jueves, 6 de junio de 2019

Detrás De La Pequeña Cuesta


Parado en la cima de mi pequeña cuesta, descubro un nuevo cielo y un sinnúmero de estrellas  que la pequeña mísera cuesta me ocultaba, y al final del nuevo horizonte que se habría ante mí, emerge desafiante la cima de otra pequeña y mísera elevación, que me extiende sus brazos en forma de intrincados senderos como invitándome a sumergirme en su seno, descubrir sus entrañas y nutrirme de sus secretos.

Hay días en que la añoranza paraliza mis torpes avances, cuando las imágenes de un tiempo que ya fue, se clavan profundamente, como un punzante cilicio que desgarra con sus dientes de acero, los sentimientos que anidan en lo profundo de mi ser y que me gritan miles de súplicas y reproches, como el canto de las sirenas que conducen al abismo de la negación, la angustiosa sensación de no ser nadie sin nuestro entorno perdido.

“Todo es energía, el amor, el odio, la envidia, los sentimientos, los pensamientos y para que sepamos manejar bien nuestra propia energía tenemos el libre albedrío.

Y a través de varias vivencias agradables y desagradables, de pasar por muchas experiencias a veces muy dolorosas, tremendas, muy fuertes de aprendizaje, sabemos reconocer los beneficios que otorga la energía de lo bueno.

Pero para eso tendríamos que hacer un largo aprendizaje para llegar a saberlo y para ello teníamos que ir a una escuela, a la escuela de la vida, a la escuela del mundo.

Es la escuela de la vida mi gran oportunidad por eso es tan importante y es lo único realmente mío que tengo, mi propia vida.

Y debo saber que esta vida, la vida de todos los días, es la que me proporciona el verdadero aprendizaje, del vivir.

En el arduo aprendizaje del vivir aprendemos a manifestar la esencia, a través de las diferentes expresiones de nuestro accionar, de nuestros pensamientos, sentimientos, y de los hechos en que tomamos parte.

Nos movemos entre el odio y el amor, entre el bien y el mal.

Las circunstancias adversas siempre nos enseñan algo. Y debemos preguntarnos:
¿Qué debo aprender de esto que me pasa? para no repetir otra vez la misma historia.
Pero siempre cambiamos después de atravesar una crisis.

Nunca somos los mismos luego de una situación límite y a veces esa situación nos hace tocar fondo.
Está en nosotros el saber levantarnos, en la adversidad para ser mejores y más fuertes o caernos sin saber levantarnos del abismo de la desesperación y la angustia.

Hay un dicho: Santos no son los que nunca cayeron, sino los que siempre se levantaron.

Y a veces ¡qué largos, estrechos y difíciles caminos tenemos que recorrer para llegar a la paz y la felicidad dentro de nosotros!”

Elsa Bianco – Aprendiendo a Vivir,  páginas 38 – 40

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