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domingo, 7 de abril de 2019

La Fuerza De Voluntad

¿Cuántas veces a lo largo de nuestra vida nos habremos planteado algún objetivo, una meta que queríamos alcanzar? Sin duda, muchas veces.

En algunos momentos hemos querido unas cosas; y en otros, otras diferentes. Pero siempre hay algo que deseamos conseguir. Eso es lo sano…el problema sería que nunca tuvieras ningún sueño que hacer realidad. Claro que, unas veces lo has conseguido: otras en cambio, has abandonado esa idea que tenías.

Estoy hablando de cualquiera de esos objetivos que por regla general, nos ponemos cuando empieza el año; cuando comienza el verano, o cuando éste acaba. Ir al gimnasio al menos tres veces a la semana, perder cinco kilos, aprender idiomas o estudiar para unas oposiciones. Y, la frase más repetida cuando se ha abandonado la idea de obtener ese objetivo suele ser “es que no estoy motivado”.

Bien pues, imagínate esta situación.
Te has propuesto, como decía antes, ir al gimnasio tres veces a la semana, como mínimo. Pero, llegas una tarde a casa, después de un día no demasiado bueno. Te has encontrado con un atasco de tráfico interminable; uno a la ida y otro a la vuelta. En el trabajo no te has parado ni un segundo, casi no pudiste ni desayunar con calma. Tu jefe estaba de un humor de perros y te ha caído una bronca; que seguramente no te merecías.

Llegas agotado y te sientas en el sofá, querías ir al gimnasio, pero…. Después de pensarlo, te obligas, te levantas, te cambias de ropa y te vas. Desde luego, en esta situación, no ha sido la motivación lo que ha hecho que finalmente acudieras a tu cita con el gimnasio. Sin duda, ha sido tu fuerza de voluntad la que ha actuado.

Solemos decir eso de que no hacemos algo porque no estamos motivados; como si la motivación fuera lo único que puede hacer que nos pongamos en movimiento. Y no es cierto; para algunas cosas, tendremos que utilizar ese músculo que se llama voluntad.

Se puede definir la motivación como ese proceso que hace que empecemos y mantengamos una acción, con el propósito de alcanzar un objetivo; o bien de satisfacer una necesidad que tenemos. La motivación es un estado emocional que se activa cuando tenemos una buena razón para actuar, para movernos. Un estímulo que puede ser externo o interno; y que nos sirve como recompensa.

Cuando tenemos un motivo lo suficientemente fuerte, este hará que actuemos casi sin pensarlo; sin que necesitemos ni un gramo de voluntad. Es una especie de impulso que nos lleva a hacer algunas cosas sin que nos requiera demasiado esfuerzo; y que nos ayudará a conseguir un objetivo, una recompensa.

Pero, esa motivación no estará al mismo nivel todos los días, ni siquiera a todas horas del día; es muy variable e impredecible. Porque existen muchos factores a nuestro alrededor, y también dentro de nosotros mismos, que van a hacer de la motivación algo muy inestable. Dicho de otra forma: si te has propuesto ir al gimnasio tres veces a la semana, habrá unos días que estarás motivado para ello porque te sentirás bien; pero sin duda, otros días tendrás que usar tu voluntad para no faltar.


Y, si la motivación depende de nuestro estado emocional y por tanto es impredecible, la voluntad en cambio es bastante más estable; porque no va a depender del estado emocional en el que estés, sino que dependerá de ti mismo.

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