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sábado, 6 de abril de 2019

Civilización Y Barbarie

Filosofía
Civilización Y Barbarie
La civilización sólo puede entenderse a partir de la Barbarie. La “sustancia” de la Barbarie y de la Civilización es la misma: la “Cultura humana”. El tránsito de la Barbarie a la Civilización es un proceso necesario y determinista. La “Civilización” es la negación dialéctica de la Barbarie: ésta, a la vez que queda negada, resulta incorporada a la Civilización. La Barbarie la concebimos por medio de la forma lógica “Clase de clases”–cada una de las culturas bárbaras– generadas a partir de ciertas relaciones (no conexas, simétricas, etc.). Podemos pensar en un “esquema de transformación” que tenga la forma de negación de la configuración lógica (“Clase de clases”) en la cual se alcance una configuración lógica nueva: la “Clase de un solo elemento”. La Idea de Civilización se nos presenta entonces como la negación de la pluralidad de Culturas bárbaras, mediante la conversión de esta pluralidad en una única “Cultura universal” 

El advenimiento de la Civilización [432-435] –de la Historia– es un proceso progresivo cuya forma dialéctica es: la conexivización de las relaciones inter-culturales, a partir de la propagación de relaciones no-simétricas (dominación, explotación) sobre las cuales se pueden ir construyendo relaciones simétricas de más alto nivel material, y, con ellas, realizándose la transitividad de esa “identidad” que consideramos constitutiva de la sociedad humana. Gordon Childe ha subrayado dos criterios constitutivos, respectivamente, de Barbarie y de Civilización: la “revolución de la producción de alimentos” y la “revolución urbana”, que transformó la barbarie en civilización.

El concepto de cultura bárbara lo definiremos aquí como una symploké en la cual las relaciones constitutivas, si bien han alcanzado la simetría, no han alcanzado la transitividad y, por tanto, tampoco la reflexividad. Si utilizamos el esquema matricial de los géneros combinatorios combinado con el criterio de la transitividad, como mecanismo de transformación del nivel de barbarie al nivel de civilización, podemos obtener un conjunto de resultados interesantes. Gordon Childe, en su análisis, percibe un aspecto esencial del proceso: la necesidad de un excedente de reserva, en los poblados neolíticos, para poder alimentar a los “forjadores, artesanos o sacerdotes” especialistas full time. 

Pero es preciso considerar también el aspecto recíproco del proceso: que, aun cuando una comunidad haya llegado a un nivel demográfico y económico que le permite alimentar a equipos de especialistas full time, en cambio no puede absorber la totalidad del proceso especializado.


Esto obliga a pensar en la necesidad de que el forjador o el sacerdote viaje a otras comunidades. De este modo la Ciudad aparece como la “negación de una negación”: el aislamiento, la no transitividad, incluso intransitividad) de las comunidades que se mantenían “a la defensiva” o, a lo sumo, dispuestas a emprender agresiones físicas biológicas, pero no “agresiones culturales”, como puedan serlo el proselitismo religioso, o el comercio que busca nuevos mercados, es decir, que realiza la transitividad recurrente de una simetría.

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