martes, 10 de octubre de 2017

El Reflejo De La Vida


“Vida” significa algo muy real y concreto, que configura el destino de cada persona, distinto y único en cada caso.

La búsqueda por parte de nosotros del sentido de la vida es único y específico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo; únicamente así logra alcanzar la persona un significado que satisfaga su propia voluntad de sentido.

La persona necesita “algo” por qué vivir. El “sentido de la vida” no es sólo algo que nace de la propia existencia, sino algo que hace frente a la existencia. Nosotros no inventamos el sentido de nuestra existencia, sino que lo descubrimos.

El sentido de la vida difiere de una persona a otra. Así pues, lo que importa no es el sentido de la vida en términos generales, sino el significado concreto de la vida de cada educando en un momento dado. 

No deberíamos buscar un sentido abstracto a la vida, pues cada uno tiene en ella su propia misión que cumplir; cada uno debe llevar a cabo un cometido concreto.

En pocas palabras, a cada persona se le pregunta por la vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo por su propia vida; sólo siendo responsable puede contestar a la vida. De modo que el “sentido de la vida” es la esencia íntima de la existencia humana está en su capacidad de ser responsable.


Vivir Con Atención


El único refugio de la mente es la atención. La atención es una cualidad que casi nadie tiene en cuenta. Vivimos como autómatas que realizan de manera mecánica sus tareas. Por eso se nos escapa y perdemos la enseñanza que nos ofrece la vida cotidiana. Vivir de manera distraída es el falso refugio que escogemos cuando huimos de algo, cuando sentimos inseguridad.

Si nos detenemos a escuchar y a centrarnos en el momento presente dejaremos de huir y comprobaremos que nuestras vidas han sido vividas con miedo, atendiendo a las expectativas de otras personas, muy posiblemente del conjunto de la sociedad. Vivir en el aquí y ahora, estar verdaderamente atentos a nuestros cuerpos, a nuestros miedos, a nuestras emociones más bajas y hacerles frente exige valor. También requiere práctica. No sirve de nada decir: "Tengo que prestar atención, tengo que controlar mi mente y desechar miedos y otros pensamientos que me impiden centrar mi mente" Eso no es atención. Cuando se obliga a la mente a prestar atención se crea una resistencia ficticia que actúa como un filtro ante otros pensamientos, pero ese esfuerzo es inútil, ya que él mismo aleja de la atención. Necesitamos entrenar nuestras mentes para prestar una completa atención; pero en el momento en que lo intentemos descubriremos la dificultad que entraña esta labor en un mundo en el que se juzga y valora a las personas por la cantidad de cosas que somos capaces de hacer simultáneamente.


En ese estado de atención notaremos algo que nos parece nuevo, la percepción del presente se incrementará notablemente, advertiremos que los colores brillan más y los sonidos son más nítidos. Entonces, nuestra consciencia abarcará nuevos horizontes.

Vivir con atención no es sólo un deber que tenemos con nosotros mismos, sino un derecho que tienen las personas con las que nos relacionamos. Si no vivimos atentamente nos perderemos la vida, simplemente dejaremos pasar los días, repitiendo lo que hicimos el día anterior. Necesitamos la atención para vivir de verdad, para vivir espiritualmente.

Felicidad


Hay cuatro errores graves en la búsqueda de la felicidad y, por eso, es esquiva para algunos que, acaso, mueren sin disfrutarla:

1. Poner la felicidad fuera de ti: tal persona es mi felicidad, tal cargo, la riqueza, la fama o la belleza. Gran falla porque todo eso lo vas a perder. Aprende a tener felicidad sin nada ni nadie, ponla en el ser, no en el tener.

2. Identificarla con la ausencia de dificultades. ¿Sabes?, los únicos que no tienen problemas son los muertos, hasta donde sabemos. Felicidad no es ausencia de escollos, es disfrutar superándolos, como lo saben bien los campeones y grandes artistas.

3. Postergar la felicidad: seré feliz cuando pase o viva tal cosa. No, los seres felices lo son en el presente, ya. Se gozan lo pequeño y lo grande en el instante. Como bien dijo un sabio: felicidad es amarse aquí y ahora.

4. Creer que la felicidad es un estado de gracia constante. No, en la vida hay estaciones, marea alta y marea baja, luz y sombra. La felicidad es un modo de viajar no un edén al que llegas para siempre.

Tu felicidad va de la mano de la aceptación de ti mismo, de los demás y de la realidad. La aceptación amorosa y serena evita que te desgastes haciendo resistencia, una falla que es fuente de indecibles sufrimientos. Con aceptación gozas de paz y no puedes sufrir.

Aprende de esta historia: cuenta la leyenda, que un humilde picador de piedra lamentaba su pobreza y anhelaba ser tan poderoso como el Sol. Pensaba: él es superior, nadie puede hacerle daño y está por encima de todo. ¡Quiero ser el Sol! Dios le concedió el deseo, pero una nube tapó su luz y se dijo: la nube es más poderosa, así quiero ser. Se convirtió en nube, pero al ver cómo el viento la arrastraba con su fuerza, su desilusión fue insoportable. Entonces, decidió: quiero ser viento. Fue viento y soplaba con gran fuerza a una roca, pero esta no se movía y pensó: ¡ella es realmente fuerte: quiero ser una roca!
Ya como roca se sintió invencible, pero apareció un picador de piedra que se acercó a tallarla. Entonces, se dijo: mi condición inicial no era tan mala, deseo volver a ser el picador de piedra. No se sabe si logró su deseo.

Ojo: para ser feliz, transita confiado y en sintonía con Dios por ese sendero que Buda llamó El Camino medio que te aparta de extremos viciosos. El reto es lograr un balance entre el dar y el recibir, lo espiritual y lo material, la suavidad y la firmeza, lo interior y lo exterior. Para ser feliz hay que exorcizar odios, culpas y rencores. Sin perdón no hay felicidad. También necesitas cultivar una actitud optimista, ya que todo depende de la actitud y tú reto para estar bien es amarte, aceptarte y adaptarte a la realidad tal como es.

Optimismo no es soñar con un mundo sin obstáculos, es confiar y trabajar hasta que se superan, y eso da satisfacción. El optimista es un arquitecto de las circunstancias, el pesimista es una víctima de las circunstancias.

En un paseo, el pesimista se queja de las tierras que no posee, mientras el optimista disfruta el paisaje.


Seguir Intentando


Seamos realistas, no importa lo entusiasmado que estés por un proyecto o una meta en la vida, siempre hay momentos en que necesitas recordarte a ti mismo que lo vas a conseguir

Seguro que tienes de esos días en los que pese a los logros que ya has logrado, te apetece sentarte en el sofá y mirar la tele, en vez de ponerte manos a la obra para poder entregar esa tarea que aún tienes pendiente.

Para ser exitoso, es necesario motivarte a pesar de estar experimentando uno de esos días en los que tirarías la toalla. La vida tiene sus momentos buenos y sus momentos malos, pero hay que seguir ahí, implacable, al pie del cañón intentando seguir luchando por aquello que nos hace felices.

Independientemente que sea una meta de autorrealización, una tarea laboral, un partido de fútbol en el que estés perdiendo o un momento en el que no debes mirar atrás cuando te han roto el corazón, tú, igual que todo el mundo, necesitas un extra de motivación.

Seguir adelante empieza por ti mismo, por creértelo y recordártelo especialmente en los momentos más delicados. 

Cuando comiences a pensar que el reto te viene grande o dudas en tus capacidades para conseguirlo, intenta repetirte estas frases para darte un empujoncito o, simplemente, utilízalas como una fuente de inspiración.

Los fracasos son una oportunidad inmejorable para aprender, pues si te lo tomas como una experiencia de aprendizaje, posiblemente no volverás a cometer los mismos errores que en el pasado.
El éxito no llega por sí solo, sino que requiere mucho trabajo

Así que ponte manos a la obra, porque si algo quieres, algo te cuesta.


lunes, 9 de octubre de 2017

Sociedad Humana


El hombre es un ser social, eso quiere decir que vive en unión con otros hombres. No puede vivir solo, vive en sociedad. La sociedad es, entonces, el hábitat del hombre y éste es, al mismo tiempo, el constructor y el transformador de la comunidad. La sociedad humana es la unión de los hombres. 

Juntos transforman la naturaleza y la ponen a su servicio para protegerse y satisfacer sus necesidades de alimento, vestido, habitacionales de comodidad, etcétera.

Todos los hombres forman parte de la sociedad. También forman parte de la sociedad las organizaciones que el hombre ha creado, tales como la familia, la escuela, el gobierno, el estado.
Las relaciones humanas son las relaciones entre los miembros de la sociedad. Siempre son mutuas, es decir que las personas se influyen recíprocamente.

El hombre establece relaciones de muy variada índole, como las que se producen por el solo hecho de la vecindad, o por ser miembro de un club o de una institución profesional o religiosa, etc. Resulta muy difícil enumerarlas a todas, ya que la lista sería interminable.

Estas relaciones constituyen variadas manifestaciones de convivencia humana.

Las normas sociales
A lo largo del tiempo todas las agrupaciones humanas, desde los grupos primarios hasta las más complejas instituciones, han necesitado normas para funcionar y desarrollarse positivamente.

Cuando vimos que el hombre crea cultura, diferenciamos distintos tipos de objetos culturales. 

Así como las creencias y los valores, las normas son objetos culturales no materiales. Ellas reflejan los valores de una sociedad.

En un grupo primario, en una comunidad y en las más complejas instituciones, las normas buscan armonizar la convivencia, para hacer más positivo el funcionamiento del grupo.

Las actividades humanas, que como hemos visto se realizan en sociedad, hacen necesaria la existencia de las normas. Si un grupo de alumnos se reúne para concretar una tarea escolar, se establecen normas de funcionamiento para lograr el objetivo deseado. Las normas son imprescindibles para el accionar social.

En el desarrollo de un juego, el funcionamiento de la Cooperadora de una escuela, una familia, en todos los casos existen normas aceptadas por los miembros participantes.

La familia y la escuela son grupos socializadores, ambas transmiten cultura y con ella, las normas.
Las normas pueden referirse a cuestiones morales, religiosas, sociales, etc.

En todas las sociedades, paralelamente con la aparición de normas, surgieron autoridades cuyas funciones consisten en velar por el cumplimiento de las normas, en beneficio de la comunidad.
Existe un tipo de norma que se diferencia nítidamente de todas las demás: la norma jurídica.

Las normas jurídicas poseen una sanción en su enunciado. Las instituciones que se ocupan de velar por el cumplimiento de las normas poseen la autoridad necesaria para hacerlas cumplir, y pueden utilizar la fuerza si es necesario.

Ejemplo: “El que roba será castigado con la prisión”. Este es un ejemplo de norma jurídica.

A veces las normas sociales reciben sanción por la comunidad aunque no se encuentre explícito, si una persona no practica las costumbres de higiene y pulcritud dentro de un grupo, puede llegar a ser rechazada por él. En este caso el grupo aplica una sanción de tipo moral, pero no existe como en el caso de la norma jurídica, una sanción obligatoria que las autoridades se ocupan de hacer cumplir, usando la fuerza si es necesario.

Las normas: una necesidad para la convivencia
El hombre, ya agrupado socialmente y viviendo en comunidad con sus semejantes, se dio cuenta de que la manera más fácil de llevar a cabo sus tareas era encontrando una cierta forma de organización. 

Necesitó crear un mecanismo de regulación. Para que sea posible la vida en sociedad y para que, además, el desarrollo de la vida individual no sea un obstáculo para la vida social, se re- quiere un sistema normativo. Si éste no existiera viviríamos en un clima de anarquía, donde cada uno defendería sus intereses individuales aun en detrimento de las necesidades colectivas. 

Algunas normas, como las jurídicas, son de carácter coercitivo, es decir se exige su cumplimiento y su incumplimiento es castigado. Hay otro tipo de normas, como las de urbanidad, cuyo incumplimiento no es sancionado, salvo por el reproche de la sociedad o de un grupo social, que hasta puede llegar a marginar al infractor. El cumplimiento de estas normas de urbanidad nos permite integrarnos en forma armónica en el grupo al que pertenecemos.

Normas, costumbres y leyes organizan la naturaleza social del hombre, para que la misma se pueda consolidar. Si bien éstas limitan la libertad del hombre, también la hacen posible.

Dijo Cicerón, el gran orador y escritor romano: “Nos hacemos esclavos de la ley para llegar a ser hombres libres”.


Testarudos


Una persona testaruda es aquella que tiene dificultades para dialogar de un modo objetivo con otra persona porque se encierra demasiado en sus propias ideas y no escucha del mismo modo, las ideas del interlocutor. Una actitud propia de una persona testaruda es mantenerse inamovible en su punto de vista sobre un tema en concreto incluso cuando su interlocutor aporta razones de peso que demuestran lo contrario.


Una persona testaruda tiene dificultades para cambiar de opinión y con mucha frecuencia, tiene un interés excesivo en tener la razón en una conversación. Una persona testaruda es aquella que es tozuda.

Desde el punto de vista de la comunicación, una persona testaruda es aquella que oye pero no escucha. Es decir, no atiende de verdad las razones de su interlocutor porque espera que sea el otro quien cambie de opinión. La actitud de una persona testaruda en ocasiones puede ser confundida con la arrogancia y la vanidad.

Una persona testaruda puede defender con vehemencia que está en lo correcto (incluso cuando no lo está pero cree estar en posesión de la verdad). Una persona testaruda no tiene una mentalidad abierta sino cerrada.

Desde el punto de vista de la autoayuda y la superación personal, conviene puntualizar el significado positivo de la palabra testarudo. Una persona necesita ser testaruda para reafirmarse en la consecución de un sueño más allá de los obstáculos. Una persona testaruda suele ser perseverante y firme en sus propósitos.

Pero todo tiene un límite y es muy saludable potenciar la flexibilidad mental y la adaptación al cambio en lugar de mostrar tanta resistencia ante la idea de un posible cambio de creencias. Cambiar de opinión es muy saludable, rectificar es de sabios y el proceso de aprendizaje implica corregir errores, revisar ideas y afianzar nuevos conceptos.

El calificativo de ser una persona testaruda remite a un rasgo del carácter personal y del modo de ser. No se trata de un modo de ser inamovible puesto que todo ser humano tiene una infinita capacidad de superación, puede potenciar sus fortalezas y relativizar sus debilidades. Conviene potenciar el valor de la humildad en la comunicación interpersonal para poder aprender de verdad y alcanzar el concepto de verdad. No siempre aquello que uno cree, es lo cierto. En ese caso, es de sabios rectificar.

... via Definicion ABC https://www.definicionabc.com/comunicacion/testarudo.php

La Brújula De Las Emociones


Ya en el siglo XIX, Charles Darwin concluyó que la expresión de las emociones es algo innata y no aprendida, como se creía en su época. Llegó a esta hipótesis tras estudiar su expresión en los animales superiores, así como los gestos que hacen de forma instintiva las personas ciegas de nacimiento. En sus viajes comprobó, además, que estas emociones eran comunes a todas las culturas y se manifestaban de forma parecida, lo cual le convenció de que las llevamos “de fábrica”.

En tiempos más actuales se ha intentado enumerar nuestras emociones básicas, que según el psicólogo social Paul Ekman serían seis: ira, alegría, sorpresa, asco, tristeza y miedo. El actor brasileño Marcelo Antoni junto con Jorge Zentner, guionista y escritor argentino, en su libro Las cuatro emociones básicas, además de descartar el asco y la sorpresa del primer rango, señalan la importancia de reconocerlas en uno mismo y en los demás: 

“Una emoción es información íntima. 
Un aviso respecto a qué me está pasando en este momento; un toque de atención que sitúa a cada uno en el presente, pues está referida a lo que vivimos y sentimos en este instante concreto. Es un aviso primario con importantísimas funciones en la conservación, la relación y la socialización del individuo. Una información que también recibimos internamente, desde nosotros mismos”.

Los autores hablan de lo que sentimos como “existencia de tránsito”. Nadie puede anclarse de forma permanente a una misma emoción. Por eso, aunque hablemos de personas tristes o alegres, en realidad lo que existen son las situaciones tristes o alegres.

Tomar conciencia de ello permite relativizar lo que sentimos y no tomarlo como algo definitivo, lo cual es un alivio en el caso de las emociones negativas. Saber que el sentimiento que nos tortura es temporal y dará paso a otro, quizá de signo contrario, nos ayuda a relativizar el sufrimiento.
Una vez se toma posesión de nuestra brújula y somos capaces de leer lo que sienten los demás y nosotros mismos, ¿cómo gestionar las emociones? No se trata de meras reacciones a lo que vivimos. También tienen una utilidad y podemos canalizarlas para optimizar nuestra vida y la de nuestro entorno.

Comprender nuestras emociones básicas y su utilidad nos permite dejar atrás lo que ya no nos sirve, tomar conciencia de lo que ahora necesitamos y proyectarnos de forma mucho más positiva hacia el futuro.