Una hoja en
blanco, una forma de vivir y sentir, y ese impulso que brota de lo profundo del
corazón, conmueven el alma humana y hacen surgir incontenibles las emociones,
como aflora la tierna sonrisa o se desliza furtiva una lágrima.
Es por esa sensación,
propia del artista que anida en el interior de cada uno, que no resisto el
impulso de contar, que más que un deseo de simplemente decir cosas, es como una
huella, que en medio de la nada indica que allí , si se sabe buscar, hay una
senda, y a través de ella, un escenario de hechos que se exponen para ser
observados y evaluados según el propio sentir de quien es invitado a
transitarlos
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