sábado, 1 de julio de 2017

Vale La Pena


Es fundamental vivir la vida dando lo mejor de nosotros. 

Revisa esta lista de algunas de las cosas por las que vale la pena luchar, y que sin duda nos reconfortarán y harán felices a lo largo de nuestra vida: Es fundamental vivir la vida dando lo mejor de nosotros. Revisa esta lista de algunas de las cosas por las que vale la pena luchar, y que sin duda nos reconfortarán y harán felices a lo largo de nuestra vida: 

No existen las metas fáciles. Una meta es un punto de realización que exige esfuerzo y sacrificio de nuestra parte. No hay emprendimientos que valgan la pena que no necesiten de un cierto nivel de esfuerzo y constancia. No solamente hagas las cosas que te resulten fáciles, pues vale la pena luchar por aquello de lo que te creas capaz.

La transformación y el crecimiento personal pueden llegar a ser extremadamente gratificantes, sobre todo si el proceso se ha basado en la honestidad y la verdad. Puede ser que la honestidad no sea fácil, pero vale la pena luchar por ella, no olvidemos que no hay mayor libertad que lo verdadero.

Vale la pena luchar por evitar la envidia y los celos, ya que estos nos impiden ser auténticos. Cuando nos comparamos permitimos que la envidia y los celos nos dominen. Ambos sentimientos son poco saludables para la mente, solo producen inconformismo, por lo que no hay que invitarlos a pasar cuando toquen a nuestra puerta.

Sí existe el amor a primera vista, pero sólo perdurará si lo hacemos con un compromiso propio. Siempre habrá alguien ahí fuera por quien vale la pena luchar. No porque sea una persona perfecta, sino porque justamente sus imperfecciones la convierten en la persona adecuada para ti.

Un error no tiene por qué gobernar nuestra vida, a no ser que se lo permitamos. Si erramos, vale la pena luchar por aprender de nuestras equivocaciones, somos falibles e imperfectos. Además no hay que olvidar que el presente es la oportunidad que tenemos para no cometer los mismos errores. 
Debemos perdonarnos por haberlos cometido.

Vale la pena luchar por la sinceridad, ya sea en los pensamientos, palabras o acciones. la buena voluntad debe nacer aunque nadie nos vea, pues es así como se alcanza la verdadera paz espiritual. Sé una de las personas que hacen una diferencia real en el mundo tomando la decisión de hacer aquello en lo que crees y no lo que resulta más fácil.

Hugo W arostegui



Aunque No Se Valore Lo Que Aportamos


A veces nos lamentamos de la falta de reconocimiento de nuestro esfuerzo y otras nos quejamos de no haber llegado a donde nos habíamos propuesto y todo eso y en distinta medida, es lo que nos produce el estrés o falta de interés por las cosas, especialmente en el trabajo.

Hay personas que por naturaleza dan todo desde el principio y curiosamente son las que más reproches suman, ya que al querer llegar a todo, seguro que hacen algo mal o medianamente bien y ese resultado es normalmente por el que la gente les va a juzgar.

Hay otras que hacen “lo justo” y aunque hagan las cosas de forma correcta, ahí se quedan en la mediocridad y a veces también se arrepienten de no haber dado ese paso que les haría ser reconocidos por dar un valor añadido.

También y según la forma de hacer las cosas hay algunos que trabajan deprisa, sin fijarse en el detalle, para poder hacer más y otros que su excesivo perfeccionismo les hace ir muy lentos y a veces deterioran por el exceso cuidado de la forma, el fondo de la cuestión.

La fórmula ideal es casi imposible, pues todos tendemos a colocarnos en un determinado perfil, pero sin embargo, hay técnicas que nos ayudan a todos a llegar a una fórmula mixta que nos ayuda a que nuestro trabajo no solo sea más efectivo sino que esté mejor considerado.

Lo primero que debemos analizar son las fechas en las que tenemos que tener terminado el trabajo y si con un horario normal, podemos llegar a ellas. Lo habitual es que sean varias cosas y si somos capaces de dar a cada una el trato merecido y llegar a tiempo, significa que nuestra estructura es buena y que estamos bien organizados, pero la realidad suele distar de esto y nos tiramos de cabeza a lo primero y vamos según nuestra forma de llegar, sin analizar mucho como lo estamos haciendo.

Si vemos que no nos da, es importante saber delegar o saber decir que no. Es siempre mejor avisar con tiempo, que no decir al final que no pudimos.... .

Priorizar es fundamental pero no solo en el orden, sino en el grado de dedicación que cada cosa merece. A veces tenemos que renunciar a la perfección si lo que aportamos es ·digno” o a la precipitación y dejar de llegar a todo, si los errores van a impedir la apreciación del contenido. 

En cualquier caso y a pesar del agobio, el análisis inicial, la asignación de tiempos y de dedicación es fundamental para que el resultado de nuestro esfuerzo no solo sea el adecuado sino que no nos lamentemos por la visión que los demás tengan de nuestra adecuación, haciendo que nuestro esfuerzo no solo no sea recompensado, sino que ni siquiera lo valoren dado el resultado obtenido.

A todos nos gusta que nos reconozcan el trabajo realizado, pero lo más importante es que nosotros mismos nos sintamos orgullosos de lo que con nuestro esfuerzo hemos conseguido.

Hugo W Arostegui



Las Emociones, Tanto Las Nuestras Como Las Otras


La sabiduría es el arte de aceptar aquello que no puede ser cambiado, de cambiar aquello que puede ser cambiado y, sobre todo, de conocer la diferencia.”

“Preocuparse por algo así es una tontería”. “No merece la pena”. “No tienes motivos para estar triste”. “Anda, deja de llorar”. “Tienes que superarlo”. ¿Cuántas veces hemos escuchado frases así, dichas con la mejor de las intenciones?

Nos han dado esos consejos y nosotros los hemos dado también. Parecen buenos y sensatos. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando intentamos aplicarlos? No funcionan, no logramos encontrar la fórmula mágica.

Por desgracia, nuestras emociones no siguen órdenes ni cumplen nuestra voluntad. No basta con querer cambiar lo que sentimos. Los sentimientos están ahí y no cambian fácilmente.

Además, es muy posible que nos sintamos frustrados. Sentirse bien se convierte en una obligación, y al no poder cumplirla, acabamos peor de lo que empezamos: nos sentimos torpes, culpables, creemos que cualquiera puede manejar sus emociones menos nosotros.

Es evidente que de ese modo se crea un círculo vicioso que cada vez nos hunde más en la negatividad. Cuanto mayor es la obligación de estar bien y no dar importancia a las cosas, más grande se hace el problema en nuestra mente y peor nos encontramos.

Una cita que a menudo se atribuye a Einstein,  aunque no se sabe si realmente la pronunció es: “Si buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”. Pertenezca o no al genio científico, lo cierto es que es una frase muy inteligente.

¿Cómo se sale de un círculo vicioso? Dando un paso diferente. En este caso, podríamos preguntarnos qué pasaría si cambiáramos las frases y consejos que hemos visto al principio.  De hecho, este planteamiento se ha puesto en práctica desde las terapias de tercera generación, como el Mindfulness o la Aceptación y Compromiso.

Observa y acepta
En lugar de luchar contra las emociones negativas, probemos a aceptarlas. Eso no implica resignarse a que nunca cambiarán, sino más bien darnos permiso para sentirlas. Sí, estoy triste, sí, esto es importante para mí y me preocupa.

Observarnos con la mente abierta, sin juzgarnos, porque los juicios siempre terminan por declararnos culpables. Sin esforzarnos en una lucha continua, porque luchar nos agota y nos deja a la deriva.
Tus emociones son válidas

No hay emociones buenas ni malas, todas forman parte de lo mismo, todas nos hacen humanos.  Y es humano tener altibajos y cambios emocionales, esa es la corriente de la vida y ya sabemos la inutilidad de nadar contracorriente.

Considera válidas a todas tus emociones, siéntelas sin luchar por cambiarlas. Aprenderás a identificarlas, a comprenderlas (las tuyas y las de los demás), a tomarlas en serio. También verás que siguen su propio curso y que terminan pasando, dejándose paso unas a otras de forma continua.

La aceptación no sirve solamente para ayudarte a ti. Cuando alguien se sienta mal, prueba  también esta técnica. Ponte en su lugar, acompáñale, siente junto a la otra persona. Empatiza y acepta sus emociones como válidas.

Si te pide consejo, puedes dárselo, pero no juzgues. No le hagas sentir equivocado y torpe. Ofrécete a acompañarle, a hablar si lo necesita o a respetar su silencio. Vive la experiencia emocional y deja que la otra persona la viva.


Superándonos


Están los que usan siempre la misma ropa
Están los que llevan amuletos.
Los que hacen promesas.
Los que imploran mirando el cielo.
Los que creen en supersticiones.
Y los que siguen corriendo, cuando les tiemblan las piernas.
Los que siguen jugando, cuando se acaba el aire.
Los que siguen luchando, cuando todo parece perdido;
Como si cada vez fuese la última vez
Convencidos de que la vida misma es un desafío.
Sufren.
Pero no se quejan
Porque saben que el dolor se pasa,
El sudor se seca,
El cansancio termina,
Pero hay algo que nunca desaparecerá:
La satisfacción de haberlo logrado.
En sus cuerpos, hay la misma cantidad de músculos.
En sus venas, corre la misma sangre.
Lo que los hace diferentes, está en su espíritu.
La determinación de alcanzar la cima,
Una cima a la que no se llega superando a los demás
Sino superándose a sí mismo.

ANONIMO.


Subiendo La Cuesta

Hace ya centenares de siglos que Sófocles dijo que “el éxito depende del esfuerzo”. Hoy en día pocos dudan de tal expresión. Pero sí que, al ser una sentencia tan absoluta, surgen preguntas a su alrededor. ¿Valoramos más lo que cuesta más? ¿Qué precio tenemos que pagar por los sueños que nos afanamos en cumplir?

En realidad, es muy sencillo decir “esfuérzate con todo todas tus fuerzas y lograrás tus sueños”. Pero ¿qué hay luego? ¿Realmente valoramos ese logro en su justa medida y esa valoración la mantendremos siempre? … Y después, una vez que nos damos cuenta de que quizás el reto nos va a costar más de lo que habíamos prevista, ¿es sensato echar el resto? Veamos qué dicen algunos expertos sobre aquello que valoramos.

“Jamás el esfuerzo desayuda a la fortuna”
-Fernando de Rojas-

¿Valoramos más lo que más cuesta?
Me gustaría comenzar explicando la posición que defiende el neuropsicólogo Sergio Lotauro. Este especialista ha dedicado años de trabajo a buscar respuestas sobre lo que valoramos especialmente y por qué. Además lo ha hecho con personitas de una edad sorprenderte para la que acostumbran a tener los participantes en experimentos de psicología.

Muchas de sus ideas se basan en un curioso estudio llevado a cabo con bebés hace años. En el mismo se les facilitaba a los niños dos juguetes llamativos a cierta distancia. La diferencia radicaba en que para alcanzar uno de ellos, no había obstáculo, mientras que para llegar al otro había que superar una barrera transparente de acrílico.

El dato curioso es que aunque pueda parecer una locura, todos los niños trataron de conseguir el juguete que era más complicado de alcanzar. De hecho, buscaban cualquier método para superar la valla y alcanzar el ansiado premio, por más esfuerzo o energías que tuvieran que gastar en el proceso.
Así, podríamos preguntarnos si esa pasión por lo difícil o lo inalcanzable -que mostramos en algunas ocasiones- es una decisión propia o, por el contrario, estuviera en nuestra misma naturaleza. ¿Está dicha conducta implícita en nuestro propio ADN?

Ahora bien, que algo parezca inalcanzable no significa que lo sea. Por lo general, nadie llega hasta donde está por casualidad o porque se lo regalaron. Es evidente que cuanto más elevada es la meta, más compleja es de alcanzar. Sin embargo, no por ello imposible. De hecho, que lo haya logrado alguien es la mejor prueba de que es posible.

Según estos especialistas, antes de de buscar un objetivo es recomendable hacerse ciertas preguntas. ¿Realmente sé que meta busco alcanzar? ¿Es valiosa de verdad para mí? ¿Por qué ansío con tanta fuerza ese logro? ¿El precio será muy elevado? ¿De verdad tengo la decisión de pagar el enorme esfuerzo que costará?


Lo que valoramos no siempre se mantendrá en el tiempo. De hecho tú mismo te darás cuenta, si miras al pasado, de que hay logros que en su día valoraste de una determinada manera y hoy lo haces de otra. En este sentido podríamos decir además que el tiempo actúa con una cierta justicia, suele realzar las metas pero también la cantidad de esfuerzo invertido, de manera que rara vez cambia el sentido de la balanza.

Perseverancia


La perseverancia es un esfuerzo continuo. Es un valor fundamental en la vida
para obtener un resultado concreto; siempre es gratificante iniciar un proyecto,
existe una gran ilusión, sueños y esperanzas.

Ese proyecto puede ser iniciar un nuevo ciclo escolar donde comenzarán resistencias y problemas.

En esta nueva experiencia conoceremos personas que no nos agradan, o las exigencias podrán
ser agotadoras; entonces necesitamos tener la perseverancia bien asimilada para
no ser derrotados y tener la satisfacción de haber luchado por llevar a cabo las
actividades necesarias para alcanzar lo que nos propusimos.

Con la perseverancia se obtiene la fortaleza y esto nos permite no dejarnos llevar
por lo fácil y lo cómodo.

Cuando hablamos de este valor, valdría la pena tomar un papel y ver nuestros propósitos     para revisar si los estamos cumpliendo.

Por otro lado, a veces no conocemos realmente a fondo nuestras capacidades para poder establecer objetivos que realmente podamos alcanzar.

Cualquier meta que emprendamos, debe de estar acompañada de los medios que
vamos a utilizar para conseguirla, y pensar qué nos hace falta para alcanzarla.

Estas herramientas son nuestras habilidades, posibilidades y conocimientos, y
pensar cómo aplicarlas. La perseverancia requiere sentido común y pensar que tal
vez no lo logremos de inmediato; sin embargo es importante volverlo a intentar,
porque la perseverancia brinda estabilidad, confianza y es un signo de que
estamos madurando o tomando conciencia de nuestra responsabilidad ante las
cosas.

Necesitamos estar preparados para enfrentar los retos que el mundo actual
presente, con un compromiso pleno y decidido para cumplir con nuestra vocación
con entrega y espíritu de servicio.



La Conciencia De Ser


¿Qué se requiere para ser feliz? Las personas responden a esta pregunta de muchas maneras: cosas materiales como el alimento, la ropa y el abrigo; relaciones personales e íntimas como la pareja, familia y amistades; o actividades de salud y placer como viajes, ejercicios, deportes, bailes, cenas y espectáculos. Sin embargo, está comprobado que la verdadera esencia de la felicidad yace en nuestro interior, en el concepto que uno tiene de la vida, en la actitud, valores, creencias y reglas que poseemos.

La mayoría de nosotros pasamos la vida buscando la felicidad en algo ó en alguien, sin darnos cuenta que todos los elementos necesarios para ser realmente felices se encuentran dentro de nosotros, en nuestro Ser. Vivimos la vida con una conciencia del ser dormida, permitiendo que nuestro subconsciente e inconsciente manejen nuestras acciones y emociones a través del ego.

Cuando despertamos nuestra conciencia del ser, y asumimos total responsabilidad de nuestras vidas, comienza a surgir el milagro de la felicidad, sin dramas, sin excusas. La palabra “Responsabilidad” proviene de dos palabras: Response (respuesta) y abilidad (habilidad). Responsabilidad significa: La habilidad que cada uno de nosotros posee para responder ante cualquier situación. No es lo que sucede lo que nos hace felices o infelices, es cómo actuamos o reaccionamos ante ese suceso lo que determina nuestro estado de ánimo. 

El manejo de las emociones está directamente relacionado con la conciencia del Ser.

Vivir con una conciencia activa del Ser es vivir en presente. Es reconocer el pasado como lo que es: experiencias y vivencias positivas y negativas que nos han permitido llegar a lo que somos hoy. Es comprender que el futuro aún no existe, y que sólo nos ofrece un mundo de posibilidades. ¿Quiere decir que no debemos hacer planes o establecer metas? ¡Absolutamente NO! Debemos siempre tener metas congruentes con nuestra esencia y propósito de vida, sabiendo que al vivir entregado en el presente estamos atrayendo todo aquello que anhelamos y que está en sintonía con el orden divino.

Recuerda que Dios nos ha dado el regalo del Hoy y del Ahora; por eso se llama “Presente”.