viernes, 10 de junio de 2011

El Medio Ambiente y Nosotros


Los últimos desastres ambientales ocurridos en todo el planeta, nos ha puesto nuevamente frente a una realidad insoslayable, que nos obliga a sincerarnos y tomar una posición bien definida, posición que no admite ambigüedades, en cuánto al grado de responsabilidad que nos compete a todos y cada uno, con relación a este tema tan relevante, donde lo que está en juego, es nada más y nada menos, que la sobrevivencia de todas las especies vivas, que conforman nuestro habitat natural.

Si en algo estamos todos de acuerdo, es en asignar responsabilidades y condenar al hombre, en términos genéricos, como el principal, por no decir el único, responsable de todos los desequilibrios ocasionados en nuestro eco sistema.

El juicio es unánime y la sentencia lacónica: El hombre es quien ha provocado la crisis ambiental y sus catastróficas consecuencias.   

Desde los antiguos escritos de La Kabbalah, sus maestros enseñaban este principio:
“El hombre, el mundo donde vive y el universo todo, son análogos  si bien sus dimensiones y apariencia sean distintas, su conformación y su esencia, son análogas.”

Es entonces, recurriendo a esta analogía, que abordaremos en este artículo el tema ambiental, lo haremos partiendo de la premisa, de que lo que expresemos  en él, será recogido por lectores que poseen  la madurez e ilustración suficiente como para que sea innecesario recurrir a una exposición exhaustiva sobre situaciones hartamente conocidas por todos.

Recurriremos a un viejo refrán que nos sentencia: “A buen entendedor pocas palabras bastan”

También escuchamos esta aseveración que nadie discute ni pone en tela de juicio: “El ser humano es ante todo, un individuo, y por tal motivo decimos por extensión,  que cada persona es en sí misma, un mundo.”
De manera que no nos parece tan descabellado el considerar, que existe un hilo conductor
-quizás para muchos imperceptible-  que permite vincular los acontecimientos que pensamos que son exclusivamente  de nuestra competencia y que podemos hacer lo que queramos con ellos, sin embargo, conllevan consecuencias que no solo nos afectan en lo personal, sino que además, influyen en todo nuestro entorno, es decir, alteran el equilibrio con otros seres que componen las varias constelaciones en las cuales orbitamos:  como lo pueden  ser la familiar o la laboral, entre otras.

En cuanto a las alteraciones físicas del planeta: En este punto podríamos recurrir a miles de ejemplos, pero bastará que mencionemos algunos indicadores, tales como: la contaminación ambiental, la desertización, la disminución de la capa de ozono, la falta de recursos hídricos renovables, el uso indiscriminado de la energía nuclear, etc. etc.

Ahora, veamos: decimos que nos preocupa el  medio ambiente en el cual vivimos, pero no relacionamos la interacción existente entre el medio ambiente exterior a nosotros  y nuestro propio mundo, el interior, es decir nuestra propia identidad, nos hemos preguntado alguna vez,  en qué condiciones está el cuerpo físico que ocupamos, ¿ se encuentra libre de contaminación? Nuestros pulmones reciben el oxígeno suficiente?  ¿Nuestra alimentación es la adecuada? ¿Nuestros huesos y músculos tienen la energía necesaria? ¿Nuestro índice de masa corporal es el adecuado?  Y así podríamos seguir agregando preguntas sobre lo que estamos haciendo por nuestro propio espacio, el que ocupamos, cual si fuésemos una hormiga más en este enorme  hormiguero humano que todos conformamos.

Y si las respuestas que nos vamos dando a cada una de estas interrogantes no nos satisfacen,  deberemos admitir que también formamos parte de la contaminación que tanto nos preocupa.

Y la analogía nos lleva a las profundidades de nuestro yo interior, la preocupación que mencionamos, también nos lleva a considerar las alteraciones constatadas en lo referente al clima, hablamos y hablamos, organizamos cabildos, creamos organizaciones ambientalistas que alzan su voz en todos los fórums abiertos para denunciar los abusos y exigir por soluciones a los gobiernos del mundo.

Y nosotros, en lo personal, en que clima vivimos, somos serenos como una mañana veraniega, o por el contrario, estamos sujetos a cambios bruscos de conducta , que transforman, la serena mañana que mencionamos, en estallidos de violencia, en la aridez de los desiertos causados por la intolerancia, el egoísmo o la ambición.

Nuevamente nos preguntamos:
¿Podremos mejorar la contaminación que nos rodea si no somos capaces de vivir en armonía con nosotros mismos?

Estuve observando el comportamiento de un grupo de personas que se divertían en una fiesta, en su jolgorio, elevaban vasos desbordantes de alcohol, los cuales volvían a llenarse una y otra vez, al finalizar la diversión, algunos ni siquiera podían estar de pie, a su alrededor pululaban cientos de vasos vacíos, aplastados bajo sus zapatos, cual si fuesen hojarascas después de un torbellino.

El medio ambiente esperaba, una vez más, que alguien pusiese las cosas en su lugar.

Hugo W. Arostegui