jueves, 31 de marzo de 2011

La Caverna Y Sus Mitos



Cuando hablamos de la naturaleza humana, se suelen mencionar una serie de sentencias, que han sido instaladas en nuestro subconsciente, a través de innúmeras citas cargadas de retórica advertencia, sobre los peligros que nos acechan, cuando nuestra búsqueda de respuestas aún insatisfechas, nos pone en la disyuntiva de:
Acomodar las inquietudes al “status quo” imperante y aceptar la verdad revelada tal cual nos la han transmitido.
O salir al descampado de extramuros, lejos de la ciudadela amurallada de preconceptos que intenta preservarnos de los mortales efectos del mundo “diabólico, solitario y triste”  de afuera.
Parecería ser, que de acuerdo al “autorizado” criterio de los predicadores, todo lo que había que saber, ya fue dicho, lo que nos resta, lo que es arbitrio de la voluntad humana, es el sometimiento y la obediencia irrestricta.
Esto que mencionamos no es para nada algo nuevo, consecuencia de los convulsionados tiempos modernos en los cuales nos ha tocado vivir, todo lo contrario, esta estrategia de dominación, existe desde siempre, desde que los hijos de Dios hemos sido convocados para que hagamos oír nuestra opinión, han aparecido los “pretendidos representantes de la autoridad divina” cuyo insaciable apetito de poder, y su consecuente capacidad de dominación, les impulsa a  ejercer un injusto dominio sobre sus semejantes, ya sea, mediante la persuasión engañosa, o recurriendo directamente al ejercicio totalitario de la violencia.
Para ayudarnos a entender mejor el alto precio que debe pagarse para alcanzar ciertos grados de iluminación, les sugiero incursionar en el pensamiento de los grandes filósofos, poseedores del conocimiento esotérico de los cabalistas, los que utilizando los medios disponibles de comunicación de su época, utilizaron la magia de la palabra escrita y su lenguaje exotérico, para transmitir a los entendidos su enseñanza intelectual y compartir con sus amados discípulos el mensaje esotérico de las señas y los símbolos, lo que sólo podía ser entendido por los iniciados al recibirlo “de mano en mano” .
Quien pretenda conocer el sabor de la sal, deberá, forzosamente, introducirla en su boca y degustarla por sí mismo,  de nada le valdría ningún otro medio, sólo obtendría la imagen exotérica de la sal, de ningún modo el conocimiento, lo esotérico, es decir su verdadero sabor.
Incursionaremos entonces en el pensamiento de Platón y sus enseñanzas.
Breve reseña:
 “Platón, nació en Atenas probablemente en el año 427 a.C. pertenecía a una familia noble y eran ilustres tanto los ascendientes de sus padres como los de su madre.
Recibió la educación física intelectual de los jóvenes de su época; es posible que haya seguido las lecciones del horaciano Cratilo.

En el año 407 sobrevino el acontecimiento capital de la vida de Platón: su encuentro con Sócrates.
El maestro tenía entonces 63 y el alumno 20.
Platón debió seguir las lecciones de Sócrates durante ocho años.
Poco después de la caída de los Treinta, tres delatores acusan a Sócrates de corromper a la juventud y de no creer en los dioses de la ciudad; condenado a muerte, rehúsa evadirse y bebe la cicuta en el 399.
Platón no estuvo presente en los últimos momentos de su maestro, relatados en el Fedón; pero esta escandalosa injusticia debió ser para él el prototipo del acto inicuo contra cuya repetición debía luchar todo filósofo.”
El tema que hemos escogido para ilustrar nuestro artículo es el siguiente:
El libro VII de La República comienza con la exposición del conocido mito de la caverna, que utiliza Platón como explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento.
Leemos:
“ …Y a continuación –seguí- compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza.
Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia delante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.
- Ya lo veo – dijo.
Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos cuya altura sobrepasa la de la, pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
¡Qué extraña escena describes  -dijo – y qué extraños prisioneros!



Iguales que nosotros – dije- , porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?
Como –dijo- , si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
¿Qué otra cosa van a ver?
Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar?
Forzosamente.
¿ Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?
No, ¡por Zeus! – dijo.
Entonces no hay duda –dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.
Es enteramente forzoso –dijo.
Examina, pues –dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo  siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de los chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿Qué crees que contestaría si le dijera de alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?
Mucho más –dijo.
Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más claros que los que le muestra?.
Así es –dijo.
Y si lo llevaran de allí a la fuerza – dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
No, no sería capaz – dijo-, al menos por el momento.
Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que ver de día el sol y lo que le es propio.
¿Cómo no?
Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría en condiciones de mirar y contemplar.
Necesariamente –dijo.
Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.
Es evidente –dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?
Efectivamente.
Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras,  fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente “trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio” o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
Eso creo yo –dijo-: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
Ahora fíjate en esto –dije-: si, vuelto el tal allá bajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se llenarían los ojos de tinieblas, como a quién deja súbitamente la luz del sol?
Ciertamente –dijo.
Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad – y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse- ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun intentar una semejante ascensión?
Y no matarían; si encontraran manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?
Claro que sí –dijo-
Pues bien –dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas, que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
También yo estoy de acuerdo –dijo-, en el grado que puedo estarlo.”                                            
Según la versión de J.M. Pabón y M. Fernández Galiano, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1981 (3ª edición)
 
Tal el relato de Platón, no abundaremos agregando más detalles, si alguna vez te decides a romper las ligaduras que mantienen tieso tu cuello y salir de la butaca donde has estado aprisionado, es posible que lo que descubras no puedas contárselo a nadie, so pena de que te enchalequen y te encierren en un hospicio, también corres el riesgo, de que una vez aprisionado, te alcancen para beber una copa de cicuta, de ocurrir algo así, alza tu copa, bebe y responde “Por quien me venza con honor en vosotros”   .
Hugo W. Arostegui 

sábado, 19 de marzo de 2011

Respuesta a Comentarios sobre Artículos Publicados



Preguntas recogidas en estos últimos días


Respuesta I:


En el artículo: "Un Recurso Que No puedes Ignorar El Entusiasmo: al que tu haz agregado un comentario, habrás apreciado, que comenzamos el mismo con una referencia al significado de la palabra "entusiasmo" en un intento de rescatar el valor original de la palabra escrita.


Pues bien, entusiasmo significa llevar un dios adentro, de manera que visto desde esa perspectiva, coincidimos con lo expresado por Pablo en su primera epístola  a los corintios:
"¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, que tenéis de Dios, y que no sois vuestros?" (1 Corintios. 6:19).


Esto  quiere decir, que  aquel que pretenda ser el receptor de tal distinguido huésped, previamente  deberá haber ordenado y preparado el habitáculo de su mente, para que ésta se encuentre en condiciones de ofrecerle una cálida y confortable acogida.


Todo anfitrión, que se precie, se regocija en su hospitalidad, se deleita ante lo que vislumbra como una gracia divina, la posibilidad de un encuentro con un ser superior, con el que pueda compartir todos sus anhelos y  esperanzas.


El entusiasmo es en sí mismo, una fuente inagotable de energía, porque el ambiente en que se expresa y manifiesta, tiene la armonía del equilibrio, donde nadie es más, ni tampoco menos, donde no hay exigencias ni exigidos, el entusiasmo tiene luz en sí mismo y donde  ingresa la luz no hay espacio para las tinieblas, el entusiasmo no es un bichito esquivo, como tu mencionas, al cual hay que salir a atrapar, tampoco es una "plancha de Surf"  en la que te debates en medio de las olas, el entusiasmo ingresa como los rayos del sol, sólo necesita que abras confiado, de par en par, las ventanas de tu alma.


Respuesta II:


Sobre el comentario referido al tema "Reflexiones De Carnaval"  que tú me has formulado con mucha agudeza, me agradaría muchísimo poder mencionarte algunas observaciones a tu planteo, observaciones que humildemente pongo a tu criteriosa consideración:


Cuando tú me mencionas que según tu parecer, experimentar no es rumiar, pues consideras que el  proceso de analizar consecuencias de un acontecimiento dado, debe corresponder a otra etapa, y que la misma, forzosamente, deberá ser posterior al experimento en sí mismo,
te pregunto: cuando nos relacionamos con otras personas, ¿no necesitamos recurrir a nuestras vivencias pasadas? ¿el cúmulo de estas vivencias no son las que nos convierten en personas con experiencia de vida?


Ahora bien, veamos, un acontecimiento cualquiera se torna experiencia cuando es sometido al proceso de comparación con otros que hayamos tenido, uno puede morir de un tiro certero, pero si no vive el proceso no se puede considerar experimentado en la muerte.


Experimentar es forzosamente comparar, de manera, amigo/a , que te refugias en el anonimato, te sugiero que comiences " a rumiar" cuánto antes tus experiencias de vida, la criatura humana no debe comportarse cual si fuese una pelota de ping -pong.


En cuánto a la festividad de carnaval en sí, tienes tu mucha razón, he vivido la rica experiencia de llevar muchas veces a mis hijos, a mis sobrinos, y ahora a mis nietos, al carnaval, poseo el humor suficiente para disfrutar con ellos de esa sana alegría, también es bueno reconocer la riqueza creativa de esa expresión cultural que tanto nos gusta a los uruguayos.


Pero, sabes que, mis hijos, mis sobrinos, han crecido, mis nietos lo harán más adelante, nosotros los adultos, cumplimos con lo que se ha transformado en una tradición y revivimos en ellos los tiempos pasados, cuando la inocencia nos hacía ver hadas y magos, payasos y arlequines detrás de cada cara pintada.


Pero mi amigo/a anónimo, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que los niños se fueron a dormir y te has dejado llevar por la ronda de fantasmas, de miedos y miserias que acechan y golpean tu vida cada día?


La reflexión de carnaval publicada, se refería a los niños que ya no son, a los adultos que quizás sean sus padres o sus abuelos, una querida amiga me había contado unos días atrás, que su nieta estaba embarazada, una jovencita, sobrina mía, me comento que ella, con apenas 16 años, estaba embarazada, leo los periódicos y veo los efectos del alcohol y las drogas, he ido a bailar, a divertirme, y en esa algarabía pude apreciar la transformación en los rostros de los evadidos, jóvenes y adultos, que una vez, bajada la cuesta, cuando termina la fiesta, lloran en silencio sumidos en la depresión.


Escribir, tal como yo lo hago, créame, que cuando termino un tema, difícilmente revise y corrija errores ortográficos o de redacción, simplemente tiro mis pinceladas expresivas sobre el teclado, lo que sí puedo asegurarle es la autenticidad de mis expresiones, la sana intención de establecer un contacto, de compartir inquietudes, lejos de mi cualquier pretensión de condicionar su pensamiento.


Un abrazo
Hugo W Arostegui


Respuesta I:

En el artículo: “Un Recurso Que No puedes Ignorar El Entusiasmo: al que tu haz agregado un comentario, habrás apreciado, que comenzamos el mismo con una referencia al significado de la palabra "entusiasmo" en un intento de rescatar el valor original de la palabra escrita.

 Pues bien, entusiasmo significa llevar un dios adentro, de manera que visto desde esa perspectiva, coincidimos con lo expresado por Pablo en su primera epístola  a los corintios:

"¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, que tenéis de Dios, y que no sois vuestros?" (1 Corintios. 6:19).

Esto  quiere decir, que  aquel que pretenda ser el receptor de tal distinguido huésped, previamente  deberá haber ordenado y preparado el habitáculo de su mente, para que  ésta se encuentre en condiciones de ofrecerle una cálida y confortable acogida.

Todo anfitrión, que se precie, se regocija en su hospitalidad, se deleita ante lo que vislumbra como una gracia divina, la posibilidad de un encuentro con un ser superior, con el que pueda compartir todos sus anhelos y  esperanzas.

El entusiasmo es en sí mismo, una fuente inagotable de energía, porque el ambiente en que se expresa y manifiesta, tiene la armonía del equilibrio, donde nadie es más, ni tampoco menos, donde no hay exigencias ni exigidos, el entusiasmo tiene luz en sí mismo y donde  ingresa la luz no hay espacio para las tinieblas, el entusiasmo no es un bichito esquivo, como tu mencionas, al cual hay que salir a atrapar, tampoco es una “plancha de Surf”  en la que te debates en medio de las olas, el entusiasmo ingresa como los rayos del sol, sólo necesita que abras confiado, de par en par, las ventanas de tu alma.

Respuesta II:

Sobre el comentario referido al tema "Reflexiones De Carnaval"  que tú me has formulado con mucha agudeza, me agradaría muchísimo poder mencionarte algunas observaciones a tu planteo, observaciones que humildemente pongo a tu criteriosa consideración:

Cuando tú me mencionas que según tu parecer, experimentar no es rumiar, pues consideras que el  proceso de analizar consecuencias de un acontecimiento dado, debe corresponder a otra etapa, y que la misma, forzosamente, deberá ser posterior al experimento en sí mismo,
te pregunto: cuando nos relacionamos con otras personas, ¿no necesitamos recurrir a nuestras vivencias pasadas? ¿el cúmulo de estas vivencias no son las que nos convierten en personas con experiencia de vida?

Ahora bien, veamos, un acontecimiento cualquiera se torna experiencia cuando es sometido al proceso de comparación con otros que hayamos tenido, uno puede morir de un tiro certero, pero si no vive el proceso no se puede considerar experimentado en la muerte.

Experimentar es forzosamente comparar, de manera, amigo/a , que te refugias en el anonimato, te sugiero que comiences " a rumiar" cuánto antes tus experiencias de vida, la criatura humana no debe comportarse cual si fuese una pelota de ping -pong. 

En cuánto a la festividad de carnaval en sí, tienes tu mucha razón, he vivido la rica experiencia de llevar muchas veces a mis hijos, a mis sobrinos, y ahora a mis nietos, al carnaval, poseo el humor suficiente para disfrutar con ellos de esa sana alegría, también es bueno reconocer la riqueza creativa de esa expresión cultural que tanto nos gusta a los uruguayos.

Pero, sabes que, mis hijos, mis sobrinos, han crecido, mis nietos lo harán más adelante, nosotros los adultos, cumplimos con lo que se ha transformado en una tradición y revivimos en ellos los tiempos pasados, cuando la inocencia nos hacía ver hadas y magos, payasos y arlequines detrás de cada cara pintada.

Pero mi amigo/a anónimo, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que los niños se fueron a dormir y te has dejado llevar por la ronda de fantasmas, de miedos y miserias que acechan y golpean tu vida cada día?

La reflexión de carnaval publicada, se refería a los niños que ya no son, a los adultos que quizás sean sus padres o sus abuelos, una querida amiga me había contado unos días atrás, que su nieta estaba embarazada, una jovencita, sobrina mía, me comento que ella, con apenas 16 años, estaba embarazada, leo los periódicos y veo los efectos del alcohol y las drogas, he ido a bailar, a divertirme, y en esa algarabía pude apreciar la transformación en los rostros de los evadidos, jóvenes y adultos, que una vez, bajada la cuesta, cuando termina la fiesta, lloran en silencio sumidos en la depresión.

Escribir, tal como yo lo hago, créame, que cuando termino un tema, difícilmente revise y corrija errores ortográficos o de redacción, simplemente tiro mis pinceladas expresivas sobre el teclado, lo que sí puedo asegurarle es la autenticidad de mis expresiones, la sana intención de establecer un contacto, de compartir inquietudes, lejos de mi cualquier pretensión de condicionar su pensamiento.

Un abrazo

Hugo W Arostegui

domingo, 13 de marzo de 2011

Reflexiones de Carnaval



Estamos en carnaval, una festividad que perdura como las flores silvestres, sin importarle en absoluto el clima adverso que desde los tiempos del paganismo ha debido soportar, pase lo que pase, cualesquiera sean los pronósticos, “los diablos se sueltan en carnaval” y la alegría y el desenfreno toman cuenta de nuestras almas en pugna, que se debaten entre lo “diabólico y carnal”  y  lo “sensual y sublime”

Carnaval, para nosotros suena como: primavera, verano, otoño, invierno, navidad, año nuevo, etc. hitos que marcan nuestro pasaje por la vida, como tantos otros que nuestra mente registra y acondiciona en el recuerdo según la profundidad de su huella emotiva.

La sucesión de experiencias de vida van dando forma a nuestro “yo” y su hilo conductor nos lleva a ser lo que “sentimos que somos” en nuestro fuero íntimo, en lo más recóndito de nuestro ser, allí, donde el “yo” y el “ser” se interrelacionan para darnos una expresión exterior, la que se suele identificar como: carácter o personalidad.

El conflicto a superar, es aquél que surge cuando el “yo” que percibimos, no concuerda con lo que pensamos que “deberíamos ser” ya sea esta sensación, el fruto de una severa autocrítica,  o lo que captamos desde el exterior, las señales enviadas por aquellos que conforman el entramado social en el cual transcurre nuestra existencia.

Es allí, en el fuero íntimo de cada uno, donde se realiza el “proceso digestivo”  de nuestras experiencias de vida, veamos:

Cuando yo era un niño escolar, participé, a la par de mis demás colegas de clase, de una exposición cuyo tema versaba en “el proceso digestivo de los rumiantes” y como vivíamos en el campo y nuestras familias tenían vacas lecheras, la disertación derivó forzosamente, a nuestras vacas y su condición de rumiantes, confieso que tal situación, la para mi nueva faceta de nuestras vacas, me resultó, en principio un tanto cómica y comencé a reírme y hacer algunas bromas con los demás niños de la clase.

Cuando la docente dio por finalizada la clase, todos los niños se apresuraron a salir a jugar al patio de la escuela, es decir, todos menos el suscrito, la maestra me detuvo en seco, los métodos pedagógicos de la época lo permitían, me tomo de una oreja, me sentó en la mesa de estudio y me dijo que debía escribir “quinientas veces” la frase: “la vaca es un animal rumiante”.

De manera que me considero con la suficiente autoridad como para referirme a este tema, máxime, cuando aquella lección me ha dejado una profunda enseñanza.

Mientras me dolían y acalambraban los dedos de mi mano derecha, de tanto repetir la misma frase, en realidad no tengo la menor idea de cuántas veces lo hice, pues la maestra consideró suficiente castigo las cinco o seis hojas escritas, ella, mi maestra, me explicó en forma clara y sencilla, el proceso del rumiado y sus resultados, en la nutrición de este noble animal.

La vaca se alimenta, es decir, come pasto, alfalfa, ración, bebe agua, etc. y luego busca un lugar, se echa y comienza  el proceso de rumiado, rumiar implica volver a masticar, una y otra vez, el alimento ingerido, esto le permite extraer todas las propiedades nutrientes del alimento.

Este proceso, una vez aprendido, en aquella inolvidable lección escolar, es el que aconsejo aplicar en nuestras vidas, no tengo ninguna duda, que la criatura humana, debería rumiar, una y otra vez, sus experiencias de vida, volver a evaluar los acontecimientos, tantas veces como fuese necesario, para extraer de los mismos, la mejor de las conclusiones posibles.

Cuando hablamos de experiencias de vida, la propia palabra nos lleva etimológicamente al concepto de experimento y me pregunto: acaso experimentar no es rumiar? No es pasar por distintas etapas un proceso hasta alcanzar un resultado? La experiencia adquirida es aquella que nos permite conducirnos con seguridad por la autopista de la vida, algunos la adquieren y la utilizan, otros, quizás la gran mayoría de los mortales, se comportan como si estuviesen en un parque de diversiones y suben al volante de los “autitos chocadores” hasta que se les termina el boleto,  entonces descienden de sus vehículos y manifiestan doloridos, que dura que es la vida.

En fin, así las cosas, pero como dije al comienzo, estamos en carnaval, y en esta fecha se suelta todo, la mente, el cuerpo, la alegría autentica de quién la disfruta, y la fingida, aquella que se busca encontrar en la falsa sonrisa y que aflora descontrolada luego de algunas ingestas de alcohol, para algunos es simplemente beber hasta obnubilar los sentidos, para otros, es beber y consumir algo más, es intentar alcanzar una quimera, acallar frustraciones que lastiman, esas que en lugar de esfumarse, se aferran con sus garras en lo profundo del alma, bien adentro, donde intenta esconderse ese “yo” interior, que por momentos confunde la conciencia y se parece más a “un me parece que yo soy” les invade la fantasía por algunos instantes de anhelada evasión, hasta que la incertidumbre vuelve, y les deja solos nuevamente, indefensos , frente a sus miserias de siempre.

Otros que se suelen soltar, son los fantasmas, los que no vemos pero sí nos hacen sentir su presencia, ellos juegan a la ronda, tomados de la mano, con “con nuestros miedos, nuestras aprensiones, con nuestros “que dirán” con los “pecados” que hemos ocultado presurosos “debajo de la alfombra” sus ruidos y desenfado sacuden de tal forma nuestra mente cual si fuese un terremoto, y todo, absolutamente todo, se entrevera cual mazo de barajas en manos del destino, y se suman a la ronda todos los episodios de vida que nos han dejado su huella indeleble desde la lejana niñez hasta nuestros días actuales.

Entonces, no les queda otra, que la de reír, reír, cantar y saltar, sacar a pastar “nuestras burradas”  en el prado del desenfreno, y en plena algarabía, les llegan, como de muy lejos, las estrofas de alguna vieja canción:  “ Ay que beber, bebiendo se es feliz, ésta va por mí, la otra por usted, ¡viva la alegría y el amor!”.

Hugo W.Arostegui

martes, 1 de marzo de 2011

Un Recurso Que No Puedes Ignorar: El Entusiasmo



“La palabra entusiasmo proviene del griego y significa tener un Dios dentro de sí.

La persona entusiasta o entusiasmada era aquella que era tomada por uno de los dioses, guiada por su fuerza y sabiduría, y por ese motivo podría transformar la naturaleza que lo rodea y hacer que ocurrieran cosas.

Sólo las personas entusiastas eran capaces de vencer los desafíos de lo cotidiano.  Era necesario por lo tanto entusiasmarse para resolver los problemas que se presentaban y pasar a una nueva y mejor situación.

El entusiasmo no es una cualidad que se construye o que se desarrolla. 

Es un estado de fe, de afirmación de sí mismo.”       MetododeEstudio.com

Nos hemos referido en entregas anteriores, a las dificultades de entendimiento, que suelen tener las nuevas generaciones, en todo lo relacionado con las afirmaciones literales, que las distintas religiones que las sostienen, le han dado, a ciertos pasajes de la Biblia.

Pensamos, que el mayor obstáculo a superar, se debe a que el lector percibe, que antes de siquiera intentar abordar el contenido de este libro, se le conmina a no incursionar sólo en el análisis, que si no cuenta con el asesoramiento adecuado de instructores autorizados, la lectura le resultará no solamente de difícil incursión, sino, que además, podrá quedar expuesto a que las “sutilezas del maligno” le confundan a tal punto de que pueda quedar “sumido en las tinieblas”

Si a esta sensación que le invade, se le agrega la infaltable recomendación, de que debe consultar con “ellos” nos referimos a los asesores de turno, porque “ellos”  y  “sólo ellos” son los “únicos poseedores de la verdad absoluta”, de que las demás religiones, sectas, o grupos, a los que haya recurrido anteriormente, o pretenda recurrir en lo futuro, podrán tener las mejores intenciones pero que por tal o cual razón, están en el error, la verdad es una sola y les pertenece a “ellos”  el argumento esgrimido es irrefutable: “ellos” son los poseedores en exclusividad de “La Revelación Divina.”

Ante esta situación, uno se pregunta, ¿Qué es lo que pasa conmigo? ¿Por qué debo recurrir a intermediarios?  ¿Es posible, que yo haya nacido con alguna anomalía heredada de mis antepasados? Existe alguna deuda que deba pagar? ¿Los poseedores de la verdad, pueden cobrarme su intermediación? ¿Por qué me citan ejemplos de que cuánto mayor sea mi aporte,  mayor será la recompensa que reciba, ¿Existe una cuenta corriente en los cielos, cuyo saldo en rojo me es requerido saldar? Etc etc.

Lo que ha pasado con las revelaciones recibidas desde los cielos, es que los receptores de esas revelaciones, los profetas y videntes, lamentablemente no se encuentran entre nosotros, y si por alguna razón, nos visitaran, seguramente tendrían que hacerlo de incognito, pues en el momento que fuesen identificados, toda la infraestructura montada por las iglesias, muchas de ellas, convertidas en gigantescas corporaciones, se estremecería de tal forma, que caería por tierra todo su andamiaje teológico.




Lo más probable, es que tal  inoportuna  presencia sería seriamente reprimida, apresados, juzgados como usurpadores, o, en el mejor de los casos, denunciados como dementes peligrosos de doble personalidad y les internarían para siempre en un hospital psiquiátrico.

¿Y sus apresores? Seguramente estos tendrían la honra de ser considerados como “guardianes de la fe”  salvadores de la doctrina, la verdadera, la construida y sostenida por la corporación.

Es la Corporación , la organización constituida, la que mueve las cuentas bancarias de un imperio basado en la vida y acciones de sus venerados santos y  profetas, pero interpretada  y escrita por manos anónimas, contratadas para tal fin,  siguiendo un libreto considerado, en lenguaje actual: “política y socialmente correcto” como alimento espiritual liviano y fácilmente digerible por los millares de “pecadores” quienes sólo pueden purgar sus culpas a través de las donaciones “voluntarias” a  los representantes de la única fuente de salvación posible, La corporación de las iglesias.

 los tesoros blanqueados en los bancos, en los bienes nobiliarios, en las acciones de grandes compañías, “ son tesoros que ni el moho ni el orín corrompe” con su producido, con el poder de compra acumulado, evangelizamos el mundo, “ les compramos terrenos en los cielos” y todavía nos sobran bienes para que, de vez en cuando, hagamos generosas donaciones a los pobres acosados por la miseria y las hambrunas en el mundo.

Lo sorprendente es que no obstante ser la Biblia, un libro como ya hemos expresado, traducido infinidad de veces a través de los siglos, todavía podemos extraer de sus escritos, si prestamos atención al espíritu de la letra y le agregamos “entusiasmo” al contenido visual de la escritura, señales muy claras para orientarnos en su contenido.

Un claro ejemplo de estas afirmaciones, podemos encontrarlo en los escritos atribuidos al Apóstol Santiago, hermano de Jesús e hijo de José y de María, figura prominente entre los primeros judeo cristianos que vivían en Jerusalén , la simple mención del parentesco con Jesús, despierta controversias entre los propios cristianos, mientras unos lo admiten y lo toman con naturalidad, corroborando las distintas aseveraciones de que Jesús tuvo hermanas y hermanos, otros, como los católicos romanos, que defienden la tesis de que Jesús fue hijo único de una siempre inmaculada virgen María, a quienes admiten cierto parentesco aduciendo que serían medio hermanos, hijos de un matrimonio anterior de José o hijos de una hermana de María, por lo que estos supuestos hermanos serían en realidad, primos.


Como puede apreciarse, la verdad revelada, es una fuente de inspiración, que puede observarse como a través de un caleidoscopio, el cual modifica las imágenes de acuerdo al buen entender de quién ponga su ojo en la mira, no obstante y pese a quién pese, la verdad puede resplandecer ante los ojos de los considerados puros de corazón.

Volviendo al Apóstol Santiago, en el capítulo uno de su epístola nos dice:
“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.”     Santiago 1: 5

En otras palabras, la comunicación es algo entre Tú y tu Hacedor, y como bien me recordaba mi querida amiga Lucía: En el año 1950, en el atiborrado estadio de Maracaná, nada menos que en la final de un Mundial de Futbol , once bravos orientales, ante el clamor de la hinchada brasileña, que llenaban el estadio y aturdían con sus vítores, su capitán, El Negro Jefe, les dice la hoy célebre frase: “ Los de Afuera son de Palo”

 Hugo W. Arostegui