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martes, 22 de enero de 2019

Poemas: El Desprendimiento


Esta última parte del poemario vuelve al planteamiento: igual que la retina, cansada de ver tanto, se deslumbra en la no luz, cae del ojo como las hojas caen y con ellas los sueños; igual que se atropellan las imágenes aceleradas de nuestra vida mientras se van apagando, o eso puede llegar a  parecernos, cada uno de nuestros sentidos: voz-melodía-vista-roce-aroma; cada uno de nuestros entusiasmos, igual, decía:

se ha marchado el futuro:
Sin avisar siquiera.
 Y ya ni la ciudad que acogía y nombraba sigue siendo la misma. Su habitante feliz de antaño se ha convertido en “transeúnte vencido luchando contra el tiempo”, esa lucha perdida de antemano , pues el azul Alicante es, en su presente, más que nunca, Alacant blues.
Afirmaba Mariano en una entrevista reciente que “escribiría desde el mismísimo infierno”. Pero quizás nunca pensó que ese infierno fuera el que traiciona la memoria y retrata en
DESTELLO:

En mi lugar de infancia
que apenas sobrevive
al margen de mi tiempo,
mientras tan solo espera
que las excavadoras
urbanicen el mar.

Esperanza y jarros gélidos, naufragio y mares desolados que se atraviesan a vela rasgada, y aun así, cuántos intentos por salir a flote, y aun así cuánto sentimiento de derrota, cómo uno es al fin hombre deshabitado de todo lo que fue, en su quimera de eternidad, carne y sangre de afectos, huesos de furia gloriosa y tan brevemente ardidos.

  Y el amor como leño de salvación y franela del consuelo,
  y la partida de lo más amado,
  y la melancolía que se combate a duras penas con un “¡enfréntate a la vida!” que es, a la postre, un ¡enfréntate a la muerte! “mirándola fijamente a los ojos”, como anuncia en
TOMBSTONE:

Se me hace tarde ya, debo marcharme,
pero debéis saber
que me enfrenté a la vida
como en un duelo a muerte,
mirándola directamente a los ojos.

 Directamente a los ojos, sí.

Como miran los niños y los valientes.

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