sábado, 24 de junio de 2017

La Ruta Del Éxito


¿Verdaderamente quieres éxito en tu vida?

¿Estás dispuesto a emprender el camino que te lleve a ser un gran exitoso y a vivir la vida que anhelas?
Hay muchas personas que precisamente no saben lo que quieren en la vida… No saben cuál es el camino que en realidad quieren transitar.

Algunos simplemente se pasan los años tomando diferentes rumbos, transitando cada camino que se encuentran… Nunca tienen una meta fija y un verdadero plan para conseguirla. Aquellas personas precisamente, son las que no alcanzan el éxito en la vida.

Pero, del otro lado, estás tú, alguien que sí quiere alcanzar el éxito.

Necesitas desear tu éxito desde lo más profundo de tu ser. Muchos se conforman con la vida que viven, muchos son felices con las limitaciones que les impone un jefe, con un sueldo cada mes y con ver pasar sus días yendo del trabajo a la casa, y de la casa al trabajo… Tú debes ser diferente, 

¡Debes anhelar tu éxito, anhelar más!

Tener Mente Positiva
¡Cambiar tu mentalidad es clave en el camino para alcanzar el éxito! Deja de quejarte, deja de pensar que es “mejor poquito pero seguro”… Atrévete a soñar en grande y a mirar nuevos horizontes.

Aprende a tener una mente positiva a pesar de todo.

"Locura es hacer las mismas cosas una y otra vez esperando obtener diferentes resultados"
— Albert Einstein

No dejes para mañana empezar a correr la carrera en busca del éxito… Mientras más rápido empieces, más rápido llegarás.

Hugo W Arostegui


Tiempo Al Tiempo


Antes de entrar en el tema que involucra el tomar decisiones en un momento determinado, es importante, dar una breve explicación de lo que es decidir, esto no es más que escoger una alternativa de varias que se tengan para darle solución a algo o simplemente poder hacer una actividad, muchas veces no se tienen alternativas sino que se tiene que actuar a riesgo.

Existen muchos tipos de decisiones, pero para poder tomar una decisión es importante tener en cuenta el contexto en el que se está, la importancia de la misma y el tiempo que tiene para decidir. La calidad de las decisiones que se toman puede considerarse como una medida significativa de la eficacia de un gestor individual, de la gestión de la empresa o de un equipo de trabajadores.

El tiempo es una factor determinante en la toma decisiones, ya que si se requiere tomar decisiones se supone que es para dar solución a actividades que lo necesitan o exigen.

No se puede hablar de cuantificar el tiempo en la toma de decisiones, ya que cada persona tiene criterios diferentes, muchas veces cuentan con información que le permite ver el problema con más sencillez que otra, por lo que el tiempo de respuesta ante la circunstancia es breve y la solución la correcta.

Por el contrario existen casos donde la persona a quien le corresponde tomar decisión, toma más tiempo del necesario, bien sea porque no tiene suficiente información del caso, porque tiene muchas dudas en cuanto a cuál es la mejor, y entonces cuando decide ya no tiene importancia, o que alguien tuvo que tomar la decisión antes, en este caso pudo haber sido una solución efectiva en menos tiempo, pudo no haber sido la mejor pero como no se tomó en un tiempo menor no causó ningún impacto.

Por lo que el tiempo es determinante en la toma de decisiones, pero difícilmente se puede hablar de un patrón para decir cuánto tiempo se necesita para tomar decisiones, sólo la persona que decidirá será la que determine cómo y en cuanto tiempo dará solución al problema.

El tiempo como variable que incide en la toma de decisiones, determina si una decisión que se ha tomado es oportuna, ya que se debe tomar una decisión en el momento apropiado y ponerla en práctica en el tiempo requerido, por lo que el papel que juega el tiempo en la toma de decisiones es determinante, se tiene que tener presente que cada individuo es una persona con características diferentes, lo que conlleva a decir, que no es fácil responder la siguiente interrogante ¿Cuándo se tiene que decidir?.

Hay decisiones en las que el individuo no puede esperar, es decir, que el tiempo lo obliga a decidir casi de forma inmediata, en el momento de enfrentar la situación, esta decisión está sujeta a riesgos, que en ningún momento son evaluados.

El decidir con un tiempo que exige respuestas rápidas y efectivas, está sujeto al tipo de decisión o modelo de decisión que se utilice tanto individuales como institucionales, porque muchas veces cuando se habla de toma de decisiones las personas se ubican sólo en un contexto institucional u organizacional, pero esto no es así, porque la toma de decisiones es un proceso que está presente también en el plano personal o individual.


Hugo W Arostegui

viernes, 23 de junio de 2017

Introspectiva


Todo comienza con el acto de prestar atención. Si estamos siempre en la acción, vivimos reaccionando a los estímulos mecánicamente. En lugar de precipitarnos hacia la situación que tenemos enfrente, podemos dedicar un momento a examinar nuestro interior, observarlo, CONECTARNOS CON LO QUE SENTIMOS y verificar la razón del porque actuar como estamos a punto de hacerlo. EL CENTRARNOS Y MIRARNOS INTROSPECTIVAMENTE NOS ASEGURA QUE, SUCEDA LO QUE SUCEDA EN EL EXTERIOR, NO PERDEREMOS NUESTRO EQUILIBRIO INTERIOR NI AUTORESPETO.

Habiendo verificado nuestro estado interno, podemos entonces llevar nuestra atención hacia la situación en sí y observarla con mayor objetividad y claridad, para enfrentarla no desde nuestros hábitos, sino de verdad siendo fiel a nosotros mismos en ese determinado momento. Sin este proceso no podríamos realmente tomar la iniciativa correcta, ya que el control y la concentración dependen del nivel de nuestra introspección.

La introspección es realmente la puerta al progreso y transformación personal, es central en términos de nuestro desarrollo personal y espiritual. Sin la capacidad de asimilar lo que aprendemos y de reflexionar profundamente sobre lo que soy, lo que siento, lo que he aprendido de mí y también sobre los principios del conocimiento espiritual que tantas veces hemos leído o escuchado (para convertirlos no sólo en comprensibles sino en practicables) no podemos avanzar de manera efectiva. Podemos pensar y hablar de progreso y de desarrollo espiritual, pero es la facultad de la introspección, del autoobservarnos en silencio, de discernir qué es lo bueno para mí, la que nos proporciona las herramientas para transformar cualquier situación que afrontemos y avanzar en nuestro camino de la vida. La introspección es la base de nuestra estabilidad personal, especialmente frente a las adversidades y también es la posibilidad de hacer cambios y explorar formas más profundas de mi ser.

Para incrementar esta consciencia interna cada día, es importante hacer paradas en nuestro camino y LLEVAR LA ATENCIÓN HACIA NUESTRO SER, nuestra esencia, y conectar con nuestro centro interior de paz y silencio, desde el cual somos un observador desapegado de las situaciones externas y podemos observar de forma objetiva y apreciativa el juego de la vida que se está desarrollando constantemente a nuestro alrededor.

Te invito a hacerlo, inténtalo. Es simple, una vez que pudiste parar. Una vez que te detienes puedes quedarte en silencio, meditar, contemplando cada situación, conectándote con tus emociones genuinas, dejando que aparezca lo que aparezca, aceptarlo para luego escribir, dibujar, traer imágenes.

Tú sabrás cómo te resulta mejor.
Adelante!



Hipocondríacos


El término hipocondríaco es un término que se utiliza en el ámbito de la medicina para designar a aquellas personas que demuestran permanente y constante sensación de estar enfermos, incluso cuando están físicamente saludables. La hipocondría, así se llama la condición que sufre el hipocondríaco, es una condición muy común en la actualidad ya que debido a la constante y variada información a la que las personas pueden acceder al respecto de la salud, se suelen generar diagnósticos falsos e inapropiados sobre posibles sensaciones que en realidad no representan ninguna complicación médica.

La palabra hipocondríaco proviene del griego y se usaba para hacer referencia a una sección del abdomen conocida como hipocondrio. Se estima que el nombre proviene del hecho de que las personas que se sienten constantemente enfermas tienen la tendencia a aferrarse al propio estómago en señal de incomodidad o dolencia. Sin embargo, esta teoría no está del todo comprobada.

La actitud del hipocondríaco es aquella de sentir que de manera permanente sufre de dolencias, molestias o complicaciones corporales que pueden derivar, de acuerdo a sus ideas y juicios propios, en enfermedades graves e irremediables. Así, el hipocondríaco suele realizar sus propios diagnósticos sin siquiera consultar a profesionales de la salud o a veces pueden consultarlos pero ya teniendo decidido o asumido el problema que enfrentan. 

En muchos de los casos, las dolencias o molestias que estas personas tienen son exageraciones que la mente les ayuda a crear y que no se representan de manera verídica a nivel corporal, por lo cual los profesionales de la salud no encuentran respuesta a las manifestaciones que estas personas dicen tener.

Muchas veces se suele aplicar el tratamiento placebo en aquellos individuos que sufren de hipocondría. Este tratamiento se basa en la administración de remedios, medicamentos o pastillas que en realidad son inocuos y que no tienen ningún efecto con el objetivo final de hacer sentir a la persona más tranquila de que realmente está siendo tratada. 

Sin embargo, este tipo de tratamiento no cambia la actitud obsesiva que tiene el hipocondríaco por lo cual no ayuda a terminar con el problema mayor.




A Regañadientes


Cuando hacemos las cosas con disgusto o repugnancia, solemos hacerlas a regañadientes. Pero, ¿por qué decimos ´a regañadientes´? Pudiera pensarse que como desahogo de nuestra frustración y sin deberla ni temerla,  nuestras piezas dentales reciben de nuestra parte una soberana regañada. Como sabemos que esto no es así, debemos entonces, buscar una explicación más racional.

La expresión “a regañadientes“, es muy antigua. Ya la encontramos en una rima que, en 1435, escribió Juan Alfonso de Baena:
“Tiene muchos combatientes en las gentes y más el signo del gato,
que le pegan bien el pato, cada rato dáñelas a regañadientes;
pégamelas tan valientes Reticentes desde el pie hasta el oído;
de todos es aburrido y escupido, hasta dentro a sus parientes le vienen los accidentes”

Para entender por qué decimos “a regañadientes“, hay que ver con atención a un perro enojado que, mediante un gruñido y una muestra de su dentadura, nos da a entender que no está de buen humor y que más nos vale que lo dejemos tranquilo.

En viejo latín, “gannio” significaba “gruñir el perro” y si el gruñido era continuado, entonces se decía “regannio“.

De ahí, en castellano, nacería el verbo “regañar“, del que es interesante analizar viejas acepciones:
Sebastián de Covarrubias, en su “Tesoro de la lengua Castellana” (1611), De “regañar” decía:
Es propio de los perros, cuando muestran los dientes y sin ladrar, hacen cierto sonido con que manifiestan su saña; de “re” y “genio”.

Después, le quitamos la exclusividad al perro cuando descubrimos que también nosotros sabemos regañar. De esto ya se habla en el Diccionario de Autoridades (1737), donde encontramos estas definiciones:

regañado: Adjetivo que se aplica a lo que se da con disgusto y con repugnancia”, también dice: “regañar: Vale también por dar muestras de enfado, con gestos y acciones, y algunas veces con palabras desabridas y mal pronunciadas”.

Con estos antecedentes, ahora es fácil entender que de ver a un perro “regañando“, con su respectivo “pelar de dientes”, nació la expresión a regañadientes” para enfatizar una actitud de enojo canino.

Así que ya lo sabes, si tienes fama de regañón, o suele hacer las cosas a regañadientes, estás usurpando funciones que, en su origen, fueron exclusivas de los perros.


No Todo Lo Que Reluce…


En esta vida hay que tener mucho cuidado con las apariencias. Las cosas no siempre son lo que parecen, sino que hay que investigar un poco para llegar a averiguar cómo son realmente.

Con esta expresión española, no es oro todo lo que reluce, lo que queremos decir es que, aunque a primera vista algo parece ser bueno, a lo mejor (o bueno, a lo peor) no lo es, sino que tenemos que mirar bien de cerca, investigarlo, para ver si realmente es así.

¿No les ha pasado nunca que han visto algo en el suelo que brillaba mucho y, después de pensar por unos segundos que sería algún objeto valioso de joyería ha resultado ser un simple cristal que reflejaba la luz del sol? Pues esto es lo mismo.

Si se anuncia una oferta de trabajo en la que se ofrece un excelente salario desde el principio, coche de empresa, ordenador personal, gastos pagados, etc., cuidado, es posible que sea un trabajo tan estresante que no los deje vivir.

Así que, como no es oro todo lo que reluce, antes de aceptar que algo es bueno, investiguemos un poco para ver si realmente lo es. Nos llevaremos muchas menos decepciones a lo largo de vuestra vida.

La apariencia es como los demás nos ven y nos perciben: El vestuario, la forma de hablar, como actuamos… pero no podemos reflejar con ella lo que realmente queremos expresar.

Pero cuando conocemos de verdad a una persona, compartimos con ella nuestros pensamientos y descubrimos realmente, la personalidad de cada uno.

Cuando vemos a una persona por primera vez, observamos su aspecto externo. Nos fijamos en su ropa, en su rostro, en sus complementos…y deducimos como es esa persona. Y es que tendemos a juzgar sin conocer.

Cada uno es el responsable de remediarlo ya que, si entablamos una amistad con una persona, vemos como es ella de verdad.

Hugo W Arostegui



Palos Porque Bogas Y Si No Bogas Palos También


Algunas respuestas:  “Tiene que ver con las galeras y los galeotes. Remes o no remes, te darán latigazos. Hagas o no hagas, palos te darán: siempre habrá alguien que te critique por lo que hagas o dejes de hacer.. “
 “Que nunca están de acuerdo... “

“Se oponen a que se haga una cosa
y si no se hace te critican por no hacerlo “

“O sea, hagas lo que hagas o dejes de hacer lo que dejes de hacer, siempre habrá alguien que te critique”
 “Que nunca están de acuerdo...”

“Que no importa lo que hagas.
Siempre te criticaran, que es tirar palos remes, o no remes.”
 Anoche al contestar algunas consultas que se habían acumulado en mi casilla de correo, encontré, como perdida entre los recibidos, la consulta de un joven lector en la cual me manifestaba su desazón  por las injusticias que le deparaba el hecho de ser muy joven y encontrarse inserto, por imperio de las circunstancias, conviviendo  en medio de personas mayores que él, aparentemente muy ocupadas en sus respectivas actividades y totalmente ajenas a lo que pudiese estar aconteciendo con un joven que apenas podían notar en medio de lo abrumadora de sus actividades.

Al leer el contenido de las expresiones de este joven lector confieso que mi primer impulso fue el de solidarizarme  con lo que se exponía ante mis ojos, contener en la madurez de mi análisis  esa reacción natural que nos lleva a pensar en los múltiples  casos de violencia, que diariamente son denunciados, en los cuales se puede apreciar como aquellos que manejan una mayor porción de un mal entendido poder, ejercen un injusto dominio sobre quienes consideramos como más débiles.

Creo que esta vez se accionaron “los frenos de la conciencia”  para evitar una colisión que a nada conduce entre la pasión que generan estos hechos enervantes y la necesaria mesura que debe primar a los efectos de aportar un enfoque que nos permita retrotraernos a los valores fundamentales que deben estar siempre vigentes y ser prevalentes en las relaciones entre humanos falibles, aportar a una convivencia pacífica hacen del hombre un “ser social” por excelencia.

Lo cierto es que situaciones como las descriptas son el caldo de cultivo para quienes se refugian “en dejar pasar”  los acontecimientos, quienes  hemos asumido alguna vez la responsabilidad de tomar decisiones hemos recibido  los consabidos “palos” tanto cuando acertamos o cuando aquello que hemos hecho no satisface a los consabidos “espectadores”  de todo lo que hacemos o dejamos de hacer.

Como puedes apreciar, joven amigo, esta es mi respuesta, nadie de los “hacedores” de algo está exento de los consecuentes palos, a lo largo de la historia, todos los hombres y mujeres que nos han  legado su valioso aporte, no se han librado de ser receptores de la reacción de sus contemporáneos, algunos, por no decir, todos ellos, han pagado el precio de su propia vida por ser coherentes con su pensamiento y sobre todo por no claudicar ante “las presiones” de quienes prefieren el uso de la crítica destructiva que solo destruye y apenas puede ocultar lo grosero de su mediocridad.

Ánimo pues y adelante.

Hugo W. Arostegui