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lunes, 5 de noviembre de 2018

La Simple Apariencia


Hoy me gustaría hablarle sobre el dilema entre ser y parecer, el cual es muy habitual en las personas que gustan vivir de las apariencias. Lo primero que debemos decir es que para parecer hay que ser, es decir, el parecer se da en algo que previamente es y, por ende, ya tenemos que ser algo para poder parecer ser otra cosa. En las personas no hay un solo parecer sino que hay un ser con determinado grado de desarrollo y educación donde aparece un cierto parecer.

Me gustaría profundizar un poco más este tema. El ser del ser humano es el ser humano que es, es decir, es el ser que existe y, en tanto tal, es un ser llamado al desarrollo. El ser humano está en camino de desarrollo personal en la vida la cual es, de algún modo, un espacio temporal donde la persona va creciendo y desarrollándose. Gran parte de los desarrollos posibles del hombre están en sus manos. El parecer implica una apariencia, contrapuesto a un no-desarrollo. El que parece algo pero no lo es, justamente no es aquello que aparenta. El tema es que la persona humana tiene cierto grado de desarrollo ya alcanzado a lo largo de su vida pero tiene muchas posibilidades de desarrollo que aún no ha alcanzado y que cree que nunca va a alcanzar.

Con respecto al desarrollo personal y al amor a uno mismo ya tenido, uno no puede aparentar porque ya lo tiene pero uno puede parecer en aquello que no tiene. Hay un grado de desarrollo personal en la persona que ya está presente en la misma y, ese grado de desarrollo posible, en la medida de que no sea actual, puede ser aparentado. Entonces, podemos tener distintos grados de ser y de apariencia en la persona que estén combinados en la misma persona y que se manifiesten, por ejemplo, en nuestra adicción a los teléfonos móviles.

La idea de estas reflexiones es que cada uno pueda tomar su propia vida como modelo y como punto de reflexión, logrando alcanzar un significado para la propia vida, y no para fijarnos en los demás, ya que es lo que primero que nos sale como costumbre. Ahora bien, si reflexionamos sobre nosotros mismos, ¿por qué nos sale más fácil el parecer que el ser? Bueno, porque para parecer no hace falta ser eso que aparento entonces lo puedo simular, lo puedo teatralizar de forma inmediata, en otras palabras, el parecer es algo inmediato. En cambio, si yo quiero desarrollar genuinamente algo de mi esencia requeriría esfuerzo propio, sería algo mediato. El problema es el siguiente: ¿Por qué a veces nos contentamos con parecer, como si ese parecer fuera realmente un ser?

En el ámbito del parecer, nos encontramos con un ámbito de simulaciones y actuaciones de la persona, montajes que hacemos frente a los demás y que tienen, en general, el rasgo de querer simular algo que no está tenido. El parecer, aunque lo simulemos, termina siendo un auto-engaño en el cual uno termina cayendo y, si uno se termina engañando por aquellas cosas que parece y las supone como tenidas, lo que no va a hacer nunca es recorrer el camino para tenerlas de verdad.
Hay que tener cuidado con las simulaciones, con el parecer. Un ejemplo es el status como una apariencia montada frente a los demás, esa exacerbación de condiciones propias que a veces no son tenidas y que configuran un ropaje que uno se pone para aparecer de tal modo frente a los demás. Lo importante es que uno no se termine engañando, creyendo que tiene aquello que aparenta. Si yo creo que tengo lo que aparento, lo cual en verdad no lo tengo, nunca voy a recorrer el camino de ir de la apariencia a tener realmente esa habilidad.

Vayamos a ejemplos sociales actuales, si yo aparento que tengo mucho dinero frente a los demás y en esa apariencia me termino creyendo que tengo mucho dinero, nunca voy a poder recorrer el camino genuino de llegar a tener verdaderamente mucho dinero. Si aparento ser un intelectual que lee libros, que cita a grandes autores pero que no lee ni estudia tanto y en esa puesta en escena me lo termino creyendo, no voy a recorrer el camino que me lleve realmente a ser un intelectual. Estos son algunos de los problemas que se presentan.

Otra pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Por qué necesito aparentar? ¿Por qué le pongo tanto poder al que me mira, de tal modo que brindo un espectáculo personal constante frente a él? ¿Será para que nos quieran, para que nos tengan aprecio, para conseguir beneficios? El tema es que ese no es un camino existencialmente maduro.


El camino que yo le invito a recorrer es un camino de desarrollo personal centrado en el crecimiento y desarrollo de lo que usted puede llegar a ser. El desarrollo de su esencia, de sus habilidades, de sus vocaciones y no en la apariencia de supuestas virtudes que en el fondo no están tenidas o son tenidas en grados bajos o pequeños. El pasaje del parecer al ser implica un camino de madurez existencial.

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