jueves, 3 de octubre de 2019

Tenacidad

“Fuerza que impulsa a continuar con empeño y sin desistir en algo que se quiere hacer o conseguir”


En sentido simbólico (es decir, trascendiendo las propiedades físicas), la tenacidad es una actitud caracterizada por la resistencia ante las adversidades. Una persona tenaz es insistente y se mantiene firme en su conducta o comportamiento hasta alcanzar su objetivo.

La tenacidad es actuar con pasión y confianza. Una persona puede fracasar muchas veces pero, si está dispuesta a aprender de sus errores y a seguir intentando, es muy probable que alcance su meta. En este sentido, el término está vinculado al concepto de perseverancia.

Muchos consideran que la tenacidad es un valor imprescindible para alcanzar el éxito en cualquier ámbito de la vida. En la expresión “quien triunfa nunca abandona” se expresa la importancia de mantenerse en pie, intentando una y otra vez volver realidad sus sueños; al mismo tiempo, deja implícito que el verdadero fracaso reside en darse por vencido, en dejar de luchar.

Algunas personas asumen erróneamente que la tenacidad exige una serie de virtudes particulares, que no todos poseen. Por el contrario, una actitud tenaz demanda el uso del 100% de nuestras capacidades y energías para la realización de un objetivo. Si relacionamos esta acepción con la utilizada en física, 
podemos establecer la siguiente analogía: la tenacidad es la capacidad de soportar los golpes de la vida antes de quebrarnos, de darnos por vencido.

Al igual que sucede con los materiales y sus esfuerzos, los fracasos y los desengaños típicos de la vida en sociedad nos dejan heridas, muchas veces imborrables, y depende de nosotros levantarnos y seguir avanzando para evitar que nos destruyan emocionalmente. Si se pudiera medir la magnitud de perseverancia y de determinación que una persona destina a la persecución de sus metas antes de bajar los brazos, entonces el valor resultante sería su tenacidad.

Son muchos los países que denuncian la falta de entusiasmo y tenacidad de sus jóvenes; en muchos casos, se culpa a los avances tecnológicos, especialmente Internet, de la poca voluntad que muestran los estudiantes. Esto impacta en varios aspectos de la cultura, siempre de forma negativa: se deforma el lenguaje escrito y oral, se desconoce cada vez más la propia historia y disminuye la capacidad intelectual en general.

A menudo nos ocurre que iniciamos actividades, nos hacemos propósitos, nos marcamos metas, que pasado un tiempo terminan formando parte de la lista de objetivos sin cumplir. Cuando dejamos las cosas a medias, abandonamos objetivos sin haberlos alcanzado, se va produciendo en nosotros una sensación de poca valía, frustración y desánimo que frecuentemente nos entorpecerá a la hora de poner en marcha nuevos proyectos.



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