Esta mañana de domingo me he levantado observando mi
entorno, desde las cosas que conforman mi guarida humana, la cual está
impregnada de vivencias propias y extrañas, hasta las apenas perceptibles
señales de innúmeras presencias que desde el mundo exterior nos dejan sus
huellas como recordatorio de que no estamos solos en el despertar de cada día.
De pronto, una noticia irrumpe poniendo un paréntesis en
nuestra matinal abstracción, todos los noticieros nos centran la atención en
Noruega, un terrible atentado “terrorista” había causado la muerte de decenas
de personas, esta información nos llega acompañada de imágenes impactantes,
seguidas de comentarios, que vinculaban este hecho, al terrorismo islámico, por
supuestas represalias de éstos, por la permanencia de tropas noruegas en la
ocupación de Afganistán.
De manera que todos quedamos estimando a este anuncio, como uno más, de los tantos
que se atribuyen diariamente al “fanatismo de los extremistas islámicos”, como
vemos, los medios de prensa, antes de
presentar “sus noticias” en sociedad,
las pasan por la sala de “maquillaje informático” para que su aspecto cumpla con los requisitos
exigidos, por los “rectores” que definen, con absoluta precisión, todo lo que puede
decirse, y cómo debe decirse.
Con el pasar de las horas, comienzan a develarse diversos aspectos que cambian sustancialmente
la noticia original, ya no se trataba de un atentado, provocado por alguna célula perteneciente al denominado “eje del
mal” del terrorismo internacional, ahora, lo que se muestra al mundo, es la
imagen de un joven rubio, de origen noruego, una especie de Silas, (como aquel
del Código Da Vinci) un sicario, que alertaba mediante este terrible atentado,
los temibles peligros que significaban
para “el mundo occidental y cristiano”, ideologías diabólicas como: el
comunismo, los musulmanes, los inmigrantes, negros, gitanos, latinos, etc.
etc..
Estas señales del mundo exterior, que han irrumpido, bruscamente,
cual si fuesen un vendaval que abrió con su fuerza los ventanales de mi mente, esparciendo por doquier, una sucesión de acontecimientos pasados, que sin lugar a dudas, tenían una
estrecha interrelación, con este hecho abominable que los noticieros de todo el mundo anunciaban, como si formaran parte de un macabro puzle,
que, una vez armado, pondría al descubierto,
el trazado de un plan sutilmente
elaborado.
Ahora, en realidad, hay momentos en que me cuestiono, si
valdrá la pena continuar con el desarrollo de este artículo, tal como me ha pasado con tantos otros que he
escrito anteriormente, ¿saben el motivo?
La cuestión estriba en que para poder unir las diferentes partes de este
puzle que menciono, es absolutamente necesario conocer y sortear los mensajes
subliminares, que se han introducido en nuestra conciencia colectiva, a través de
innúmeras citas, que se introducen como
mojones, para marcan los límites establecidos entre “lo permitido” y “lo
prohibido”.
Como esto insume
tiempo y el crédito de atención, que tu
ficha de lector tiene incorporado, es
limitado, mucho me temo que no podamos continuar, tu, tu, tu, tu, tu…haló…¿estas
ahí? Tu, tu, tu, tu, tu….haló…haló….se
ha cortado.
Hugo W. Arostegui
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