domingo, 4 de agosto de 2019

Escoba Nueva


En los ambientes dentro de los cuales se suele contratar periódicamente a nuevos operarios es común escuchar, en boca de capataces y supervisores, con referencia al potencial desempeño de los mismos, esta expresión que les describe en sus primeros intentos por dejar la mejor impresión de sus aptitudes y habilidades.

“La escoba, instrumento añejo de limpieza hogareña, todavía  perdura en las casas, resistiendo el embate de los modernos escobillones. Cuando uno compra una escoba es lógico que funcione correctamente, que barra bien, pero a medida que el uso va deteriorando su aspecto y su eficacia, va llegando la hora de reemplazarla por otra. Así como ocurre con las escobas, pasa con algunas personas en el trabajo, pues cuando son recién contratadas se esmeran por brindar un servicio de alto nivel a los ojos de todos, en tanto que, una vez que se aburguesaron, su rendimiento presenta un ineludible bajón.”

Esto que bien que podríamos denominar como “el síndrome de la escoba nueva” es algo que nos caracteriza a los humanos, tenemos una natural inclinación a sobrevalorar todo aquello que nos resulta novedoso y así ocurre con nuestros afectos, con nuestros vínculos laborales y toda nueva tarea que emprendamos, comenzamos a hacer algo con un entusiasmo manifiesto para luego dejarnos dominar por el desgaste de la rutina y el aburrimiento.

Todo logro sustentable en el tiempo es aquel que conquistamos con el esfuerzo y la persistencia, un compromiso que nos hacemos a nosotros mismos y que resulta una  condición indispensable para mantener inalterable nuestra capacidad de “continuar barriendo bien”


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