jueves, 22 de febrero de 2018

Acuerdos

Filosofía Tolteca
Acuerdos
Miguel Ruiz en su libro “Los 4 acuerdos” nos propone cuatro acuerdos básicos de la filosofía Tolteca:

1. Sé impecable con la palabra:
Sé íntegro al hablar. Di sólo lo que pienses. Evita usar la palabra para hablar contra ti mismo o contra los demás. Utiliza el poder de tus palabras para avanzar en la dirección de la verdad y el amor.

2. No te tomes nada personalmente:
Nada de lo que hacen los demás está causado por ti. Lo que los otros dicen o hacen es una proyección de su propia realidad, de su propio sueño. Al ser inmune a las opiniones y acciones de los demás, no serás víctima de sufrimientos innecesarios.

3. No hagas suposiciones:
Ten valor para hacer preguntas y expresar lo que de verdad deseas. Comunícate con los demás con la mayor claridad posible para evitar los malos entendidos y las desgracias.

4. Haz siempre lo mejor que puedas:
Entrega, en cualquier circunstancia, lo mejor que tengas, evitando mostrarte duro contigo mismo.

Estos acuerdos pueden llevarnos a una vida de mayor bienestar. Sin embargo, ¿cuántos acuerdos establecemos con nosotros mismos que nos cierran posibilidades? Acordamos que no podemos, que no somos lo suficientemente buenos, que no podemos perdonar, que no merecemos amor, etc., etc. Cada uno de nosotros establece acuerdos diariamente. Algunos son viejos acuerdos que ya ni siquiera están vigentes, pero no nos ocupamos de revisarlos para comprobar su caducidad.

Hoy te invito a reflexionar sobre esos acuerdos que puedan estar limitando tu bienestar. Lo bueno de estos acuerdos es que somos nosotros y sólo nosotros los que tenemos el poder para decidir si queremos que sigan vigentes o no.


Quizás ya sea tiempo de establecer nuevos acuerdos contigo mismo, que sean más coherentes con quien quieres ser.

Los Por Que De Las Cosas


Desde pequeño, siempre me ha gustado intentar entender el porqué de las cosas. Ver el motivo que hay detrás de todo lo que existe, y comprender por qué es como es. En última instancia, quería descubrir el sentido de la vida, y entender por qué soy como soy.

Durante muchos años, pero, cuando compartía esta inquietud con los demás, el comentario que más a menudo me encontraba es: “qué pérdida de tiempo. No hay que entender el porqué de las cosas. Las cosas son como son y punto.”

Ahora, esta situación ha cambiado un poco, pero sigue habiendo una tendencia a creer que no tiene sentido preguntarse por qué, especialmente cuando hablamos del sentido de la vida, o de temas profundos en general. Nos encanta decir que la vida está para vivirla, no para entenderla.

Por esta razón, me gustaría contarte una pequeña historia…

Qué Pasa Cuando No Sabemos el Porqué de las Cosas
Dice la historia que, en un pequeño pueblo, había un hombre muy sabio, alrededor del cual la gente se reunía de vez en cuando para meditar y recibir sus consejos. Un día, sin embargo, apareció un gato que empezó a pasearse por la sala donde hacían la reunión. Era un gato muy juguetón, y no los dejaba concentrarse. Así que el sabio pidió que alguien lo atara mientras duraba el encuentro.

Parece ser que al gato le gustaba participar a su manera, porque a partir de ese día, siempre aparecía cuando se reunían. Y tal como habían hecho el primer día, lo volvían a atar.

Los años fueron pasando, y un día el sabio del pueblo murió. Todo el mundo estuvo muy triste, y le guardaron luto. Pero siguieron celebrando las reuniones, ahora dirigidas por sus discípulos, los cuales intentaban mantener vivo el espíritu de su maestro.

Siguieron pasando los años, y los encuentros se mantuvieron casi igual. 

Meditaban tal y como el maestro les había enseñado, e intentaban aplicar todo lo que habían aprendido de él. Por su parte, el gato seguía apareciendo, y lo continuaban atando.

Hasta que un día el gato también murió. Y entonces buscaron otro gato para poder atarlo durante las reuniones.

Me gusta mucho esta historia, porque muestra muy claramente lo que sucede cuando no conocemos el porqué de las cosas: acabamos haciendo cosas sin sentido. 

Así que intentar descubrir por qué estamos aquí, qué es la Tierra exactamente y cuál es el sentido de nuestra vida no es una pérdida de tiempo: es la mejor manera de no terminar buscando gatos para atarlos.


Que La Estupidez No Dure


En todas las organizaciones hay estúpidos.

Aquí, ya habrá algunos de ustedes revolviéndose en sus asientos pensando que esta es una consideración de alguien que se siente por encima de los demás. 

Lamento defraudarlos, pero no es así. También yo soy estúpido a veces (aunque trate de no serlo y escriba sobre ello).

Generalmente ocurre que, cuando alguien toma una cuota de poder, comienza a pensar más en sus necesidades que en las del resto, y orienta parte de su labor a satisfacerlas.

Por supuesto, la gente en relación con uno está haciendo su tarea lo mejor que puede, pero seguramente, siguiendo otros objetivos que difieren de los nuestros, al menos, en lo que a nuestros deseos personales se refiere, o no lo está haciendo de la manera que esperamos, pero que nunca comunicamos como correspondía.

Allí es donde normalmente se muestra la estupidez.

Miradas reprochadoras e incluso furiosas, gestos de desagrado, frases hirientes, y cuando no, algún grito destemplado o insultos, que les dedicamos fervorosamente a aquellos que no obran según nuestro leal saber y entender.

Todas cosas que desmotivan, y rebajan a nuestros colaboradores a meros espectadores maltratados.

Todos bajo ciertas circunstancias tenemos esos arranques de estupidez, es decir, perdemos la compostura y nos transformamos en personas desagradables.

Eliminar la estupidez no implica eliminar los conflictos, desavenencias, rispideces o fricciones en nuestras relaciones. 

Se basa sí, en respetar las diferencias, no rebajar a los otros ni llevar los problemas al terreno personal.


miércoles, 21 de febrero de 2018

Lectura E Intelecto



La lectura es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo.
-Joseph Addison.

Instrúyanse porque necesitaremos toda nuestra inteligencia.
Conmuévanse, porque necesitaremos todo nuestro entusiasmo.
Organícense, porque necesitaremos toda nuestra fuerza.
-Antonio Gramsci.

Sin duda una de nuestras herramientas más poderosas para desarrollarla individualmente, así como para amplificarla colectivamente, es la lectura. “La lectura es un proceso emergente de construcción de significado que ocurre cuando la información topicalizada por el texto se sintetiza con el conocimiento previo como parte de un proceso general de interacción mediada con el mundo” 
(Michael Cole y Bárbara Means, Cognición y pensamiento, 1986).

En los últimos años, desde el ámbito de la neurociencia, han surgido fuertes confirmaciones de estas teorías, principalmente a partir del concepto de “plasticidad neuronal”, que implica que nuestro cerebro no es una unidad estática, sino que se trata de un continuo proceso de cambio y adaptación de redes sinápticas, las cuales organizan y reorganizan nuestra cosmovisión y nuestra percepción general del mundo. Para este complejo proceso, el hábito de leer se convierte en uno de sus catalizadores más poderosos.

En un estudio llevado a cabo durante un programa de alfabetización en Colombia, el doctor Manuel Carreiras del Centro Vasco de Cognición, Cerebro y Lenguaje comprobó que las personas alfabetizadas mostraron un importante incremento frente a las no alfabetizadas en dos áreas relacionadas con el procesamiento visual, fonológico y semántico de la información en un texto: la materia gris (la densidad neuronal) y la materia blanca (encargada de conectar los dos hemisferios del cerebro).

Guillermo García Ribas, Coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN), concluyó que “la lectura es una de las actividades más beneficiosas para la salud, puesto que se ha demostrado que estimula la actividad cerebral y fortalece las conexiones neuronales”. La lectura constante y prolongada mejora nuestra capacidad de razonamiento, nuestra agilidad mental, nuestra concentración y nuestra memoria, al tiempo que amplía nuestros recursos lingüísticos y la profundidad de nuestras ideas.

Otra escritora argentina, Mori Ponsowy, rescata el valor único de los textos literarios, al preguntarse en voz alta:

¿Por qué leer? Para huir de las grandes abstracciones y las palabras simples. A diferencia del derecho, las ciencias y la política, la buena literatura está hecha de profundidad, de detalles […] pues, antes que nosotros, el escritor se tomó el trabajo de buscar lo que realmente importa en medio del desorden informe de nuestras vidas, y de encontrar las palabras exactas para desplegarlo ante nuestros ojos, iluminando detalles y matices que nos despiertan del letargo y la costumbre ¿Por qué leer? Para sumergirse en lo particular y único de cada vida. Para huir de los prejuicios de las grandes palabras… Leer en serio es un modo de negarse a ser ovejas en un rebaño, ovejas que no están muy seguras de qué piensan o en qué creen -o que. si lo están, es porque otros se lo han dicho-, para convertirnos en individuos con rasgos peculiares, con claridad de pensamiento, con ideas propias y precisas… 

¿Por qué leer? Para descubrir quiénes somos. ¿Por qué leer? Para poder pensar.


Caminemos Juntos


Un paso. Otro paso. Uno más. La marcha se hace lenta.  Cuesta caminar. La subida es empinada. El sendero no está marcado. Contemplando las estrellas todo se vuelve más fácil.  No estamos solos. ¿Hacia dónde vamos? ¿Por qué tanta gente permanece indiferente? Subir aporta claridad, pero hacerlo implica un esfuerzo que muchos no están dispuestos a realizar. La seguridad se paga con la libertad. Debemos seguir andando. Hay que aprender a confiar.  El camino señalado es invisible. Sólo el corazón puede verlo. Sentir es la clave para seguir avanzando hacia la luz.

La constancia y la voluntad presentan síntomas de cansancio. La batalla es interna. Viejos cuestionamientos y dudas afloran, saben que sólo pueden vivir mamando de la inconciencia y dan sus últimos coletazos para intentar torcer el rumbo. A medida que ascendemos se caen los andamiajes. 

Las estructuras se esfuman. Hay que permanecer alertas. Nunca se sabe de qué manera se presentará el próximo desafío. Las pruebas son una constante que nos ayudan a elevar.

Hombro con hombro, alma con alma, así, juntos, todo se hace más simple. La mano cálida de un peregrino me apuntala. La sonrisa de otro hermano me infunde optimismo. Todo suma. Es un honor poder disfrutar cómo las mariposas danzan con el viento. Las abejas y picaflores también nos acompañan. Son mensajes sutiles que confirman la senda elegida. El corazón simplemente agradece por tanta felicidad.

A lo lejos, todavía se escucha el eco de la risa de las masas. Creen que estamos locos por querer que la paz y la armonía retornen a la Tierra. Cantemos. Que nuestras manos se unan bien alto, para que desde el valle de lágrimas vean que marchamos unidos en el amor, irradiando la energía de una nueva humanidad.

No somos mejores ni peores que los demás, sólo buscamos no vivir en la inconsciencia.

Se necesita coraje, fe y actitud para seguir peregrinando. La vibración del despertar insufla energía, cicatriza las heridas y abre los ojos del alma. La maestría del corazón nos guía.  Podemos no verlos, pero estamos acompañados.

Seres de luz nos protegen. El caos, la desesperanza y el odio quedan en sus bajos reinos de sombras. Luz por un lado, oscuridad por el otro. Las aguas se dividen.

Un nuevo orden se despliega.

Me pediste ayuda compañero de ruta, lo mejor que puedo hacer es recordarte que falta muy poco. No aflojes, ánimo. Toma mi mano y ponte de pié. Tenemos que continuar. Imagina lo majestuoso que será llegar a la cima.

Despreocúpate, vamos bien. Disfrutemos del silencio. Contemplemos el paisaje. 

No hacen falta las señales, nuestros espíritus saben que aunque no existan los carteles indicadores, éste es el camino señalado.


Orígenes De Nuestra Especie


La búsqueda de información genética en los fósiles permite conocer de primera mano sus filogenias y escudriñar en sus orígenes. 

De esta manera, se pueden contrastar datos de tipo paleontológico basado en el análisis morfológico de los fósiles que representaban los fenotipos con las estructuras de ADN genotípicas.

El origen de nuestra especie ha sido una incógnita hasta hace bien poco. Se desconocía su antigüedad y como se había extendido por todos los continentes. 

Los trabajos de Alain Wilson y Rebecca Cann en 1987 abrieron las puertas a este conocimiento sobre nuestras raíces. Pudimos saber que procedemos de África, donde emergimos hace más de 160.000 años, y a partir de hace unos 100.000 nos extendimos fuera de nuestra cuna.


Nuevos datos sobre la antigüedad y el origen de nuestra especie se han publicado no hace mucho en Science. La investigación ha sido llevada a cabo por miembros de la Universidad de Pensilvania (EEUU), bajo la dirección de la bióloga genetista Sarah Tishkoff. Se han comparado 1.327 marcadores de ADN en unos 4.000 individuos de poblaciones africanas, afroamericanas y no africanas.

Los resultados permiten plantear que nuestros orígenes específicos están en Namibia (África del Sur) y se remontan a hace unos 200.000 años.Una información relevante del estudio es la existencia hipotética de 14 grupos ancestrales a partir de los cuales han evolucionado todas las etnias africanas. Estos datos genéticos han sido contrastados en el ámbito lingüístico y cultural. 

Ya conocemos que son las poblaciones africanas las que presentan más diversidad genética de todas las existentes. Sabemos, por lo tanto, que son las que llevan más tiempo evolucionando y se encuentran más cerca del origen de la especie Homo sapiens.

Eudald Carbonell Roura es director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social y codirector del Proyecto Atapuerca


El Arte De La Duda


El ser humano busca certezas, pero no lo puede lograr sino a través de la duda. El dardo de la duda es el acicate que estimula la reflexión y permite hacer preguntas esenciales y poderosas, como demostró ampliamente Sócrates con su Mayéutica, 
o Descartes con su propuesta de la duda metódica. Quien no duda no se pregunta, quien cree tener la verdad completa obstruye la senda del conocimiento.

“Dudar permite frenar la precipitación del juicio y las acciones que son mera reacción. Quien duda considera y reconsidera, pesa y sopesa, discierne y distingue, en una palabra, hace que su vida sea resultado de la elección y no esa inercia de quienes se pierden en el coro aborregado de la sociedad”, expresó Óscar de la Borbolla en su libro El arte de dudar.

 “Dudar de uno: no creerse capaz o no creerse digno le quita al ser humano esa apariencia feroz que ostentan las locomotoras o la gente dogmática cuando, seguras y potentes, van a toda velocidad hacia donde los inmóviles rieles del destino las guían”.

Del filósofo chino, Hu-Ssong, se cuenta la siguiente anécdota mientras hablaba con sus discípulos. Le dijo uno: “Maestro: tengo muchas dudas. Aprenderás bastante - le respondió Hu-Ssong. Otro le dijo: Maestro: no tengo ninguna duda. Jamás aprenderás nada - le indicó el maestro. Y explicó: El que duda busca; el que no duda piensa que lo ha encontrado todo ya, y entonces deja de pensar. 

La incertidumbre del que duda enseña más que la certeza del que cree saberlo todo. La duda nos hace humildes; de la absoluta certidumbre nace la soberbia. 

Tienes razón - dijeron los alumnos. Y Hu-Ssong contestó: Lo dudo”.

 ¿Practico el arte de la duda? ¿Planteo preguntas esenciales y poderosas? ¿Me encierro en dogmatismos?