miércoles, 4 de abril de 2018

Haz Lo Que Debes Hacer


Te encuentras paralizado y te observas a ti mismo de esa manera, sin embargo en el fondo de ti sabes perfectamente qué tienes que hacer para levantar tu ánimo y, sobre todo, qué haría feliz a tu corazón. Sabes también que está en tus manos dar el paso para continuar, pero no lo haces: has escuchado internamente qué es lo que necesitas y algo en ti te lo niega. ¿Por qué ocurre esto?

“Donde no hay ningún miedo, no habrá tampoco ningún valor, necesario para vivir”
-Leonardo Boff-

El miedo suele ser el causante de la mayoría de situaciones negativas en las que nos vemos envueltos y superarlo normalmente nos conduce a grandes alegrías. Es posible que tengas las cosas más claras que cómo las percibes o también es probable que sepas la respuesta al siguiente movimiento en tu vida y que sea el temor y el pánico el que te mantenga quieto en la posición en la que estás.
¿Cómo me siento?

La respuesta a esta pregunta es bastante complicada porque exige mucha paciencia y cariño con uno mismo: con el fin de responder se te obliga a ser sincero y hablarte sin tapujos, por lo que puede suponer un gran esfuerzo emocional de tu parte.

En la posición en la que estás te ves incómodo, desconcentrado, torpe en tu día a día. Es como si supieras que no estás en el lugar adecuado pero no fueras capaz de moverte, por lo que el malestar se expande a todas tus emociones y tu humor se modifica.

La clave: el saber racional y el saber emocional
Todos nosotros disponemos de dos tipos de fundamentos para tomar decisiones: uno que tiene que ver con la parte más instintiva y racional del cerebro; el otro con su zona más emocional e impulsiva. La primera de ellas está ligada al control de las situaciones y la búsqueda de seguridad, por lo que es muy útil en los momentos en los que se requiere frialdad de actuación. La segunda, como su nombre indica, está unida a los sentimientos.

“Me gusta la gente sentipensante, que no separa la razón del corazón.
Que siente y piensa a la vez. Sin divorciar la cabeza del cuerpo, ni la emoción de la razón”
-Eduardo Galeano-

Reorganiza tus motivaciones y escucha bien hacia dónde quieres de verdad ir, no hacia dónde deberías ir ya que a veces la razón no nos deja ser felices. Date el tiempo suficiente para encontrar el camino que te dicta el corazón y lucha contra tus miedos y tus traumas si te impiden hacerlo. Puedes vencer y merece la pena vencer: solo así sabrás que lo que estás haciendo se corresponde con lo que de verdad anhelas.

“Respira con la confiada profundidad que respiraste el día que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieto, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve”

-Susanna Tamaro-

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