jueves, 3 de octubre de 2019

Auténticos


La compasión, nuestra capacidad de conectarnos con el sufrimiento propio y de los demás junto a la motivación sincera de aliviarlo y prevenirlo, es instintiva en los seres humanos cuando el que sufre es alguien cercano. Sin embargo, las tradiciones contemplativas sugieren que es posible ampliar nuestro círculo de cuidado y compasión más allá de lo instintivo. 

Cuando la compasión surge en nuestro corazón, nuestra mente se libera del odio, de los juicios negativos y de la preocupación obsesiva por uno mismo, constituyendo una fuente natural de paz interior y exterior.

La compasión es un proceso que se desenvuelve en respuesta al sufrimiento. Comienza con el reconocimiento del sufrimiento, el cual da pie a pensamientos y sentimientos de empatía y preocupación por el bienestar de quien sufre. A su vez, esto motiva a la acción que alivia el sufrimiento.

Los seres humanos tienen una capacidad natural para sentir y expresar la compasión. Sin embargo, el estrés diario, las presiones sociales y las experiencias de vida pueden limitar la expresión plena de esta capacidad. Cada uno de nosotros puede elegir nutrir y desarrollar nuestro instinto compasivo, tal como una planta puede ser cultivada desde la semilla.

Este proceso requiere paciencia, cuidado, así como también las herramientas apropiadas y un ambiente propicio.

El cultivo de la compasión va más allá de sentir más empatía y preocupación por los demás. El cultivo de la compasión hace surgir la fortaleza para estar con el sufrimiento, el valor para actuar con compasión y la resiliencia para prevenir la "fatiga por compasión". 

Estas cualidades facilitan y apoyan, a su vez, una serie de cambios positivos, desde mejorar las relaciones interpersonales hasta hacer una diferencia positiva en el mundo.

Los contactos entre personas o grupos dan lugar, tarde o temprano, a desacuerdos más o menos declarados, según sea lo que está en juego, las afinidades y las capacidades de las personas para comunicarse. La experiencia cotidiana demuestra que el éxito de un encuentro (en el sentido de interacción, intercambio, contacto) va a la par con la creación de un clima de confianza y que, en el mejor de los casos, los encuentros con éxito pueden provocar unos lazos de amistad auténticos y duraderos, cuya confianza caracteriza y condiciona la estabilidad.

Cuando lo que se plantea es un encuentro intercultural, el riesgo de discrepancias incluso de disensiones aumenta, debido a los malentendidos interculturales, y surge, a menudo con acuidad, la dificultad de llegar a una relación de confianza. ¿Por qué la confianza es un factor determinante para el buen transcurso de los intercambios interculturales? ¿De qué depende su aparición y preservación?

Es decir, ¿cuáles son las condiciones para la confianza?

Para conseguirlo, hay que examinar previa y sucesivamente algunos problemas teóricos generales de la comunicación y, concretamente, aquellos que plantean las situaciones interculturales. 

Esto permitirá, finalmente, abordar la cuestión teórica de la confianza en las relaciones interculturales.

Este no es un juego de palabras sino una reflexión para tener la valentía de ser el verdadero YO, si se es alegre, expresarlo, si es creativo, hay que cultivar la creatividad, si es malgeniado hay que buscar mecanismos para controlar ese sentimiento, pues lo único que trae es amargura, y hasta una enfermedad.


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