domingo, 27 de enero de 2019

Vivir La Vida

La mayoría de nosotros no vivimos plenamente nuestra vida. Nos conformamos con aquello que tenemos y que nos dan. Realmente, esta es la manera fácil de vivir. Conocemos todo lo que nos rodea y, por tanto, nos es sencillo lidiar con ello. Pero ésta no es la manera como tiene que transcurrir nuestra existencia.

Prácticamente nadie vive su vida plenamente, aunque crean todo lo contrario. Estamos demasiado bien acostumbrados a obtener todo aquello que queramos o necesitemos justo cuando queremos y sin que nos suponga ningún problema. Y así, esta cultura del no esfuerzo, se ha convertido en una costumbre para todos nosotros. Preferimos movernos entre lo conocido, sabiendo así que resultados podemos esperar y que acciones podemos llevar a cabo para conseguirlos. 

Nos conformamos en tener aquello que nos es dado, aceptamos vivir aquello que parece que nos toca vivir. Como si de alguna manera no pudiéramos hacer nada, como si nuestro destino estuviera escrito y no existiera forma de poder cambiarlo. ¿Realmente éste es el cometido de nuestra existencia en el mundo?

Tal y como nos han aconsejado miles de libros y películas, hay que aprovechar y vivir al máximo. La vida está formada por infinitas oportunidades, expuestas en el momento idóneo, esperando para ser tomadas. Cada vez que tengamos la ocasión de hacer realidad nuestros sueños, no debemos dudar ni un segundo. Tenemos que luchar por aquello que queramos hasta el último momento. 

Solo debemos dejar de luchar cuando sea evidente que la lucha no obtendrá su fruto. Porque lo que es casi seguro que no pase, es que puede pasar. Mientras haya una posibilidad, media posibilidad de entre mil millones de que pase, vale la pena intentarlo.  Hay que correr el riesgo de poder perderlo todo por conseguir lo que se quiere, porque si lo conseguimos la recompensa puede ser enorme. 

Y aunque no sepamos si nuestros actos van a llevarnos al más profundo de los sufrimientos o a un camino de rosas, no debemos permitir perder algo por miedo a lo desconocido, por miedo a equivocarnos y a no estar haciendo lo que se considera correcto.


Porque la vida no se cuenta por los años que se ha vivido, sino por todos los momentos que se ha disfrutado.

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