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lunes, 1 de enero de 2018

Nuestra Herencia En Valores


El mundo moderno occidental, en muchos aspectos puede ser concebido como una continuación de la síntesis del mundo de la Grecia antigua y la Roma clásica. En lo concerniente al campo de la educación, sin duda alguna, las civilizaciones occidentales deben a la educación clásica las bases de su pensamiento pedagógico. La educación griega nos dejó como legado las bases de una educación liberadora que aboga por un desarrollo holístico e integral. Para los griegos, el objetivo central de la educación lo era el enseñar el vivir mejor, el desarrollo de la virtud y la cultura. En suma propendían por una educación no centrada en los oficios particulares, sino en gestar el ciudadano modelo y el hombre libre.

Desde los tiempos de la llamada Modernidad y sus cambios evidenciados en esta época, hasta el recientemente terminado siglo XX e iniciación del tercer milenio cristiano, no ha sido posible desprendernos del acentuado humanismo que caracteriza la civilización occidental y en el que la Educación siempre ha ocupado una posición central. Paradójicamente, no obstante lo anterior, muchos ignoran de que concepto de Educación se trata. Aspecto necesario a ser abordado y estudiado en una perspectiva investigativa en estos tiempos denominados de globalización para unos y de posmodernidad para otros.

Pues no hemos estado, ni tampoco estamos solos en el continuo acaecer del globo terráqueo.
Hacemos parte de un Complexus en el sentido teorético del pensador francés Edgar Morín y la teoría de La Complejidad, es decir, una intrincada red de redes. Al tenor de este aspecto, es necesario cuestionarnos por el ideal y sujeto a que fines - aceptando que los fines de la educación siempre han sido direccionados por la idea del destino de hombre en cada época, en cada pueblo y acorde con la etapa evolutiva socioeconómica y política de éste- de Educación, de Formación, de Pedagogía y de Didáctica perseguimos lograr en estos tiempos convulsionados y de exclusión, por cierto llamado también “la segunda modernidad”. Interrogante que sin duda alguna nos remite a incursionar en la historiografía, de estas temáticas en cuestión, pertenecientes al campo de las llamadas “Ciencias de la Educación” Historiografía, facilitadora del proceso de obtener una visión más que global del cómo ha ido evolucionando la educación en el trasegar de los tiempos y de esta forma aprovechar los aciertos y desaciertos del pasado para mejorar el futuro de la educación.

Al respecto sobre el Ideal o imaginario a lograr en lo que a la Educación, la Formación, la Pedagogía y la Didáctica concierne, la relacionamos a la concebida por Spranger como no conceptualizable, más si posible de representación, y el que inscribiéndose en el pensamiento Kantiano, él lo define como “la representación de una cosa particular creada por la fantasía en la que se acusan claramente los rasgos característicos de su especie en modo tal que todo lo perfecto (Wertvolle) de la especie no solo se presenta como realizado sino como representable en el más alto grado”. 

El abordaje de la historia en las cuestiones antes mencionadas, nos induce a un primer momento, consistente a volver la mirada a la antigua Grecia y específicamente a los conceptos de Paideia y Areté, como el más alto nivel humano de perfección a ser alcanzado en esta cultura.


Obviamente, siendo necesario incursionar en la contrastación en la actualidad de ellos en los tiempos actuales.

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