viernes, 4 de enero de 2019

Lo Que Quiero O lo Que Debo

Filosofía

Al paso del tiempo siempre nos preguntamos qué es lo que haremos con nuestra vida y todo nuestro entorno, el personal, académico, profesional, laboral, familiar; y si somos honestos generalmente pensamos en un futuro próspero, una bonita familia, un excelente trabajo; pero lo que la mayoría de las personas no hacen es pensar en los pasos que los llevara a ello. Algunos dicen que harán lo que sea para conseguir lo que desean, otros para conseguir lo que puedan y unos tantos más para conseguir lo que quieren. La pregunta importante es: ¿Será lo mismo el poder, el querer y el deber?

En los inicios de la filosofía, al hombre le daba temor preguntarse el porqué de las cosas que sucedían, por tal razón la mayoría de los filósofos se dedicó a observar su entorno y contemplar todos los acontecimientos desde su más mínimo detalle tanto en la naturaleza hasta en el comportamiento de los seres humanos. Con respecto a este último, Aristóteles y Sócrates hablaron de la felicidad perfecta y de lo que era una virtud.

Para Aristóteles, la felicidad perfecta consistía en hacer lo que le causara más placer a un ser humano, en su caso, era la contemplación, le gustaba pasarse horas en esta actividad y descubrió que eran los momentos más felices de su vida.
Para Sócrates, aquel ser humano que era capaz de encontrar su virtud o areté, era el ser más dichoso del mundo, en otras palabras, aquella persona que sabe para qué es bueno será feliz desempeñando esa actividad o lo que sea que fuere.

A qué viene lo anterior, que desde hace muchísimos años el ser humano descubrió como ser feliz eligiendo el camino del querer. Pero entonces ¿Qué sucedió? ¿Por qué el cambio repentino de decir “quiero hacer esto” a debo hacer esto” o más aun “solo puedo hacer esto”?

La respuesta, pues simplemente dejamos de hacer lo que queríamos porque consideramos el deber como un mandato, una regla que debo de cumplir para lograr mis metas; debo trabajar para tener una linda casa, debo tener una buena figura para que alguien se fije en mí, debo comportarme según me dicte mi entorno social para ser aceptado(a), etc., y la lista puede continuar y encontraremos miles de cosas que anteponen el “debo”.

Ahora hagámonos la siguiente pregunta: ¿Lo que hago es lo que realmente quiero hacer? A lo largo de nuestra vida, cuantas cosas hacemos cuando ni siquiera tenemos ganas ni el ímpetu de hacerlo, aquí es donde entra el “hago lo que puedo”, lo que significa que hemos entrado en una etapa de conformismo personal “hago lo que puedo porque no debo hacer más”, sin embargo, todas estas frases son las que se utilizan cotidianamente en el léxico de cada persona, si ponemos atención, escuchamos estas frases día a día, se han heredado de generación en generación y le hemos inculcado a las generaciones futuras lo que deben hacer mas no lo que quieran hacer.

Podemos poner como ejemplo a los estudiantes que están por salir de un bachillerato, personalmente me ha tocado escuchar a sus padres decir; que si eligen ser músicos, artistas, cantantes, o profesiones que no son muy comunes; se morirán de hambre; cabe mencionar que si sus progenitores se dedican a la medicina o a la abogacía, pretenden que sus hijos sigan ese mismo camino sobre todo por comodidad laboral, ya que no batallaran para conseguir algún trabajo, tendrán buenas influencias debido al legado de sus padres. En este momento, estas personas que están por salir de su bachillerato se verán influenciadas para tomar la decisión que deben más no la que quieren.

Debido a lo anterior, frecuentemente los seres humanos están acostumbrados a que les faciliten el camino a sus metas y si dentro de esto, está el no hacer lo que se quiere, hará lo que debe por comodidad. Lo anterior en palabras de Ortega y Gasset, quien decía que el ser humano se ha vuelto desagradecido y comodino, por eso lo llamo el “hombre masa”, quien solo espera a ver quién le facilita las cosas para poder hacerlas aunque no lo quiera.

Tenemos que comprender que el deber y el querer, no significan lo mismo. El deber es una palabra autoimpuesta por nosotros, por la sociedad en sí; hemos comprado la idea de que el deber es más importante que el querer y que es una regla que debo cumplir.

Querer, significa tener una capacidad de elección y de ejercer voluntariamente mis deseos o de rectificarlos, decidir qué es lo más importante para mí y para cumplir mis objetivos, tomar en cuenta la viabilidad de lo que quiero realizar, las oportunidades y todo lo que tenga que ver con el entorno de mi meta.

¿Y qué sucede con el poder? Bueno, el poder tiene que ver con las circunstancias que rodean mi objetivo, a veces se presentan situaciones que no dependen de nosotros y que hacen que cambiemos de metas o de caminos, lo primordial en este caso, es que no desistamos en ningún momento de lo que queremos, sin embargo, cuando utilizo, el “yo solo puedo…” para quedarme conforme, solo estamos limitándonos de saber de qué somos capaces, hasta donde somos aptos para llegar a conseguir lo que deseamos.

Lo importante hasta este momento es que ya se observe la diferencia entre el querer, el poder y el deber. Ahora ya sabemos que de acuerdo a lo anterior, la frase más importante es “lo que quiero es…” debemos dejar a un lado lo que los demás quieren para nosotros, debemos pensar en que es lo más importante para lograr mis objetivos pero sin afectar lo que realmente estoy dispuesto a hacer.
Y ahora, ¿Cómo vamos a pensar en lo que queremos? En primer lugar debemos discriminar lo que debes hacer de lo que quieres hacer, cambia el tengo o el debo por el quiero, si ya estás en algo que debes hacer, busca el lado bueno y aprende a querer lo que haces, aprende a cumplir lo que realmente debes y que te corresponde solo a ti y por último, no desistas, si fallas en hacer algo que quieres, sigue intentado, no hay límites

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