viernes, 17 de noviembre de 2017

Nuestras Decisiones


Muchas veces las personas que parecen tomar buenas decisiones, y parecen buenas razonadoras, no tienen éxito en sus tareas. A muchos de nosotros nos habrá ocurrido que tomar buenas decisiones no es suficiente para poder llevar a cabo procesos en nuestras vidas. El hecho de no saber cómo evitar algunos tropiezos que impiden que avancemos y actuemos de la mejor forma, nos juega en desventaja ya que evidencia que no existe equilibrio entre nuestro raciocinio  y el manejo de nuestras emociones. El psicólogo Robert Sternberg propone una serie de tropiezos que impiden nuestro éxito. Conocerlos nos facilita poder hacer algo para detenerlos y actuar con más equilibrio en el futuro. La clave, como él dice, es que no todo radica en el buen razonamiento, sino en el equilibrio entre mente y corazón.
A continuación los escollos que propone el psicólogo Sternberg:
 Tropiezos que impiden el éxito
 La Falta de motivación: De nada sirve el tipo  de actitudes que tenga la gente si no se siente motivada a utilizarlas.
La falta del control de impulsos: Hay veces en la vida en que las personas necesitan actuar de forma impulsiva, pero el comportamiento impulsivo suele contribuir a deslucir más que a mejorar el trabajo intelectual.
La falta de perseverancia y la perseverancia: Algunas personas, a pesar de su inteligencia, sedan por vencidas con demasiada facilidad. Si las cosas no marchan de forma inmediata, o si los primeros intentos no tienen éxito, abandonan cualquier cosa.
Utilizar las capacidades erróneas: Mucha gente se da cuenta alguna vez a lo largo de su vida de que o bien se encuentran en el trabajo equivocado que van a dejar el trabajo que tienen de forma precipitada.
La incapacidad de convertir el pensamiento en acción: Algunas personas son expertas a la hora de proporcionar soluciones a sus problemas y de hecho puede parecer que tienen una solución para cada
cosa en su vida y en las vidas de los demás, pero son incapaces de trasladar el pensamiento a la acción.
La falta de adecuación hacia el producto: Algunas personas parecen estar muy preocupadas por el proceso mediante el que se hacen las cosas, pero no tanto por el producto resultante. Sin embargo, nuestros actos van a juzgarse fundamentalmente por los resultados, ya sea en el colegio o en la vida.
Incapacidad para terminar y llevar a cabo los trabajos: La única predicción cierta a cerca de los denominados incompletos es que cualquier cosa que empiezan no la terminan.
Fracasar desde el principio: Otras personas no están dispuestas y son incapaces de empezar un trabajo, ya que están intentando siempre decidir lo que tienen que hacer.
El miedo al fracaso: El miedo al fracaso parece manifestarse muy pronto en la vida. Es un problema muy común, sobre todo entre aquellos individuos situados en los extremos de la escala de logros.
La indeterminación: La indeterminación parece ser un hecho universal en la vida. Todos, en
alguna época o en otra, hemos aplazado para después cosas que sabíamos que había que hacer.
La imposibilidad de asumir la responsabilidad: Algunas personas creen que no pueden equivocarse y se pasan el tiempo echándole la culpa a otras personas incluso del más leve contratiempo.
La autocompasión excesiva: Todos nos hemos compadecido de nosotros mismos en alguna ocasión y es difícil no hacerlo cuando las cosas no nos salen bien. Pero la autocompasión continua resulta muy poco adaptativa.
La dependencia excesiva: En la mayoría de los trabajos que afrontan las personas, se espera que adquiera, un determinado grado de independencia.
Recrearse en las dificultades personales: Todos tenemos dificultades personales, pero el alcance de las mismas difiere mucho de una persona a otra. Algunas personas han sufrido varias tragedias en su vida, mientras que otras parecen haber tenido una existencia regalada sin haber encontrado casi nunca dificultades.
La distracción y la falta de concentración: 
Existe un gran número de personas muy inteligentes que, a pesar de dicha inteligencia, nunca son capaces de concentrarse en algo durante mucho tiempo.
Abarcar demasiado o demasiado poco: Las personas con tendencia a abarcar muy poco necesitan reconocer ellas mismas esa tendencia y actuar en consecuencia contra ella. Este tipo de personas se dan cuenta de que no pueden terminar nada, no porque no trabajen lo suficientemente para conseguirlo, sino porque solo están realizando pequeños progresos en cada uno del gran número de trabajos que están acometiendo al mismo tiempo.
Incapacidad para aplazar la gratificación: Aquellas personas que parecen estar haciendo siempre las cosas pequeñas a expensas de las grandes, algunas de ellas son personas que se dedican sencillamente a aplazar los grandes proyectos, pero otras son incapaces de aplazar la gratificación.
Incapacidad o falta de voluntad de ver el bosque a causa de los árboles:  Hemos tenido la oportunidad de trabajar con varios alumnos que eran muy capaces desde el punto de vista intelectual, pero que han tenido una suerte relativamente escasa en sus carreras académicas debido a su incapacidad de ver el bosque a causa de los árboles.
La falta de equilibrio entre el razonamiento critico-analítico, el razonamiento creativo-sintético y el razonamiento práctico contextualizado: Existen determinadas ocasiones de la vida en las que es necesario ser crítico y analítico, otras en las que uno debería ser creativo y sintético y todavía otras diferentes en las que es necesario aplicar el razonamiento en la práctica. Es importante saber distinguir cual es la ocasión adecuada para cada una de estas actitudes, ya que parece que algunos alumnos hacen con frecuencia juicios erróneos sobre este tema.
Muy poca o demasiada confianza en uno mismo: Todos necesitamos tener una sólida confianza en nosotros mismos para poder desenvolvernos en la vida. Podemos recibir tantos golpes en nuestra autoestima y en nuestra percepción personal que si no la tuviéramos, estaríamos a merced de todos los reveses pequeños y grandes que, pudieran surgir continuamente ante nosotros.
 Tropiezos que impiden el éxito
A continuación, se expresan algunas características emocionales, sociales y cognitivas que dificultan el desempeño académico de algunos estudiantes:
Impulsividad: que los llevan a la solución rápida y deducciones ilógicas que no emanan de los datos aportados.
Falta de precisión y exactitud en el levantamiento de los datos: que los llevan
a ignorar datos importantes y aceptar evidencias vagas o abstractas.
Definición imprecisa del problema: hasta a veces no reconocer la existencia del mismo.
Modalidades de comunicación egocéntricas: no se escuchan otros puntos de vista, llevándose por impulsos sentimentales.
Falta de precisión al comunicar las respuestas: las comunicaciones suelen ser muy generales y las instrucciones vagas, como la programación de objetivos.
Respuestas de ensayo y error: solamente para probar si dan resultado, sin planificación y adoptando soluciones sin considerar las posibles consecuencias.

Fuente Sternberg, Robert J.; Detterman, Douglas K., eds. (1986). What is intelligence? Contemporary viewpoints on its nature and definition. Norwood (NJ): Ablex. 


Conciencia Colectiva


La noción de consciencia colectiva se refiera a las creencias compartidas y a las actitudes morales que funcionan como una fuerza unificadora dentro de la sociedad.[1] Esta fuerza se encuentra separada y es, generalmente, dominante en comparación con la consciencia individual. Según esta teoría, una sociedad, una nación o un grupo constituyen una entidad que se comporta como un individuo global.

Aproximaciones al término
Aporte de Durkheim
La expresión fue acuñada por el sociólogo Émile Durkheim (1858–1917) en varias de sus obras:[2] Así, Durkheim sostiene que: El conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los miembros de una misma sociedad, forma un sistema determinado que tiene vida propia: podemos llamarlo conciencia colectiva o común. Es, pues, algo completamente distinto a las conciencias particulares aunque sólo se realice en los individuos.

En su libro De la división du travail social, Durkheim sostiene que en sociedades “tradicionales” o “más simples” (aquellas basadas en las relaciones familiares, tribales o entre clanes), la religión desempeña un rol importante al unir a sus miembros por medio de la creación de una consciencia común (conscience collective en francés original). En las sociedades de este tipo, los contenidos de la consciencia de un individuo son ampliamente compartidos en común con todos los otros miembros de su sociedad, creando una solidaridad mecánica a través la semejanza mutua. 

Entonces, la conciencia colectiva es mucho menos importante en una sociedad con solidaridad orgánica que en otra con solidaridad mecánica. Es más probable que los miembros de una sociedad moderna se mantengan unidos por la división del trabajo y la necesidad de que otros realicen ciertas funciones que mediante una conciencia colectiva poderosa.

Aporte de Giddens
Anthony Giddens señala que la conciencia colectiva difiere en los dos tipos de sociedades en cuatro dimensiones:
Volumen: se refiere a la cantidad de gente que comparte una misma conciencia colectiva. Intensidad: se refiere al grado en que la sienten. Rigidez: se refiere a su nivel de definición. Contenido: se refiere a la forma que adopta la conciencia colectiva en los dos tipos polares de sociedad.

En una sociedad caracterizada por la solidaridad mecánica, prácticamente la totalidad de sus miembros comparten la misma conciencia colectiva; esta se percibe con gran intensidad; es extremadamente rígida y su contenido suele ser de índole religiosa. En una sociedad de solidaridad orgánica, la conciencia colectiva es más reducida y la comparte una cantidad menor de individuos; se percibe con menor intensidad; no es muy rígida y su contenido queda definido por el concepto de “individualismo moral”.

Aportes de otros sociólogos y psicólogos
La noción fue retomada por otros sociólogos y psicólogos como Maurice Halbwachs en 1939.[3] En su libro La psychologie des foules (1895),[4] Gustave Le Bon define a la muchedumbre con estos términos: « Una reunión de individuos de cualquier nacionalidad, profesión o sexo, cualquiera sea también el azar que los haya reunido. Le Bon sostiene que cuando estos individuos se reúnen, « se forma un alma colectiva, sin duda transitoria, pero que presenta características muy evidentes. La colectividad se convierte entonces de aquello que, a falta de una expresión mejor, llamaría una muchedumbre organizada o, si se prefiere, una muchedumbre psicológica. Ella forma un solo ser y se encuentra sometida a la ley de la unidad mental de la muchedumbre. »

Consciencia colectiva. (2008, 14) de agosto. Wikipedia, La enciclopedia libre


Cuando Nos hierve La Sangre


Las emociones son universales y también lo son las sensaciones que nos producen en el cuerpo, sea cual sea nuestra cultura. A un occidental consumista le hierve la sangre cuando presencia algo que le molesta profundamente de igual manera que a un asiático espiritual zen. A todos se nos enciende o apaga el cuerpo de la misma manera cuando nos emocionamos:

Hoy en día, emociones como la alegría, la tristeza o el miedo se aceptan sin inconveniente, mientras que el enfado tiende a disimularse porque molesta. Si demostramos la ira, los que nos rodean muy probablemente nos tacharán de histéricos. Así que la reprimimos. Y sin embargo, la vida está llena de situaciones que nos cabrean. 

Agarrarse una rabieta es una emoción excelente, afirman los psicoterapeutas. Es, a la vez, una señal de alarma y un límite que debe ser respetado. Indica, en definitiva, un deseo de cambio. Según la psicóloga americana Harrite Goldhor Lerner, “la ira es una reacción fuerte de descontento, consecuencia de una frustración, de una situación que se juzga injusta”. Es decir, aparece cuando las necesidades o los deseos no se ven satisfechos. 

Escuchar el enfado propio es un impulso de vitalidad, sobre todo porque ocultarlo puede salirnos caro. 

Enfadarse en silencio es malo para la salud. Cuando almacenamos ira corremos el riesgo de vernos desbordados por el estrés y, en última instancia, deprimirnos. Expresándola liberamos montones de hormonas, entre ellas adrenalina, que favorece la acción.

Correr, meditar, morderse la lengua o contar hasta diez… Cualquier acción sirve para controlar la ira. La dificultad consiste en encontrar el justo medio entre contenerse y resultar agresivo. Hemos de saber que expresar la cólera requiere aprendizaje. 

Cuando nos enfadamos, lo mejor –antes de proferir una sarta de improperios– es reflexionar bien acerca de la nueva situación que queremos establecer. Por su naturaleza impulsiva, la ira nos empuja a actuar rápidamente, lo que no siempre es aconsejable. De manera que antes de montar una escena, jerarquicemos las quejas y preguntémonos: ¿qué es lo que de verdad nos enfada?, ¿qué deseamos? 

En lugar de sonreír y lanzar indirectas, pronuncia tus quejas y hazlo siempre en primera persona. 

Utiliza el “yo” y, sobre todo, no metas a un tercero. En vez de decirle a tu colega de oficina que el ruido que hace en las reuniones “es desquiciante”, dile que “no soportas su comportamiento”. Las críticas anónimas no hacen más que aumentar el sentimiento de frustración. 


Asumir Las Consecuencias


Aceptar la responsabilidad de los errores, fracasos y principalmente las consecuencias, prepara a la persona a entender el para qué de lo que ocurre en su vida

Los seres humanos, algunos en ciertas etapas, otros en todas las etapas de desarrollo de la personalidad, presentamos un patrón de comportamiento mediante el cual tendemos a evadir y no asumir responsabilidad sobre las consecuencias de nuestros actos, adjudicando dicha responsabilidad a otras personas.

Cuántas veces hemos sido testigos de situaciones en las cuales un(a) estudiante, independiente del nivel que curse, cuando las calificaciones son bajas o reprueba, se justifica argumentando que el o la docente le tenía inquina o no explicaba bien. En vez de reconocer que no había estudiado o no dedicó la atención debida a la clase, recurre a la justificación y responsabilizar al o la docente.

Cuando una persona no tiene empleo, quizá busca y no encuentra, o cuando es despedida de su trabajo, en ambos casos muy difícilmente acepta que ello se debe a que no cumple los requerimientos del cargo que busca, o no llenaba las expectativas de los empleadores. En estas circunstancias recurre a señalar a otras personas, argumentando que gestionan para que no les den empleo o para que los despidan.

Los ejemplos son innumerables, porque este patrón de comportamiento se manifiesta independiente de raza, credo religioso, sexo, edad, capacidad económica, preparación académica, etc., es decir, no tiene fronteras. Pareciera que tiene raíces genéticas y es afinado en la vida cotidiana.
           
En la vida las decisiones que se toman y las acciones que se ejecutan son innumerables, y en muchas de ellas se rehúye asumir responsabilidad sobre las consecuencias y se opta por achacar culpabilidades a terceras personas, muchas veces por temor a señalamientos, represalias o castigos.

Culpabilizar no permite enmendar errores, en el tanto, es un mecanismo mediante el cual las personas se tapan los ojos para no ver y negarse a aceptar la autoría de los desaciertos cometidos.

Cada quien es responsable por su presente y su futuro. Hay que tener presente que las actuaciones, correctas o incorrectas, no son más que una siembra, la cual, a la corta o a la larga, dará fruto bueno o malo.

Aceptar la responsabilidad de los errores, fracasos y principalmente las consecuencias, prepara a la persona a entender el para qué de lo que ocurre en su vida, así mismo, fortalece el carácter con humildad y  crea condiciones para nuevos retos y ser asertivo(a) en lo que se emprende.


Si se pidiera que levanten la mano quienes han presentado ese patrón de comportamiento, 
posiblemente la gran mayoría las levantaríamos. Por lo tanto, dispongámonos al cambio y erradicarlo de nuestro comportamiento. sustituyéndolo por uno nuevo que nos edifique para asumir las consecuencias de nuestros actos y entonces ser mejor persona.

El Desafío Exclusivamente Nuestro


Nuestra mente trabaja continuamente (esperemos que así sea). El problema es que la mente, como ya hemos dicho en otras ocasiones, puede ser nuestra mayor aliada o nuestro peor enemigo. En ocasiones no tenemos éxito en nuestra carrera e incluso no sabemos qué hacer, y el problema no tiene nada que ver con el ámbito profesional, sino porque nuestra mente está en otro lugar, dedicada a ciertos pensamientos improductivos que únicamente nos restan potencia para seguir avanzando.

Somos lo que pensamos, y actuamos en función de cómo pensamos. Por tanto, ¿está nuestro pensamiento realmente enfocado, o por el contrario, debemos ajustar el enfoque?

Existen gran cantidad de pensamientos que únicamente sirven para agotarte y auto-sabotearte en todos los aspectos de tu vida. Y la buena noticia es que todos y cada uno de esos pensamientos se pueden cambiar si somos conscientes y trabajamos en ello.

Es ahora cuando algunos pueden preguntarse... ¿y qué tiene que ver la temática de la mente con el éxito profesional, negocios o finanzas?

Y la respuesta es sencilla. La mente es tan jodidamente perversa que un único pensamiento podrido puede pudrir cualquier decisión que tomemos. Es más, grandes empresarios y grandes inversores, probablemente hayan tomado las peores decisiones de sus carreras, porque en un momento dado tuvieron un problema externo que acabó contagiando negativamente su capacidad de tomar buenas decisiones en su trabajo.

Pero... ¿cuáles serían esos pensamientos tóxicos a los que dedicamos más tiempo del que realmente deberíamos dedicarles?

Si tuviera que elegir los más importantes, aquellos en los que las personas más tiempo se estacan y que incluso te pueden hacer caer en una especie de estado depresivo impidiendo avanzar y viéndolo todo negro, sin duda una sería la siguiente:

Las viejas heridas del pasado.

El pasado, con sus alegrías y quebraderos de cabeza, te ha hecho la persona que hoy día eres. Para eso sirve el pasado; hay que dejarlo ir. El pasado es un recuerdo, no un sitio donde vivir. Y supongo que todos tenemos recuerdos dolorosos, pero como decía Marc Chernoff en uno de sus post, algunos recuerdos del pasado siempre los llevaremos como cicatrices, y las cicatrices son una señal de sanación. Deja cicatrizar las heridas, y a otra cosa.

Pero no sólo hablamos del pasado de largo plazo, sino que personalmente, añadiría incluso el pasado más reciente.

Supongo que la mayoría de las personas habrán experimentado algo así; no tener ganas de nada, ir a trabajar como un zombie vegetariano, no divertirte en las reuniones sociales, no ser capaz de quitarte a esa persona de la cabeza, y después de 20 días, aprovechar el fin de semana para quedarte en casa, porque tu amargura es tal que es lo único que te pide el cuerpo.

Todo el mundo te dice que salgas, que te diviertas, que eso se pasa, y que cuanto antes comiences a asumirlo, antes se te pasará... pero es tan difícil...
¿Sabías que muchos emprendedores inician su propio negocio únicamente porque les gustaría impresionar a los demás con su posible éxito? Otras personas se dedican a una profesión concreta, no porque les guste, sino porque está mejor vista por los demás, y piensan que así podrán impresionar a otras personas.

Pero lo cierto es que esta competición mental por impresionar a los demás, suele terminar mal, porque en última instancia, nosotros sólo competimos contra nosotros mismos.

 El hecho de que otras personas estén haciendo algo, no significa realmente que esa opción sea la adecuada para nosotros.

Era Steve Jobs quien decía que "no vivas la vida de otros". Vive esa vida con la que te sientas bien, y haz lo que realmente quieres hacer. Algunas personas sin una vida propia a la que prestar atención, te adorarán o criticarán.


Pero al final, eres tú el que decide si te sientes feliz con la vida que estás llevando y haciendo aquello que estás haciendo.

Motivación


La motivación personal te permite mantener el espíritu sin importar qué tan desalentadora pueda llegar a ser la situación.

Realmente la automotivación es el antídoto más fuerte ante los problemas y las dificultades de la vida. Cuando tenemos problemas, usualmente perdemos la motivación y nos dejamos llevar por el conformismo, la pereza y la procrastinación.

Quienes permiten que las situaciones los desmotiven en la mitad del camino, pierden la batalla antes de siquiera vivirla.

La pregunta entonces es ¿Cómo Puede Uno Lograr Motivarse A Sí Mismo?

Hoy quisiera compartir algunos tips que me han sido de ayuda durante mucho tiempo.

Empecemos por decir que nuestra motivación va completamente ligada a ciertas actividades que debemos realizar. Cuando nos desmotivamos, perdemos el deseo  de realizar dichas actividades.

Tales actividades están originalmente pensadas para tener un impacto positivo en nuestras vidas, y generalmente producir resultados destacables de alguna u otra manera.

Contar Con Una Causa
Por tanto, lo primero que debemos considerar cuando nos enfrentamos al problema de la automotivación es contar con una causa por la cual debamos actuar.

Un objetivo claro en la vida, una meta, una razón que te brinde el “Por Qué” necesario para moverte. Si no cuentas  con una causa en tu vida, difícilmente podrás enfocarte y motivarte cuando sea necesario.

Empieza entonces (si no lo has hecho ya) por definir lo que quieres lograr y por contar con una buena razón por la cual sientas que debes actuar a pesar de las adversidades.

Creo que es pertinente citar una gran frase desconocida para muchos:
“Tan alto como llegue, puedo llegar a crecer. Tanto como busque, puedo llegar a encontrar. Tan lejos como mire, puedo llegar a ver. Y tan grande como sueñe, puedo llegar a ser”
Karen Ravn

Siempre y cuando apuntes alto en la vida, lograrás buenas cosas. Si caes en la trampa del conformismo y aceptas que con poco eres feliz, eventualmente dejarás de ser feliz y con ello, te será casi imposible motivarte.


jueves, 16 de noviembre de 2017

Ciencia E Historia



Sin duda este es la pregunta central de la ciencia histórica, en este apartado, advertimos, no será nuestro objeto de reflexión la historia en cuanto devenir, sino en cuanto a ciencia que estudia la vida de las sociedades, y junto a ello el compromiso social , político y generador de conciencia que tiene la historia. Lo primero que me gustaría despejar es que la historia, no es la historia del hombre, es de la mujer y el hombre, o si se quiere del ser humano, ya no es posible el uso de un lenguaje sexista que deje fuera como sujeto histórico a las mujeres, como tampoco es admisible los que siguen parapetados en que el uso del concepto hombre es genérico, nos parece a esta altura una imbecilidad tal argumento.

La ciencia de la Historia es transversal en el tiempo, es decir ya no es solo el estudio del pasado, sino que es la comprensión del presente y la generación de información para la toma de decisiones de cara al futuro, ella, se encarga de estudia la vida de las sociedades y como estas han ido modificándose a través del tiempo, para lograr estados distintos y en lo posible mejores en cuanto a calidad y condiciones de vida. 

Marc Bloch, el historiador más visionario y talentoso del siglo XX, entrego la semilla para esta nueva concepción historia cuando planteo: Se ha dicho alguna vez. la Historia es la ciencia del pasado. Me parece una forma impropia de hablar. Ciencias de los hombres, hemos dicho. La frase es demasiado vaga todavía. Hemos de agregar de los hombres en el tiempo. . A partir de este momento la ciencia histórica entraba en conversaciones con otras ciencias, con el fin de buscar la esencia de la historia y su rol en la vida del ser humano y la comunidad. 

Algunos historiadores respecto al tópico analizado han sido mucho más incisivos, tal es el caso de Tuñón de Lara, que ha planteado que: Es evidente que si un pueblo no ha comprendido su pasado y no sabe cómo y por qué ha llegado a ser lo que es, ese pueblo no podrá prever ni afrontar el futuro . Todo ello nos parece le entrega a la ciencia histórica un mayor campo temporal y social para su actuación. 

Ahora analicemos otras aristas que le dan a la historia su carácter científico y de alguna manera nos acercan al porqué de la historia. 

Dada la multiplicidad de factores que impulsan los hechos y procesos humanos, y que la cultura, por definición engloba todo el producto del quehacer humano. , concluimos que la historia y sus fenómenos también son multivariables, a esto se debe agregar la lejanía temporal, escasez de noticias, archivos , la yuxtaposición y deterioro de las fuentes y la oscuridad de muchos antecedentes de la historia, , y lo más importante de todo, la multiplicidad de interpretaciones sobre un mismo hecho, nos encontramos con una ciencia mal llamada blanda . 

La historia en cuanto a Ciencia Social no genera leyes ni explicaciones únicas e inmutables, pero si debe necesariamente intentar realizar generalizaciones o lo que es lo mismo extender sus observaciones, y conclusiones a la mayor cantidad de casos posibles.

¿ Cómo llegar a este momento seria entonces la pregunta? Esta generalización surge del buscar similitudes en los procesos políticos, sociales y económicos, nace del verificar las relaciones o influencias en el trato económico y de comercio, los intercambios y aportes mutuos entre individuos y sociedades, en suma de una serie de elementos comunes que permiten esbozar análisis extensibles al estudio de la historia. Allí está la historia como ciencia en cuanto esencia, trabajar desde lo individual hasta llegar a la conclusión de universalidad. 

Desde la perspectiva de pensar en los análisis y estudios de los hitos y procesos que se dan a lo largo de la historia, aceptamos la afirmación de Topolsky, en cuanto a que: El historiador debería saber cómo hacer llegar a los diversos destinatarios los resultados de su investigación: no puede limitarse al círculo de los iniciados, sino que debe popularizar el conocimiento de la historia.