La madurez es la coherencia de vida entre lo que se es y lo que se profesa. Una persona madura es la que actúa de acuerdo a la etapa de vida que está viviendo.
Por tanto, un niño que no se interesa en juegos de niño, no se le puede llamar “maduro” nada más por este hecho. Así como un adulto que no es fiel a sus compromisos con toda razón puede ser tildado de inmaduro.
Es importante reconocer que la madurez no es algo que se alcance de una vez por todas en la vida, sino una conquista de todos los días.
La persona madura sabrá vivir serenamente lo que le toque vivir; ejercerá una sana independencia, de acuerdo al momento y situación que le corresponda; tendrá metas desafiantes, pero alcanzables; poseerá la flexibilidad para adaptarse a las diversas circunstancias; sabrá diferenciar lo importante de lo menudo, evitando hacer dramas por nimiedades.
Hay cuatro áreas que una persona madura deberá de tener bien trabajadas:
1. ª Madurez intelectual
La persona madura a nivel intelectual habrá formado a lo largo de su vida una serie de convicciones y opiniones propias, sustentadas no en sus caprichos, sino en razones conocidas, experimentadas y probadas.
A la vez, se mantendrá abierta a las opiniones de los demás. Sabrá buscar consejo y orientación ante los problemas de la vida. Pero, finalmente, será consciente de que la responsabilidad de tomar una decisión personal recae únicamente en ella.
2. ª Madurez emocional
Alguien emocionalmente maduro no ignorará sus emociones, pero tampoco se dejará controlar exclusivamente por ellas. Sabrá expresarlas a quien tenga que hacerlo, en el momento adecuado y de la manera correcta.
Esto no significa que será fría en la expresión de las mismas, ¡todo lo contrario! Pero no dejará que ellas tomen las riendas de su vida.
Una persona madura, igualmente, puede recibir de otros alguna crítica, agresión o maltrato, sin que esto le lleve a la depresión. Sabrá colocar cada cosa donde corresponda.
Superará sus miedos y temores, y si alguna vez necesita ayuda para lograrlo, no dudará en pedirla a quien le pueda asistir.
3. ª Madurez social
Las verdaderas amistades de una persona madura serán siempre significativas. No se hará la ilusión de tener amigos por todas partes, porque sabe que eso no es posible. Sin embargo, con todos será amable, les dará su lugar y sabrá congeniar y divertirse en cualquier parte.
La persona emocionalmente madura se adapta a las circunstancias, sin por ello perder sus propias convicciones. Respeta a la autoridad, pero no depende exclusivamente de ésta para desarrollarse.
4. ª Madurez moral
Sus convicciones en el campo moral también son sólidas. Porque ya no dependen del ambiente o de la propia educación, sino de la búsqueda que ella misma ha realizado.
No actúa por conveniencia, sino porque sabe qué es lo que debe ser. Por ello será fiel a sus compromisos. Tiene ideales claros, y hace todo para conquistarlos. Jamás dejará de alimentarlos e ilustrarlos con lecturas y conversaciones inteligentes.
Su moral será altruista, buscando el bien común, no egocéntrica. Pues sabe que en la soledad no se puede vivir. Siempre estará atenta a ayudar a aquellos que lo necesiten, porque ella misma es consciente de que todos necesitamos de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario