Como irreverente se denomina aquello que es opuesto a la
reverencia. Como tal, es un adjetivo, también empleado como sustantivo, que se
usa para designar a aquella persona o cosa que no guarda el debido respeto,
acatamiento o veneración hacia asuntos importantes, oficiales o sagrados.
Etimológicamente, la palabra proviene del latín irrevĕrens, irreverentis.
Una persona irreverente tiende a ser contestataria,
rebelde y cuestionadora de las convenciones y los moldes sociales. Un
individuo irreverente no siente que debe guardar respeto alguno hacia
políticos, funcionarios del Estado o agentes del orden público.
Un irreverente, asimismo, no solo se declara contrario a los dogmas
de la religión, sino que manifiesta activamente actitudes críticas, burlonas o
irónicas hacia estas creencias y hacia sus seguidores.
Por otro lado, la irreverencia es una actitud común en muchos
jóvenes que empiezan a buscar su propio camino en la vida, y desafían a sus
padres y a las figuras de autoridad de su entorno, como maestros o profesores,
pero que puede tornarse negativa cuando el joven se escuda en la irreverencia
como excusa para olvidar sus deberes o para justificar su irresponsabilidad.
Asimismo, se pueden calificar de irreverentes otras
expresiones del pensamiento humano como ciertas ideologías (el anarquismo, por
ejemplo) y algunas posturas artísticas (como las vanguardias). Sobre todo en
estas últimas se ha vuelto una tendencia común que aquellos artistas, cuyo
objetivo es precisamente el cuestionamiento de los valores tradicionales de la
sociedad, sean considerados como individuos irreverentes.
No creo que seamos irreverentes, menos porque digamos que lo somos –
tampoco porque digan que lo somos -creo que es por naturaleza. La gente piensa
que ser irreverente tiene algo que ver con valores negativos. Creo todo lo
contrario, la irreverencia se basa en desafiar – intelectualmente – al status
quo. Significa hacer que algo suceda cuando todos te dicen que no lo
conseguirás, significa defender tus principios y valores delante de cualquier
situación y significa buscar nuevos caminos -donde parece no haberlos – para
poder ayudar a la gente de tu alrededor, caminos lejos de los que normalmente
recorremos, precisamente porque hay mucha gente que no le interesa que esos
caminos se exploren y sean descubiertos por gente ordinaria.
Los irreverentes quizá no están bien mirados, porque crean cambio y el
cambio hace que los demás reaccionen, eso no gusta a la gente que se encuentra
en un posición privilegiada y a salvo, malas noticias para ellos, ahora están
en peligro.
Me parece que los nuevos héroes son esa gente
ordinaria que pasan a ser irreverentes. Ir a contracorriente no es malo, sólo
que no es lo lógico, pero…¿Qué es lo lógico? ¿Es lógico seguir las
instrucciones de otros? ¿Es lógico que nos digan lo que tenemos que hacer?
¿Caminar por donde todo el mundo ya lo ha hecho?
En 1909, Mark Twain le envió una carta a un amigo en la que le hablaba
en confianza de lo último que había escrito: «Este libro no saldrá jamás. Es
imposible porque se consideraría una ignominia». Tomada en su conjunto, la obra
de Twain quien, junto a Melville, está considerado el Gran Novelista Americano,
es una colosal sátira de la naturaleza humana. En el caso de Los escritos
irreverentes, recurrió a un género que algunos críticos denominaron
«pseudo-historia». Las pequeñas diatribas bíblicas que lo componen, escritas
entre 1870 y 1909, evidencian el profundo escepticismo religioso de
Twain.
El libro oculta bajo su burlona fachada un humorístico y mordaz ataque a
los valores establecidos, y es la muestra de una inteligencia superior, que no
deja títere con cabeza.
La muerte de Mark Twain da un significado especial a la edición de un
libro que, al salir a la luz en Estados Unidos, produjo una verdadera conmoción
y estuvo durante meses en la lista de libros más vendidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario