lunes, 12 de febrero de 2018

Flores En Las Cumbres


Cada día en la historia de los hombres es una galería de experiencias vividas en carne propia y compartida por los demás. Flores en las cumbres ofrece una serie de artículos independientes, breves y atractivos sobre eventos de la vida ordinaria. 

Cada uno de ellos es visto y comentado con ojos humanos y a luz de la fe cristiana, en busca de una enseñanza que abra un nuevo horizonte en la propia existencia.

El parque Jardins du Monde (jardines del mundo) en Royan, Francia, adquirió en abril de 2005 un olivo milenario de dieciséis toneladas. Fue vendido por un vivero de Tarragona (España) a 25 000 euros. La adquisición valió la pena pues se calcula que el olivo tiene unos 1800 años. Será un deleite para las personas que lo contemplen mientras pasean con sus familias o cuando se sienten bajo su sombra a leer unas páginas interesantes.

El contenido de Flores en las cumbres tiene algunos rasgos similares al olivo milenario
.
Se ofrece al lector una serie de artículos independientes que se asoman a eventos de la vida ordinaria. Se podría decir que el autor fue de compras al vivero de las experiencias, noticias y hazañas de nuestra sociedad y escogió unas cuantas para trasplantarlas al jardín de la propia vida.

El objetivo es ofrecer al lector un momento de amistad, de descanso y de enriquecimiento humano y espiritual. La óptica parte de la fe y del amor cristiano. Cada acontecimiento en la vida de los hombres es como las flores que despuntan en las cumbres de las altas montañas: miran directamente al cielo mientras sus raíces se agarran fuertemente a las rocas. ¡Raíces que nunca han visto el sol, pero que han hecho posible que una flor muestre su rostro bello, lozano y colorido! 

Nuestras experiencias se van acumulando y es necesario que dediquemos momentos para reflexionar y para valorarlas en el presente, de tal manera que sea posible abrir un mejor camino para el futuro. 

Cada experiencia en la vida es como las flores en las cumbres que solo son contempladas por los que están dispuestos a escalar las montañas. Un gozo muy hondo brota espontáneo cuando se va llegando a la cumbre y la quietud de una atmósfera casi mística envuelve los pensamientos y sentimientos. Allí las flores son más bellas, porque parece que han sido plantadas directamente por Dios.


Con el empeño por reflexionar y valorar las propias experiencias de cara al Señor, se supera la humana distracción de la vida. Es necesario sudar un poco para respirar el aire incontaminado de las altas montañas y deleitarse con las maravillas ofrecidas en alta cuota. 

Queda lejos, de esa manera, la posibilidad de ser personas que, desde el valle, vemos con binoculares las flores en las cumbres, o que nos arriesgamos a no verlas nunca si nos fiamos de la agudeza de nuestra mirada. 

Es necesario ponerse en marcha hacia la conquista de las cumbres. Las reflexiones en torno a los hechos presentados en este libro son una ofrenda al pensar y sentir de cada lector. 

Son una posible pista, no un término de llegada sino un camino abierto que puede llevar a cumbres más altas y a visiones más espléndidas.

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