“Para combatir la cultura de la violencia que se profundiza
en nuestra sociedad, la generación futura necesita una educación radicalmente
diferente; que no glorifique la guerra, sino que eduque para la paz, para la
no-violencia y para la cooperación internacional”
Agenda de La Haya para la paz
La violencia es vista en nuestra cultura como una forma de
solucionar conflictos. Se ha justificado que el hombre es violento por
naturaleza y que lleva en su instinto la violencia como una necesidad genética.
Sin embargo, aun cuando el hombre puede actuar violentamente, como respuesta a
frustraciones y situaciones adversas; personales y sociales, el hombre tiene
también la capacidad de ser constructivo, es decir, de servir, de ser
solidario, de trabajar por la paz y la justicia; o sea, tiene la capacidad de
amar.
La frase cliché: “la violencia engendra más violencia” tiene
mucha fuerza, aún pues encierra una verdad no comprendida por todos, porque
mientras no usemos la paz positiva y los medios alternativos de transformación
de conflictos, éstos, por medio del enfrentamiento violento, se agudizarán,
pagando después un alto costo. El enfrentamiento violento puede eliminar el
conflicto, mediante la coerción y el dominio, pero puede destruirnos también
física, espiritual y emocionalmente. De nosotros depende dar un giro en el
camino y romper el círculo de la violencia.
Quizás esta sea una pregunta difícil de responder, sobre
todo cuando la violencia se genera a partir de conflictos que buscan la
solución por medios destructivos. Un primer camino es tomar conciencia (darnos
cuenta) del grado de responsabilidad que nos corresponde a cada cual en un
conflicto, y la actitud positiva y pacífica que adoptemos para una solución
justa de las partes.
De acuerdo con algunas teorías de conflicto la violencia
genera traumas y una manera de superar traumas, tanto en la víctima como en el
autor, es mediante un proceso de reconstrucción de las relaciones que se puede
obtener cuando las partes en conflicto deciden salir de los límites estrechos
del conflicto y elevan sus metas.
El teórico de la paz de origen noruego J. Galtung
(1930) desarrolló los conceptos de trascendencia y transformación de
conflictos, que, en su carácter de finalidad, han de convertirse en lo
esencial. Se vincularán a estos conceptos también los de Reconstrucción,
Reconciliación y Resolución, siendo este último el que jugará un papel
fundamental en el proceso, por cuanto no significará construir algo nuevo, sino
la oportunidad de sacar las habilidades y capacidades potenciales de los
actores del conflicto.
Pieza clave en estos procesos son las alternativas de
transformación de conflictos que buscan de manera creativa y participativa la
solución sin mediar la violencia. Esta opción alternativa exige hacer los esfuerzos
necesarios para construir relaciones de paz, transformando situaciones
violentas y destructivas en experiencias constructivas. Para conseguir avances
sustantivos y aprendizajes colectivos en un proceso de paz, es importante tomar
en cuenta los siguientes factores:
Desaprender las ideas, tradiciones y costumbres que han
hecho de la violencia destructiva el único camino de solución.
Concienciarnos en la transformación de conflictos y en la
pedagogía de la paz.
Hacer una opción por la no-violencia como filosofía de vida.
Eliminar las desigualdades artificiales que abren enormes
distancias entre ricos y pobres.
Buscar maneras justas de compartir el poder y participar
democráticamente en el desarrollo social, político y económico de la sociedad.
Buscar el bien común dejando a un lado la voluntad egoísta.
Una sociedad no puede construir una Cultura de paz, sin
educación para la paz, por ello resulta necesario que la educación se convierta
en un instrumento fundamental para la materialización de una cultura de paz que
propicie el diálogo de toda la comunidad, como una expresión de la idea del
Bien Común.
La educación para la paz, que busca el fruto de una Cultura
de paz con la voluntad política de romper el círculo de la violencia,
constituye un componente fundamental en la formación de los ciudadanos en una
comunidad democrática y solidaria.
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