sábado, 5 de mayo de 2018

Comprendiéndonos


“No podrás nunca dominarte si no te comprendes
a ti mismo, en inteligencia y saber,
en órdenes y amores. Los espejos hacen fácil conocer
tu rostro, pero no hay espejos del alma: tu único
camino de conocerla es una cuidadosa reflexión sobre
ti. Puedes olvidarte de la forma de tu rostro, pero nunca
debes olvidarte de cómo es tu alma e interior, para
poder enmendarte y mejorar faltas. Convéncete de
que te hacen fuerte la cordura y ponderación en tus
acciones, en tanto que la ira te esclaviza. Ten siempre
bien vista la profundidad y alcance de todo”

Conocerse a uno mismo implica un análisis del plano intelectual y emocional, una cuidadosa reflexión sobre ti. No podemos limitarnos al análisis superficial, a lo físico, pues es un medio pero nunca un fin. Hay que trabajar el alma, el interior siempre con un afán de superación de los fallos y defectos y potenciando las virtudes.

En nuestras relaciones con los demás, que nacen desde el «yo», tiene que prevalecer la cordura en las acciones pues la rabia o ira nunca nos llevará a conseguir el efecto deseado. La reflexión y la calma han de ser las bases de nuestras acciones, siempre teniendo en cuenta que la realidad se construye con muchas realidades de  «otros yoes».

Es, por tanto, necesario, tener una visión previa del alcance de nuestros actos, hacia los demás y hacia uno mismo. Una sonrisa, una actitud positiva, unas buenas palabras son más efectivas que lo contrario. Nuestra actitud hacia la vida nos puede abrir o cerrar puertas; es, por tanto, necesario empezar conociéndose a uno mismo en toda su plenitud, en todas sus partes.

El camino de la vida requiere que tengamos unas bases sólidas y que luchemos por nuestros ideales. Nunca va a ser fácil pues siempre nos encontraremos con momentos buenos y malos. Los primeros serán para disfrutarlos, los segundos para aprender y superarlos pero siempre bajo un prisma de compromiso ético hacia los demás y afán de superación.

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