martes, 11 de septiembre de 2018

Saber Y Conocer

El conocimiento es el producto de la acción intencionada del sujeto por saber más de los objetos que lo rodean y de los hechos y situaciones de su entorno.
Conocer, es una facultad del ser humano; desde su origen etimológico, cognoscere refiere al uso del intelecto para aprehender las características y estructura de los objetos de conocimiento.

En resumen, la acción de conocer es una intención del sujeto para dirigir su interés hacia un objeto o hecho determinado.

Entre el sujeto y el objeto se da una relación de implicación mutua; por una parte, en el proceso de aprehensión que hace el sujeto del objeto, el primero se transforma; es decir, se ve influenciado por las características del objeto; es decir, el objeto determina al sujeto a través de la experiencia.

Así, por ejemplo, un libro, como objeto, puede transformar la conciencia del sujeto(1), cuando éste, de manera intencionada se interesa en su lectura y aprehensión.
El sujeto cambió su estado original de conciencia frente al objeto; y éste ha quedado intacto en su esencia.
En el proceso de adquisición de experiencia, el sujeto se confronta con los objetos; el sujeto se moviliza y se activa frente al objeto, que permanece pasivo; y al aprehender las propiedades del objeto lo hace de manera receptiva.

El objeto de conocimiento no siempre es un objeto inanimado y físico; el objeto de conocimiento también puede ser un sujeto o sujetos en situación; de igual manera, el objeto de conocimiento también puede ser abstracto, como por ejemplo lo referido a conceptos y sus relaciones con la dinámica social y las formas de pensamiento de los sujetos sociales.

En la ya clásica relación sujeto-objeto de la teoría del conocimiento, el sujeto aprehende las características y cualidades del objeto; más allá de su apariencia. Es decir, el sujeto actúa con intención ante el objeto; su objeto de conocimiento.
La información que el sujeto obtiene del objeto, en ese proceso intencionado de conocer, es el conocimiento.

Y su organización lógica, sistematizada y convergente en torno a una guía analítica de integración lo convierte en un saber; un nuevo saber sobre el objeto de estudio.
Y en ese momento pasa a formar parte del elemento pasivo del proceso; al cúmulo de saber existente sobre un tema u objeto de interés.

¿Qué es el saber?
El saber en sí mismo es un conjunto de conocimientos desarrollados y acumulados en torno a un objeto de interés. Pero también el saber ayuda a explicar un proceso o un conjunto de situaciones que comparten elementos comunes; que se determinan o se complementan entre sí.

El saber también es información existente en torno a un interés u objeto de estudio; referido a procesos y situaciones donde interactúan los sujetos.

El saber es conocimiento lógicamente ordenado por los sujetos que lo producen; y reutilizado por los usuarios de conocimientos. Lo cual suele suceder cuando se estudia un campo profesional o se realiza alguna actividad productiva material o intelectual.

El saber es un instrumento que utiliza el sujeto para sustentar un discurso sobre un tema particular. Y cuando se utiliza en este sentido, el saber, genera frecuentemente saberes, no planteados originalmente. Por lo que se puede concluir que la herramienta básica para crear un conocimiento es el propio saber utilizado.

El interés por el saber parte de la premisa de la ignorancia activa; es decir, cuando se asume que no se sabe o que se es ignorante de las partes que constituyen o explican los procesos, los hechos o las situaciones, a partir de ese momento se inicia el proceso de saber para conocer.

En el contexto de las ciencias sociales un mismo saber puede tener o generar diversos sentidos; según sea el enfoque con que se maneje dicho saber.

Empero, en las ciencias naturales, lo que determina la cientificidad del saber generado justo es el criterio de la uniformidad en el significado.
Pues no hay que olvidar que "la ciencia observa, explica, interpreta y formula enunciados y secuencias de enunciados".

Saber y conocimiento
Como ya planteó al principio, el conocimiento es producto de una acción intencionada por saber más de los procesos, de los hechos o de las situaciones que ocurren en contextos sociales.
En la búsqueda del conocimiento se aplican saberes que ya existen sobre el tema u objeto de interés.
Y si el conocimiento encontrado es producto de una intención del sujeto, es porque se pretende darle una aplicación; se pretende satisfacer la intención inicial.
Y en la aplicación intencionada entra en juego el marco valórico, producto de la cultura y de la experiencia de cada sujeto.

Desde la perspectiva del capital humano, la adquisición de conocimiento profesional es una inversión.
Es una inversión en conocimiento que el sujeto pretende recuperar en el corto plazo con la venta de sus servicios profesionales.
De tal manera que la intención es económica; aunque, en el proceso de formación profesional es necesario, y recomendable, que la intención estrictamente pragmática del conocimiento, sea matizada por otras intenciones, es decir, motivaciones de carácter cultural; valores que formen el espíritu científico y cultural; pues el ser humano es sensible, por excelencia, a los valores humanos universales como, el servicio a los demás, la cooperación, la solidaridad y el respeto a la vida.

Pero entonces, ¿qué diferencias conceptuales existen entre saber y conocimiento?
En primera instancia cabe señalar que los dos conceptos se utilizan como sinónimos. Y hay que apuntar que no falta razón para hacerlo así. No obstante, sí existen diferencias cualitativas.
Tomemos como ejemplo el saber pedagógico y la investigación educativa; o el saber de la física y la investigación de los fenómenos físicos.

El saber es, en efecto, un conjunto de conocimientos sistematizado, lógicamente ordenados en libros, revistas, archivos, disquetes o manuscritos; referidos todos ellos a un campo específico del conocimiento. Puede incluso afirmarse que es un conocimiento pasivo; ya es historia.

En cuanto al conocimiento, éste constituye el elemento activo o el propósito de la investigación que emprende el sujeto.

Uno de los productos que obtiene el sujeto en el proceso de conocer es la experiencia; otro es la transformación de su estructura cognoscitiva; y después de ese proceso de aprehensión de las características del objeto, el sujeto ya no es el mismo.

Saber y conocer para saber hacer
En toda acción que realiza el sujeto está presente su cultura y su experiencia; y estos dos elementos diferenciadores son los que determinan el grado de significatividad y el sentido que toma el saber utilizado en la docencia.

Para saber hacer, es imprescindible saber y conocer; es decir, la tercera función intelectual importante en los procesos de aplicación de conocimiento es el dominio de procesos para la concreción de elaboraciones teóricas y abstractas.


Saber hacer es la demostración de congruencia entre lo que se dice que se sabe y lo que se hace.

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