martes, 11 de agosto de 2020

Vida Intensa


Está claro que la mejor vida es aquella que aprendemos a vivir intensamente, pero eso no significa que debamos dejarnos llevar constantemente por el torrente de emociones que nos producen nuestras experiencias. 

Muchas veces, es importante tomar las riendas de la situación y concentrarnos en actuar de un modo constructivo, pase lo que pase. Esta capacidad es lo que conocemos como fortaleza emocional.
De hecho, uno de los aspectos más importantes de la Inteligencia Emocional es saber tomar una distancia de los hechos que no permita examinarlos de un modo más razonable e identificar las mejores opciones. La fortaleza emocional consiste en acostumbrarnos a los compromisos con ciertos estándares de bienestar, vivir evitando dramas innecesarios.

¿Cómo beneficiarnos de este atributo psicológico?
Para saber distanciarse de los hechos cuando estos ganan una carga emocional fuerte, es importante tener claro, primero, con qué propósito se hace esto.

Por ejemplo, ante las discusiones, ¿queremos satisfacer a nuestro orgullo o mantener relaciones sanas? Ante el estrés por falta de tiempo, ¿queremos organizarnos mejor o explorar otras posibilidades de trabajo que nos apasionen? Reflexionar acerca de cuáles son nuestras prioridades es imprescindible, y se puede hacer en cualquier momento, por ejemplo, apuntándolas jerárquicamente en una lista.

Este paso no interviene directamente en desarrollar fortaleza emocional, pero es un apoyo. Cuando dedicamos buena parte de nuestro tiempo a cultivar relaciones tóxicas, perdemos esa energía necesaria para afrontar crisis, y por consiguiente nos dejamos llevar por las circunstancias. Contar con un entorno que nos dé la bienvenida hace que podamos gestionar mejor nuestros recursos psicológicos y usarlos en situaciones que de verdad merecen la pena.

Parece una obviedad, pero no es así. Muchas personas no son conscientes de sus fortalezas y dan por supuesto que son "perdedoras natas". Pero si se tiene conocimiento de aquello en lo que nos desenvolvemos bien, afrontamos los problemas con mayor seguridad porque sabemos identificar los puntos de apoyo que podemos usar a nuestro favor.

Muchas veces buena parte de nuestros proyectos se van por el sumidero del "ya lo haré mañana". Si no permitimos esto y encaramos esas actividades que realmente nos ilusionan, ganaremos un valiosísimo sentido de propósito que nos irá bien para tener una dirección a la que apuntar a través de todas nuestras vivencias. Y, cuando se tiene claro qué es aquello que importa, es más difícil ceder a las vulnerabilidades y a la manipulación por parte de los demás.

Examina aquellas características propias que ves como imperfecciones y pregúntate: ¿y qué? Saber distanciarse de las cosas es también eso, comprender que aquello que no es como nos gustaría y no se puede cambiar no debe tener el poder de frenarnos. Esa sería una limitación totalmente injustificada, una barrera que nos ponemos a nosotros mismos y que nos amarga la existencia sin que nos planteemos por qué la estamos manteniendo ahí.

Renuncia a cualquier pretensión de llegar a una conclusión que ya tenías preparada. Distánciate de algo en lo que sientas algo de implicación y valora lo que realmente ocurre. Si legas a la misma conclusión de siempre, con todos los temas con los que lo haces, plantéate qué estás haciendo mal y repite el proceso. Poco a poco ve elevando el nivel de dificultad, y usa esta estrategia con aspectos de tu vida que te toquen muy de cerca.

Desarrollar fortaleza emocional es saber encajar el efecto que las emociones tienen sobre nosotros y canalizarlas de un modo constructivo. En el caso de la ira, por ejemplo, esta puede ser utilizada como energía para construir un mundo en el que situaciones como las que nos molestaron no ocurran tanto. Se trata de mirar más allá de uno mismo tanto en el análisis de los hechos como en la aplicación de las conclusiones.

Así esta capacidad mental asociada a la Inteligencia Emocional puede servir, a la vez, para que cada vez sea algo más contagioso y fácil de obtener del entorno social de uno mismo.


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