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viernes, 4 de mayo de 2018

Displicencia


Quien se comporta con desprecio hacia los demás, actúa con desgana y expresa indiferencia por los otros, tiene una conducta displicente. Supone una actitud muy poco respetuosa y propia de personas soberbias e intolerantes.

Etimológicamente, el término displicencia proviene del latín, concretamente del vocablo displicentia.

La actitud displicente es la cara opuesta de la amabilidad, el respeto y la buena educación. En el trato con los demás hay una norma general no escrita que conviene recordar: hay que tratar a los otros como nos gustaría ser tratados.

La persona displicente puede tener sus motivos personales para comportarse con altanería e indiferencia, ya sea porque se cree superior o porque no le interesa lo que ocurre a los otros. A pesar de sus razones, su actitud indica mala educación y una nula empatía.

La palabra displicencia no siempre se usa para describir el comportamiento despreciativo hacia alguien, ya que en ocasiones hace referencia al escaso interés en una actividad. Cualquier persona que realice una tarea o actividad sin determinación e interés también puede considerarse como displicente. 

En este sentido, su actitud no se proyecta sobre otra persona sino que se manifiesta en una actividad concreta.

El estudiante desmotivado por sus estudios o el trabajador que no se compromete en su actividad laboral, son ejemplos típicos de comportamientos displicentes. 

En ocasiones, ciertos gestos o tonos de voz (por ejemplo, un bostezo o una mueca expresando falta de interés) se pueden considerar como displicentes.

Las personas que se comportan normalmente con apatía a la hora de realizar una tarea se sienten desconectadas emocionalmente. 

En otras palabras, cumplen con sus obligaciones, pero sin ningún tipo de entusiasmo por lo que están haciendo.

Si bien en algunos casos puede haber una razón que justifique este comportamiento (por ejemplo, alguien que trabaja en una situación de explotación laboral), la actitud displicente es una reacción psicológicamente dañina y poco recomendable. 

Así, si tenemos que cumplir con una obligación porque no queda más remedio, es preferible hacerlo con un mínimo de entusiasmo y no con indolencia y dejadez.


Para comprender el verdadero significado de una palabra puede ser útil recordar las palabras con un significado contrario, es decir, los antónimos. 

En este sentido, cortesía, amabilidad, agrado o satisfacción son algunos de los antónimos de displicencia.



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