viernes, 23 de junio de 2017

Introspectiva


Todo comienza con el acto de prestar atención. Si estamos siempre en la acción, vivimos reaccionando a los estímulos mecánicamente. En lugar de precipitarnos hacia la situación que tenemos enfrente, podemos dedicar un momento a examinar nuestro interior, observarlo, CONECTARNOS CON LO QUE SENTIMOS y verificar la razón del porque actuar como estamos a punto de hacerlo. EL CENTRARNOS Y MIRARNOS INTROSPECTIVAMENTE NOS ASEGURA QUE, SUCEDA LO QUE SUCEDA EN EL EXTERIOR, NO PERDEREMOS NUESTRO EQUILIBRIO INTERIOR NI AUTORESPETO.

Habiendo verificado nuestro estado interno, podemos entonces llevar nuestra atención hacia la situación en sí y observarla con mayor objetividad y claridad, para enfrentarla no desde nuestros hábitos, sino de verdad siendo fiel a nosotros mismos en ese determinado momento. Sin este proceso no podríamos realmente tomar la iniciativa correcta, ya que el control y la concentración dependen del nivel de nuestra introspección.

La introspección es realmente la puerta al progreso y transformación personal, es central en términos de nuestro desarrollo personal y espiritual. Sin la capacidad de asimilar lo que aprendemos y de reflexionar profundamente sobre lo que soy, lo que siento, lo que he aprendido de mí y también sobre los principios del conocimiento espiritual que tantas veces hemos leído o escuchado (para convertirlos no sólo en comprensibles sino en practicables) no podemos avanzar de manera efectiva. Podemos pensar y hablar de progreso y de desarrollo espiritual, pero es la facultad de la introspección, del autoobservarnos en silencio, de discernir qué es lo bueno para mí, la que nos proporciona las herramientas para transformar cualquier situación que afrontemos y avanzar en nuestro camino de la vida. La introspección es la base de nuestra estabilidad personal, especialmente frente a las adversidades y también es la posibilidad de hacer cambios y explorar formas más profundas de mi ser.

Para incrementar esta consciencia interna cada día, es importante hacer paradas en nuestro camino y LLEVAR LA ATENCIÓN HACIA NUESTRO SER, nuestra esencia, y conectar con nuestro centro interior de paz y silencio, desde el cual somos un observador desapegado de las situaciones externas y podemos observar de forma objetiva y apreciativa el juego de la vida que se está desarrollando constantemente a nuestro alrededor.

Te invito a hacerlo, inténtalo. Es simple, una vez que pudiste parar. Una vez que te detienes puedes quedarte en silencio, meditar, contemplando cada situación, conectándote con tus emociones genuinas, dejando que aparezca lo que aparezca, aceptarlo para luego escribir, dibujar, traer imágenes.

Tú sabrás cómo te resulta mejor.
Adelante!



Hipocondríacos


El término hipocondríaco es un término que se utiliza en el ámbito de la medicina para designar a aquellas personas que demuestran permanente y constante sensación de estar enfermos, incluso cuando están físicamente saludables. La hipocondría, así se llama la condición que sufre el hipocondríaco, es una condición muy común en la actualidad ya que debido a la constante y variada información a la que las personas pueden acceder al respecto de la salud, se suelen generar diagnósticos falsos e inapropiados sobre posibles sensaciones que en realidad no representan ninguna complicación médica.

La palabra hipocondríaco proviene del griego y se usaba para hacer referencia a una sección del abdomen conocida como hipocondrio. Se estima que el nombre proviene del hecho de que las personas que se sienten constantemente enfermas tienen la tendencia a aferrarse al propio estómago en señal de incomodidad o dolencia. Sin embargo, esta teoría no está del todo comprobada.

La actitud del hipocondríaco es aquella de sentir que de manera permanente sufre de dolencias, molestias o complicaciones corporales que pueden derivar, de acuerdo a sus ideas y juicios propios, en enfermedades graves e irremediables. Así, el hipocondríaco suele realizar sus propios diagnósticos sin siquiera consultar a profesionales de la salud o a veces pueden consultarlos pero ya teniendo decidido o asumido el problema que enfrentan. 

En muchos de los casos, las dolencias o molestias que estas personas tienen son exageraciones que la mente les ayuda a crear y que no se representan de manera verídica a nivel corporal, por lo cual los profesionales de la salud no encuentran respuesta a las manifestaciones que estas personas dicen tener.

Muchas veces se suele aplicar el tratamiento placebo en aquellos individuos que sufren de hipocondría. Este tratamiento se basa en la administración de remedios, medicamentos o pastillas que en realidad son inocuos y que no tienen ningún efecto con el objetivo final de hacer sentir a la persona más tranquila de que realmente está siendo tratada. 

Sin embargo, este tipo de tratamiento no cambia la actitud obsesiva que tiene el hipocondríaco por lo cual no ayuda a terminar con el problema mayor.




A Regañadientes


Cuando hacemos las cosas con disgusto o repugnancia, solemos hacerlas a regañadientes. Pero, ¿por qué decimos ´a regañadientes´? Pudiera pensarse que como desahogo de nuestra frustración y sin deberla ni temerla,  nuestras piezas dentales reciben de nuestra parte una soberana regañada. Como sabemos que esto no es así, debemos entonces, buscar una explicación más racional.

La expresión “a regañadientes“, es muy antigua. Ya la encontramos en una rima que, en 1435, escribió Juan Alfonso de Baena:
“Tiene muchos combatientes en las gentes y más el signo del gato,
que le pegan bien el pato, cada rato dáñelas a regañadientes;
pégamelas tan valientes Reticentes desde el pie hasta el oído;
de todos es aburrido y escupido, hasta dentro a sus parientes le vienen los accidentes”

Para entender por qué decimos “a regañadientes“, hay que ver con atención a un perro enojado que, mediante un gruñido y una muestra de su dentadura, nos da a entender que no está de buen humor y que más nos vale que lo dejemos tranquilo.

En viejo latín, “gannio” significaba “gruñir el perro” y si el gruñido era continuado, entonces se decía “regannio“.

De ahí, en castellano, nacería el verbo “regañar“, del que es interesante analizar viejas acepciones:
Sebastián de Covarrubias, en su “Tesoro de la lengua Castellana” (1611), De “regañar” decía:
Es propio de los perros, cuando muestran los dientes y sin ladrar, hacen cierto sonido con que manifiestan su saña; de “re” y “genio”.

Después, le quitamos la exclusividad al perro cuando descubrimos que también nosotros sabemos regañar. De esto ya se habla en el Diccionario de Autoridades (1737), donde encontramos estas definiciones:

regañado: Adjetivo que se aplica a lo que se da con disgusto y con repugnancia”, también dice: “regañar: Vale también por dar muestras de enfado, con gestos y acciones, y algunas veces con palabras desabridas y mal pronunciadas”.

Con estos antecedentes, ahora es fácil entender que de ver a un perro “regañando“, con su respectivo “pelar de dientes”, nació la expresión a regañadientes” para enfatizar una actitud de enojo canino.

Así que ya lo sabes, si tienes fama de regañón, o suele hacer las cosas a regañadientes, estás usurpando funciones que, en su origen, fueron exclusivas de los perros.


No Todo Lo Que Reluce…


En esta vida hay que tener mucho cuidado con las apariencias. Las cosas no siempre son lo que parecen, sino que hay que investigar un poco para llegar a averiguar cómo son realmente.

Con esta expresión española, no es oro todo lo que reluce, lo que queremos decir es que, aunque a primera vista algo parece ser bueno, a lo mejor (o bueno, a lo peor) no lo es, sino que tenemos que mirar bien de cerca, investigarlo, para ver si realmente es así.

¿No les ha pasado nunca que han visto algo en el suelo que brillaba mucho y, después de pensar por unos segundos que sería algún objeto valioso de joyería ha resultado ser un simple cristal que reflejaba la luz del sol? Pues esto es lo mismo.

Si se anuncia una oferta de trabajo en la que se ofrece un excelente salario desde el principio, coche de empresa, ordenador personal, gastos pagados, etc., cuidado, es posible que sea un trabajo tan estresante que no los deje vivir.

Así que, como no es oro todo lo que reluce, antes de aceptar que algo es bueno, investiguemos un poco para ver si realmente lo es. Nos llevaremos muchas menos decepciones a lo largo de vuestra vida.

La apariencia es como los demás nos ven y nos perciben: El vestuario, la forma de hablar, como actuamos… pero no podemos reflejar con ella lo que realmente queremos expresar.

Pero cuando conocemos de verdad a una persona, compartimos con ella nuestros pensamientos y descubrimos realmente, la personalidad de cada uno.

Cuando vemos a una persona por primera vez, observamos su aspecto externo. Nos fijamos en su ropa, en su rostro, en sus complementos…y deducimos como es esa persona. Y es que tendemos a juzgar sin conocer.

Cada uno es el responsable de remediarlo ya que, si entablamos una amistad con una persona, vemos como es ella de verdad.

Hugo W Arostegui



Palos Porque Bogas Y Si No Bogas Palos También


Algunas respuestas:  “Tiene que ver con las galeras y los galeotes. Remes o no remes, te darán latigazos. Hagas o no hagas, palos te darán: siempre habrá alguien que te critique por lo que hagas o dejes de hacer.. “
 “Que nunca están de acuerdo... “

“Se oponen a que se haga una cosa
y si no se hace te critican por no hacerlo “

“O sea, hagas lo que hagas o dejes de hacer lo que dejes de hacer, siempre habrá alguien que te critique”
 “Que nunca están de acuerdo...”

“Que no importa lo que hagas.
Siempre te criticaran, que es tirar palos remes, o no remes.”
 Anoche al contestar algunas consultas que se habían acumulado en mi casilla de correo, encontré, como perdida entre los recibidos, la consulta de un joven lector en la cual me manifestaba su desazón  por las injusticias que le deparaba el hecho de ser muy joven y encontrarse inserto, por imperio de las circunstancias, conviviendo  en medio de personas mayores que él, aparentemente muy ocupadas en sus respectivas actividades y totalmente ajenas a lo que pudiese estar aconteciendo con un joven que apenas podían notar en medio de lo abrumadora de sus actividades.

Al leer el contenido de las expresiones de este joven lector confieso que mi primer impulso fue el de solidarizarme  con lo que se exponía ante mis ojos, contener en la madurez de mi análisis  esa reacción natural que nos lleva a pensar en los múltiples  casos de violencia, que diariamente son denunciados, en los cuales se puede apreciar como aquellos que manejan una mayor porción de un mal entendido poder, ejercen un injusto dominio sobre quienes consideramos como más débiles.

Creo que esta vez se accionaron “los frenos de la conciencia”  para evitar una colisión que a nada conduce entre la pasión que generan estos hechos enervantes y la necesaria mesura que debe primar a los efectos de aportar un enfoque que nos permita retrotraernos a los valores fundamentales que deben estar siempre vigentes y ser prevalentes en las relaciones entre humanos falibles, aportar a una convivencia pacífica hacen del hombre un “ser social” por excelencia.

Lo cierto es que situaciones como las descriptas son el caldo de cultivo para quienes se refugian “en dejar pasar”  los acontecimientos, quienes  hemos asumido alguna vez la responsabilidad de tomar decisiones hemos recibido  los consabidos “palos” tanto cuando acertamos o cuando aquello que hemos hecho no satisface a los consabidos “espectadores”  de todo lo que hacemos o dejamos de hacer.

Como puedes apreciar, joven amigo, esta es mi respuesta, nadie de los “hacedores” de algo está exento de los consecuentes palos, a lo largo de la historia, todos los hombres y mujeres que nos han  legado su valioso aporte, no se han librado de ser receptores de la reacción de sus contemporáneos, algunos, por no decir, todos ellos, han pagado el precio de su propia vida por ser coherentes con su pensamiento y sobre todo por no claudicar ante “las presiones” de quienes prefieren el uso de la crítica destructiva que solo destruye y apenas puede ocultar lo grosero de su mediocridad.

Ánimo pues y adelante.

Hugo W. Arostegui


Intransferibles


“Lo siento, pero tú no eres mi felicidad. No, no lo eres y por eso me libero. Me niego a poner mi vida emocional en tus manos. Si tú fueras mi felicidad, tu ausencia sería mi acabose y viviría en el filo de la navaja. No quiero intentar “adueñarme” de ti, no va conmigo, no me interesa.

Mi bienestar y mi autorrealización dependen básicamente de mí, lo demás contribuye, pero el proceso interior que va configurando mi ser no vendrá de afuera, no será prestado. Es cuestión de estética. No solo quiero mejorar, quiero hacerlo con la inspiración del artista, como una obra de la cual me sienta satisfecho.

¡Qué pesado es hacerse cargo de la dicha de otro! ¡Qué tarea tan difícil, por no decir imposible! Prefiero respirar por mí mismo, andar sin muletas y ser como soy. No quiero pertenecerte, ni que tú me pertenezcas. Andemos juntos, si nos apetece, pero no seamos “el uno para el otro”, por favor.
El bienestar psicológico o el intento de ser feliz requiere de un compromiso personal e intransferible.

No es algo que nos regalen, se compre o se posea por decreto: es intransferible. Y como yo no estoy en venta, y espero que tú tampoco lo estés, tenemos la oportunidad de ser libres.

Tú no defines mi existencia ni yo la tuya, de ser así, no podríamos vivir el uno sin el otro. Tú no eres mi felicidad, afortunadamente, ni yo soy tu amo y señor. La mejor relación que podemos tener es no pertenecernos. El que no posee al otro lo respeta, y eso es belleza, ternura y desapego”.

La mejor relación que podemos tener es la de no pertenecernos. Esto es ser y existir. Quiero encontrarme contigo, pero en otro punto emocional. No quiero que seamos el uno para el otro, ni el amor de nuestra vida. No quiero necesitarte, quiero preferirte.

No quiero amarte ciegamente, no quiero cerrar mis ojos. Quiero abrirlos y ver a dos seres completos, diferentes y no dependientes entregando su pasión, viviendo momentos y colaborando en la vida.
Convertirnos en seres completos

Cuando me convierto en un ser completo, que no necesita de otro para sobrevivir, seguramente voy a encontrar a alguien completo con quien compartir lo que tengo y lo que él tiene. Ese es, de hecho, el sentido de la pareja. No la salvación, sino el encuentro. O, mejor dicho, los encuentros. Yo contigo. Tú conmigo. Yo conmigo. Tú contigo. Nosotros, con el mundo.
Jorge Bucay

No quiero que nos transformemos ni que nos necesitemos. Quiero dejar atrás las medias naranjas. Tú puedes ser una naranja, un limón o un melón. Puedes ser lo que quieras, no seré yo quien te pida que cambies. Lo importante es que rodemos juntos.

Tampoco tenemos que rodar por siempre de la mano. A veces el amor se acaba, no quiero verme exprimiéndote y sacando tu jugo. Por eso, si quieres tomar el sol, tómalo. Si quieres deshacerte de tu piel, hazlo. No hay más que hablar.


Por eso, no somos uno, somos dos. Tampoco somos el uno para el otro, es mejor que no lo seamos. Yo soy para mí y tú eres para ti.

Crecer Sin Detenerse


“Desde que nacemos hasta que dejamos de existir aquí en la tierra, estamos creciendo” 
transformándonos día a día, en todos los aspectos. Bueno en el aspecto humano, normalmente decrecemos, por ello, después, hemos de volver a crecer.

La autosuperación o Crecimiento Personal, es una tarea de investigación interna, que nos comunica desde nuestro sentir, con el sentir de todo cuanto nos rodea, sensibilizándonos con, personas, naturaleza, arte… Y la elección  más acertada.

De todos los pasos que iniciemos en nuestra vida, normalmente, los que damos desde el corazón, tienen más garantía para trasladarnos hacia la verdadera libertad y amor, que necesitamos y ansiamos para ser felices.

¿Por qué ahora y cómo?

¿Porque ahora es cuando me da por plantearme casi todas las preguntas  a la vez?, tales como:
¿Dónde estoy?. ¿Quién soy realmente?. ¿Estoy contento con mi vida?. ¿Las personas, lugares y trabajos con los que me relaciono, ¿son afines a mí?. ¿Soy honesto conmigo mismo?. ¿Por qué me cuesta aceptar los cambios?. ¿Soy feliz o me estoy engañando?
Si te has hecho este tipo de preguntas, ¡Aleluya!. Ya estás en el Camino del Crecimiento personal o autosuperación.

Hay veces en que la vida nos sitúa en un punto donde tienes que decidir caminos disyuntivos: izquierda derecha, norte o sur, este u oeste. Situaciones en que te puedes ver consumidas por el peso de tomar decisiones igualmente inciertas, sin ningún punto claramente a favor o en contra. Opciones que parecen semejantes, tanto en costes como en beneficios. Con el reloj en tu contra, forzándote a tener que decidir con una nube espesa de incertidumbre oscureciendo tu consciencia.

El destino no está escrito, está en continuo movimiento. El futuro siempre es incierto. Las probabilidades son volubles y nunca hay nada garantizado. Condicionar tu felicidad a las circunstancias te pone en peligro. Lo único con lo que puedes contar es con tu Fuerza Interior, tu capacidad de esfuerzo y de sacrificio, tu resistencia a los golpes de la vida y tus ganas de levantarte una y otra vez, con más energía aún que en la última caída. Ése es el camino del guerrero.

Sí. La vida es hoy. No es ayer, ni mañana. La vida es hoy. Y hoy es cuando debes empezar a construir todo aquello que siempre esperas que se cumpla mañana. Mañana es nada. Electricidad cerebral que se disipa en un pensamiento. El escondite perfecto donde resguardarte del miedo a crecer. Pero el tiempo es finito. Y no se detiene ante miedos o complejos.

El tiempo es quien marca los límites de tu existencia. Y es un tren que no espera: hay que subirse a él justo en el momento.


Hugo W Arostegui