Tantas imágenes en Instagram, Facebook, y en cualquier
plataforma social que encontremos, vemos constantemente casos de “éxito” cuando alguna persona logra
bajar cinco, once o mil kilos y ahora es un palitroque, un modelo fitness o la
tonificación hecha persona.
Muchas veces el
“éxito” no tiene absolutamente nada que ver con el número que existe
en la balanza, o con la cifra que muestra la cinta de medir, o la pinza del
nutricionista que mide los pliegues. Amigos, si así lo piensan entonces no sé
si van por el mejor camino.
Lo digo porque
estuve mucho tiempo (y aún caigo en ello de vez en cuando) intentando buscar el “éxito” en ese
cuerpo que me muestran las fotos, y no hablo exclusivamente de las revistas de
moda que muestran a modelos esqueléticas u hombres musculosos, hablo también de
los cuerpos de mujeres increíblemente tonificados y musculosos, de hombres
delgados, de cuerpos con curvas y así, de todos. Quise ser muy delgado, quise
también tener un six pack en mi abdomen, quise tener un trasero parado y
pechugas de buen tamaño, quise tener bíceps y trapecios marcados, y también quise
“ser eso” (¿qué es eso?). Siempre con la idea en la cabeza de
que “si, cuando logre tener este cuerpo o me logre ver de esta forma, voy a
estar feliz”.
En la búsqueda por
este éxito entendí aquello que creo algunos aún no entienden. Entendí que ese
éxito no existe. Al menos no de esa forma superficial. Uno no puede basar
su felicidad y satisfacción en algo tan banal como la forma en que se ve
nuestro cuerpo. Simplemente no se puede.
El verdadero “éxito” lo
encontramos cuando logramos hacer algo que antes nos costaba tanto y lo
pensábamos imposible, en cualquier ámbito. La verdadera felicidad la
encontramos cuando, por ejemplo, la pasamos bien entrenando, cuando logramos
levantar un kilo más que antes, cuando logramos terminar alguna tarea o
trabajo, cuando podemos lograr llevarle el ritmo a nuestros hijos y no morir en
el intento. Entendí que el éxito propio, no dependía de cómo se iba a ver
nuestro cuerpo, sino de lo que era capaz de hacer y aguantar, que en este caso la forma no sigue al fin.
Entendí que quizás
para alguien, su éxito es lograr que sus piernas no sean tan débiles,
independiente de cómo se vean, o quizás sea lograr terminar algo que decidió
empezar. Es poder llegar a la casa y saber que no nos falta nada, y así el
éxito o felicidad de otras personas probablemente lo logren con otras cosas o sucesos.
¿A qué voy con toda
esta cháchara motivacional? A que nos
aceptemos por quienes somos y no intentemos cambiarnos, nuestros cuerpos nunca
nos van a definir, sino nuestras acciones y actitudes frente a la vida y al día
a día. Los pequeños logros diarios son los que hacen que todo sea más
entretenido.
Muchas veces eso es algo que se nos olvida constantemente, y
casi que tenemos que ponernos un recordatorio en el celular para no caer en lo
banal.
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