...¿Te importa mucho la opinión de los demás?
¿Te has preguntado alguna vez por qué te afecta mucho lo que
dicen o piensan de ti? Cuando las cosas externas te afectan y alteran
mucho significa que internamente estás muy incómodo con lo que eres o
haces.
Todos nosotros en algún momento de nuestras vidas nos hemos
encontrado ante la situación de lidiar con otras personas que molestaban ya sea
por lo que decían o pensaban de nosotros. Si eres como el 90% de personas
en el mundo, después de estas situaciones seguro te quedas muy molesto(a),
incómodo(a) y desconcertado(a) por lo que se te ha dicho y por lo que pudiste
haber dicho/hecho como reacción a la mención o ataque, pero te quedaste
quieto(a) y en silencio. (o hiciste algún berrinche)
Pero la cosa no acaba ahí. Como resultado de este tipo
de situaciones, has empezado a experimentar una creciente incomodidad
interna, ansiedad, y miedo a decir o hacer cosas por no exponerte a situaciones
en donde puedan juzgarte y no te sientas como te hacen sentir.
¿Te suena familiar?
Incluso hay veces en que no tiene que suceder afuera nada!
Uno en su mente se arma perfectamente la escena y bastará para sentirse jodido
sin siquiera haber escuchado algo. Piensas que otras simples charlas que
nada que ver con vos son ataques y te das por aludido cuando se tocan ciertas
“palabras incómodas.”
Crees que evitando gente y situaciones en donde puedes ser
vulnerable es la solución. Pero no. Esa cosa está ahí siguiéndote a donde sea
que vayas. Estés solo o acompañado.
Para llenar ese vacío muchos buscan aprobación
desesperadamente de otras personas para que les recuerden constantemente lo que
valen o lo que son.
Es como mendigar amor y valía.
Tal vez no lo ves ahora, pero lo que te afecta de algo está
relacionado directamente en por qué haces ese algo.
Haces ese algo para tener ese algo.
Es como ser adicto a todo lo que digan o piensen de ti.
Es alimentar a tus demonios con más de las cosas que les
gusta escuchar o “comer” y se perpetúe la charla negativa interna con la idea
que tienes de ti mismo.
El ciclo se repite.
Los demonios son unos bichos muy hambrientos y
constantemente quieren más y más. Por tanto hay que seguir alimentándolos con
más…
Más aprobación, más opiniones, más insultos, más ataques,
más críticas…
Te sientes mal, odias a la gente por hacer eso contigo.
¿Pero qué esperabas? Es lo que te gusta. Es lo que buscas.
Es lo que provocas.
Cuando actúas de esta manera, dependes de todo lo que digan
o hagan los demás para obtener cierta sensación de valor o aprobación para ti.
En otras palabras, no confías en tu propio valor, y das más
importancia a la opinión de los demás. Alimentas tu propia inseguridad y
constantemente necesitas de los otros que te digan lo bien o mal que estás
haciendo algo y lo mucho o poco que vales.
Los otros te definen.
Cuando alguien por fin te dice lo bien que lo estás haciendo
o lo grandioso que eres, NO es suficiente para ti. A tus demonios no les gusta
comer ese tipo de cosas. Lo rechazan, lo vomitan.
No te crees los elogios que te dicen porque tú mismo no
crees eso dentro de ti. Eso que te dicen no va acorde a lo que hay adentro, por
tanto lo repelas y no lo aceptas.
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