo sería más fácil si tuviéramos un interés verdadero por las personas y su bienestar.

En otro sentido, vivimos rodeados noticias y comentarios acerca de los problemas sociales, corrupción, inseguridad, pobreza, distribución de la riqueza de manera desigual etc… estas cuestiones progresivamente las naturalizamos, dejamos que formen parte de nuestra vida sin intentar cambiarlas, dejamos que sean otros quienes piensen, tomen decisiones y actúen para solucionarlos. La sensibilidad nos hace ser más previsores y participativos, pues no es correcto contemplar estos problemas creyendo que somos inmunes y que no nos afectarán.

Por el contrario, la sensibilidad nos hace despertar hacia la realidad, descubriendo todo aquello que afecta en mayor o menor grado al desarrollo personal, familiar y social. Con sentido común y un criterio bien formado, podemos hacer frente a todo tipo de inconvenientes, con la seguridad de hacer el bien poniendo todas nuestras capacidades al servicio de los demás.

Hugo W Arostegui


Obsecuencia: Conmemorando Un Nuevo 1ro. De Mayo

Tal como se puede apreciar en los enfrentamientos que actualmente sacude a las masas ya un tanto uniformes que componen “los adherentes” a los partidos políticos, los cuales se comportan, cada vez más, con una aptitud de meros acólitos, seguidores de algún gurú de gran influencia mediática ,cuyos seguidores pareciera que anteponen el fervor al razonamiento
Así estamos, envueltos en una bruma que nos impide observar con la claridad necesaria los acontecimientos que cada día se tornan cada vez más difusos a un punto tal de que ya no es posible distinguir lo que estimamos como correcto con aquellas acciones  que obviamente no lo son.
Es notorio que la inercia de las masas se acelera en detrimento del buen juicio. Cada vez son menos los que deciden anclar en el sano ejercicio del razonamiento. Las posturas tienden a radicalizarse volviéndose blanco o negro a la vez que se va engendrando una conducta maniquea de buenos y malos. Las divisiones se pronuncian al compás de discursos vehementes pero de vacío contenido. Ya no importa lo que se dice sino como se lo dice y quien lo profesa. Así es como el burócrata encontró en el marketing a su mejor aliado.
Se torna entonces pecaminoso mostrarnos indiferentes frente al ultraje que la técnica padece a manos de la política, que con su retórica imponente enmaraña a una sociedad cada vez más diezmada.
Seguir al líder es la premisa fundamental porque toda verdad radica en él, más no en el estudio riguroso de las cosas. Lo que el mandamás esgrime es mostrado como una revelación y poco importa la acallada vocación al conocimiento.
La idea de militancia emerge con una fuerza inconmensurable ante la mirada ya escéptica de una ciudadanía cuantitativamente inferior.
Casi sin darnos cuenta fuimos testigos cómplices del triste devenir social.
 Nos desprendimos sigilosamente de los emblemas republicanos para convergir en el lúgubre camino del caos. La única ley permitida es aquella labrada por las palabras del iluminado a seguir. Bajo el apotegma “conmigo o contra mí”, el partidismo militante enfatiza en la rivalidad perpetua. No hay opositores, hay enemigos. Si alguna vez la política supo ser el instrumento capaz de permitirnos una armoniosa convivencia, hoy ya no lo es. El giro ha sido copernicano: el medio se volvió un fin y el fin se volvió un medio. Ya no se trata de un marco donde la política es para los individuos sino que es al revés. Los objetivos se volvieron meramente electoralistas y en consecuencia el éxito estriba en la persuasión de quienes “eligen”.
El gran laurel es el ejercicio del poder y no se permiten segundos puestos. La verdad solo puede brindarla quien llega primero y toda disidencia es tomada como grito de guerra. De esta forma, el manual del militante nos enseña que no hay lugar para grises: se está con el líder o no se está. Pareciera que quien gobierna no comete yerros, puesto que toda disfuncionalidad del “modelo” responde siempre a fuerzas malévolas que confabulan en contra del legítimo Mesías.
Por ello, en la mentalidad de la militancia, la justificación es uno de los pilares fundamentales. Por muy surrealista que esto parezca, así es la realidad que nos agobia. Los fanáticos coparon el último bastión de nuestra sociedad: la mente.
Nos encontramos contaminados con el virus del dogmatismo más visceral.
No se piensa más en pos de una idea superadora, se piensa en términos de partidos y bandos. El sector que abrace mayores voluntades será quien venza sin importar la más cruda y objetiva realidad.
De esta forma, entre bombos y platillos, nos refriegan su victoria, una victoria que mutila la más mínima intención por sumergirse en el enriquecedor océano de replanteos. Los pensamientos que no son afines a quienes detentan el poder son confinados al obituario que significa el rótulo.
La censura es más sofisticada que en otras épocas, porque ahora se cobija bajo el manto de la descalificación.
Quien diside es imputado con un sin fin de improperios y no escapa a la condena de verse vinculado con la representación de “intereses mezquinos”. La maldad y el desacuerdo se volvieron sinónimos porque la militancia dejó en jaque al civismo.
Resulta alarmante la hipocresía con la que se manejan quienes hoy justifican actos que en otros tiempos hubiesen considerado un atropello.
Ahora llaman medios para la concientización a metodologías que en otros tiempos acusaban de propagandísticas y propias de una dictadura.
 Asimismo aplauden la violencia con la que amedrentan a los hacedores siendo que antes clamaban por la paz.
Triste dicotomía de una mentalidad perversa. Se hace evidente que la estrategia ya no radica en una gestión que abogue por el bienestar general sino en una que pueda manejar voluntades.
La mirada es cuantitativa, de modo que apelan al persuasivo discurso de lo nacional y popular para pegar impunemente al motor que genera la riqueza: el emprendimiento.
Tragicómicamente dicen defender los intereses de los trabajadores al mismo tiempo que cercenan las prerrogativas de quienes suministran los puestos de trabajo.
Difícil es poder predecir el puerto que nos depara un horizonte no muy lejano, lo cierto es que éste no es el rumbo.
Con un gobierno que detenta un poder omnímodo y una militancia cada vez más envilecida, se hace difícil poder retomar el camino de la razón. Las ideas cayeron en el sopor de una sociedad simplista porque su meta no es la verdad sino la eterna confronta. Se torna inevitable que en el declive del raciocinio las confusiones afloren a través de conceptos superfluos: derechas; izquierdas; intereses concentrados; justicia social; etc.
Es la semántica, sin dudas, un arma de efectivos resultados para el burócrata.
La repetición vaga de ciertas palabras, con sus respectivas significaciones e intencionalidades, se imponen como verdades absolutas e hipnotizan la conciencia colectiva.  Lamentablemente la partidocracia sepultó el espíritu innovador y pensante del individuo mientras erigió la consonancia del fanatismo.
De esta forma es que permitimos un gobierno de improvisados que gestionan según la coyuntura. Lo que digan no importa porque de todos modos serán defendidos a ultranza. Es que hemos llegado al punto donde la razón agoniza y emerge la obsecuencia.
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Hugo W Arostegui