domingo, 5 de julio de 2020

Las Excusas


Los seres humanos somos expertos en crear pretextos. Somos capaces de crear mil y una excusas con el mero fin de sobreprotegernos, de mantenernos en nuestra zona de confort, donde sabemos lo que tenemos; pero jamás sabremos lo que podríamos llegar a tener. Y es que las excusas son pequeñas ladronas de oportunidades.

Una vez hemos convertido nuestras acciones en hábitos y, por lo tanto, en rutinas, es posible (sucede a menudo) que nos estén privando de lo que más queremos. Las excusas siempre están más cerca del engaño que del argumento. Existen infinitos pretextos para no llevar a cabo alguna acción que a priori, y en teoría, sí queremos llevar a cabo.

“El verdadero enemigo del éxito no es el fracaso, como muchos piensan, sino el conformismo y la mediocridad. Todos cargamos con más cosas de las que estamos dispuestos a admitir; excusas que ni nosotros mismos creemos, con las que pretendemos explicar por qué no hemos hecho lo que sabemos que tenemos que hacer”
Camilo Cruz

El ser humano tiene una conversación interna constante, en esa conversación tratamos de autoconvencernos o de autoimponernos excusas que nos “permitan” no realizar la tarea que teníamos pensada “sin sentirnos mal”. El problema de ese “no sentirnos mal” es que es momentáneo. Porque, en el fondo, sabemos que esas excusas son mentiras que nos contamos, y una vez volvemos a la consciencia de nuestros objetivos se produce un efecto rebote que hace que no sólo nos sintamos mal, sino que comencemos a maltratarnos psicológicamente por haber hecho tal cosa.

Una vez el diablo que tenemos dentro ha vencido a nuestro “Pepito Grillo”, comienza la lucha externa. Esa lucha externa nos hace poner en práctica todas esas excusas que nos hemos puesto, y nos quedamos paralizados sin llevar a cabo la acción.

Las excusas nos “protegen” del fracaso. Hacen que nos preparemos a nosotros mismos, que no intentemos algo “por sí sale mal”. Y lo que hacemos en realidad es no intentarlo, y así privarnos de la posibilidad de tener éxito; además de la generación de nuevas experiencias que siempre nos enseñarán algo.

“No tengo tiempo”. Nos repetimos esta frase una y otra vez. “Claro, es que él tiene más tiempo que yo”; “Ella no tiene tantas cosas que hacer y, por eso, tiene tiempo”. 
                               
Afortunadamente, y aun siendo la más utilizada del mundo, es muy fácil desmontar esta excusa. Es imposible que una persona tenga más tiempo que otra. Y el porqué es tan fácil de explicar cómo imposible de negar: los días tienen 24 horas para todo ser humano. Sí, 24 horas, 1.440 minutos, 86.400 segundos. Mismo tiempo para todos. 

Cada persona decide de manera libre en qué emplear su tiempo: en trabajar, en dormir, en comer, en jugar, en leer, en estudiar, en entrenar, en ver televisión, etc. Uno siempre es libre de ajustar su tiempo a sus necesidades. Y es que la vida no es más que un cúmulo de decisiones que deberían estar regidas por nuestras prioridades. Y tú, ¿de qué manera estás libremente dedicando tu valioso tiempo?

“Hay mil excusaspara fallar, pero ni una sola buena razón”


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