sábado, 4 de agosto de 2018

Variedades De Grises

“Todo aquello que sofoca la individualidad, sea cual sea el nombre que se le dé, es despotismo”
John Stuart Mill

El primer debate interno que surge cuando uno intenta reflexionar sobre el individual actual, es si éste existe como tal. Es evidente que no se pueden extraer conclusiones y características dignas de análisis social de algo que ni si quiera se encuentra en la realidad; y es precisamente de este proceso de destrucción del individuo de que estamos siendo espectadores inconscientes.

Caminamos, gracias al sistema, hacia un individuo definido por la falta de individualidad, es decir, nos acercamos al ideal de rebaño, tantas veces utilizado en la literatura social, donde los colores se convierten en pequeños matices de grises entre uno y otro.

Y es que, entre las diversas manipulaciones del capitalismo, se encuentra la de la destrucción de la idiosincrasia que aseguraba el cuestionamiento de lo establecido en otro tiempo. El superego aparece así, como producto de las necesidades capitalistas, que minimizan costes gracias a la homogenización propia de la producción en serie. La peculiaridad personal no genera beneficios económicos (excepto entre aquellos que aprovechan el momento para vender exclusividad), sino que es la producción en masa lo que permite el descenso del coste unitario y, de esta forma, el consumidor homogéneo se convierte en la base del diseño capitalista, y la fuente de toda ganancia monetaria.

Pero no sólo la institución económica se ve beneficiada de la falta de una sociedad colorida y diversa, también en el plano político y filosófico esta situación da lugar a formas que aseguran la perpetuación del sistema.

El consumidor homogéneo, se corresponde con un ciudadano pasivo, que absorbe las ideas que la caja tonta le muestra sin cuestionarlas ni modificarlas en su fuero interno. Este proceso convierte los mensajes en un todo uniforme que se difunde con facilidad y al que no es necesario transformar para llegar a toda la sociedad; facilitando el camino a las comunicaciones vacías pero efectivas de las que el sistema tanto necesita. Es por ello, por lo que la individualidad ha dejado de cumplir su función de ser la parte que reacciona frente a la externalidad social.

Tomando los términos de la escuela de Frankfurt, nos encontramos en pleno proceso de narcotización ciudadana, provocando la parálisis de ideas y que acaba desencadenando en una homogenización pasiva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario