sábado, 2 de noviembre de 2019

Diálogo Íntimo


Cuando las carencias en nuestro interior nos impiden juzgar sanamente a los demás, aparece lo que se denomina la proyección negativa. Una serie de mecanismos de defensa que atribuyen a otras personas nuestros propios defectos, e incluso nuestras propias carencias. 

En situaciones de conflicto emocional, atribuimos a otras personas los sentimientos o pensamientos propios que resultan inaceptables para nosotros.

La proyección negativa maniobra en situaciones de conflicto emocional de origen interno, atribuyendo a otras personas los sentimientos o pensamientos propios que resultan inaceptables para nosotros. Se proyectan los sentimientos o pensamientos que no terminan de aceptarse como propios porque generan angustia o ansiedad, dirigiéndolos hacia alguien y atribuyéndolos totalmente como si fueran de otra persona.

Gran parte del trabajo que se realiza en el desarrollo personal consiste en librarse de estas proyecciones estableciendo una frontera definida entre la descripción que hacemos de lo que sucede y lo que sucede realmente. De esta manera evitamos la distorsión de los hechos superando el conflicto que en realidad solo existe en nuestro interior.

“No vemos a los demás como son, sino como somos nosotros mismos”
-Emmanuel Kant-

La defensa del yo en las carencias personales
La proyección externa de las propias carencias personales que nos producen ansiedad o angustia se realiza para mantener un buen concepto personal. La autoestima y los mecanismos de defensa juegan un papel fundamental en la defensa del yo. Los llamados mecanismos de defensa del yo son estrategias que utilizamos sin darnos cuenta, cuya función es preservar nuestra autoimagen y autoconcepto.

Nuestro cerebro parece haber desarrollado diferentes formas para proteger nuestro organismo de aquello que nos parece demasiado doloroso o inaceptable. Los mecanismos de defensa son estrategias para frenar el malestar de ciertas vivencias y los sentimientos asociados a ellas. Estos mecanismos nos protegen cuando no queremos reconocer algún aspecto de nosotros mismos que nos disgusta o rompe el autoconcepto que nos habíamos creado.

Todas las personas deberíamos, en algunas de las tantas estaciones que atravesamos a lo largo de nuestra existencia, detenernos a firmar un tratado de paz con nosotros mismos.

Todos, en algún momento de nuestra vida, antes o después, nos replanteamos nuestra existencia, queremos saber quiénes somos, que es lo que queremos etc.

Sea cuando sea esta llamada, lo importante es que ocurra y que nos motive, para que no nos quedemos solo con lo que nos viene dado.

Con el paso del tiempo nos vamos planteando preguntas que surgen de una lectura, de una conversación, etc. Este hecho me hace cuestionar si son verdad y buscar entre todas ellas las que considere verdaderas.

Esto nos va llevando a periodos de reflexión, donde podemos ayudarnos de herramientas. Una de ellas es la meditación.

Hay muchos tipos de meditación, lo importante es ir probando hasta encontrar la que mejor se adapte a uno. Meditar nos hace conocernos mejor interiormente, es decir ver cuales son nuestros límites, nuestros miedos y debilidades. Es muy importante porque te hace ser más positivo y lograr ser mejor persona.

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