martes, 5 de abril de 2011

El Cantar De Los Cantares: La Sexualidad De Los Dioses



El incursionar en el contenido de este libro de poemas,  atribuido a Salomón, nos conduce a ciertos aspectos de la vida de los hombres y su relación con su creador, que nos pueden ayudar a conocer desde otra perspectiva, radicalmente diferente, a los balbuceos y gregreos, a los cuales han recurrido los “versados entendidos”, en su vano intento de “explicar” las razones por las cuales este hermoso texto, se haya “infiltrado” dentro del contenido de un compendio de libros cuyo contenido es considerado como “la palabra de Dios”.
Las mencionadas razones de su inclusión, fueron ampliamente conocidas por los antiguos rabinos, aquellos que estuvieron al tanto de los sagrados principios de la creación, la concepción del hombre y la mujer a la “imagen y semejanza de Dios” semejanza que incluía los atributos sexuales de uno y otro totalmente diferenciados y complementarios.
Este es un tema que por su trascendencia merece ser tratado con seriedad y sin pacatas ambigüedades, si como todos concordamos, la gloria de Dios es la inteligencia, hagamos uso de esta cualidad para describir situaciones que han sido debidamente explicitadas por sus autores, aunque, los “interpretes de siempre” nos lo intenten esconder “mimetizando” diversos pasajes de las escrituras en el medio del follaje lirico y asexuado de la “santidad”.
Pero lo que está escrito, escrito está, así que de la misma manera, en que nos han acostumbrado los predicadores de la Biblia, que cada vez que citan cualquier pasaje de las escrituras, nos las rubrican con la afirmación: Palabra de Dios, ¡Aleluya! Permítaseme a mí también, invocar la misma actitud, para los pasajes que citaré en forma textual.
Como hemos dicho, el Cantar De Los Cantares, ha sido atribuido a Salomón, conjuntamente con otros textos, como Proverbios, Eclesiastés, etc., de manera que partiremos de esta base de información para ubicarnos en su contexto histórico.
Las escrituras en el Libro I de los Reyes, nos relatan que Salomón, hijo de David, fue visitado en sueños por Jehová en por lo menos dos ocasiones y que durante dichos encuentros se le confirió a Salomón la asignación de construir La Casa Del Señor, asignación que le fue negada a su padre David, por haber sido hombre de guerra y haber empuñado la espada.
“Pero el rey David era un guerrero. Así que el Señor no lo permitió construir el Templo. Dios le apareció y le dijo: "Tú has derramado mucha sangre y has llevado a cabo grandes guerras. No edificarás una casa a mi nombre, porque has derramado delante de mí mucha sangre en la tierra. Pero he aquí, te nacerá un hijo que será un hombre pacífico, y yo le daré reposo de todos sus enemigos de alrededor. Ciertamente su nombre será Salomón, y en sus días yo daré paz y tranquilidad a Israel. El edificará una casa a mi nombre. El será para mí, hijo; y yo seré para él, padre. Y afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre." (1 Crónicas 22:8-10)”


La ley de Moisés, la torah, prohibía en forma tácita determinadas acciones, tal como lo expresan los siguientes versículos:
“Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, no tomarás au hija para tu hijo.
Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos, y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto.”
                                                                                              Deuteronomio: 7: vs.  3 -4
Sin embargo, el capítulo tres del libro I de Reyes, comienza de esta manera:
“Salomón hizo parentesco con Faraón rey de Egipto, pues tomó la hija de Faraón y la trajo a la ciudad de David, entre tanto acababa de edificar su casa, y la casa de Jehová, y los muros de Jerusalén alrededor.”  I Reyes 3: 1
Se dice de Salomón:
“Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios.
Aun fue más sabio que todos los hombres, más que Etán Ezraíta, y que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol; y fue conocido entre todas las naciones de alrededor.
Y compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco.
 También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces.
Y para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría.”
                                                                                                              I Reyes 4. 30- 34
Ciertamente la figura histórica de Salomón está fuera de toda discusión, pero la relevancia del personaje pone en relieve también, sus particulares formas de vivir, es muy loable su devoción a Jehová y nada debemos decir de los acuerdos alcanzados entre ellos, los hechos están allí y cada uno deberá sacar sus propias conclusiones, pero existen algunas evidencias que merecen ser puestas en relieve para que podamos comprender mejor algunas cosas.
Si bien la Casa De Jehová fue majestuosa, una obra colosal para su época, no menos suntuosa fue la casa que Salomón se mandó construir a lo largo de algo más de trece años, Jehová sin duda fue reverenciado y alabado dentro de los muros del templo, pero fuera del mismo, quien era alabado y reverenciado a la par de los dioses de las naciones paganas, no podía ser otro que este Rey, que maravilló a todos por su inteligencia y sabiduría, pero que además implantó un culto a sí mismo, en todos los órdenes,  incluyendo los estrictamente religiosos.


La pomposidad de Salomón:
Cuentan las mismas escrituras:
“El peso del oro que Salomón tenía de renta cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro; (nota. Cada talento equivalía a unos 34 kilogramos)
Sin lo de los mercaderes, y lo de la contratación de especias, y lo de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra.
Hizo también el rey Salomón doscientos escudos grandes de oro batido; seiscientos siclos de  
Asimismo hizo trescientos escudos de oro batido, en cada uno de los cuales gastó tres libras de oro; y el rey los puso en la casa del bosque del Líbano.
Hizo también el rey un gran trono de marfil, el cual cubrió de oro purísimo.
Seis gradas tenía el trono, y la parte alta era redonda por el respaldo; y a uno y otro lado tenía brazos cerca del asiento, junto a los cuales estaban colocados dos leones.
Estaban también doce leones puestos allí sobre las seis gradas, de un lado y de otro; en ningún otro reino se había hecho trono semejante.
Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada.
Porque el rey tenía en el mar una flota de naves de Tarsis, con la flota de Hiram.
Una vez cada tres años venía la flota de Tarsis, y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales.
Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría que Dios había puesto en su corazón.
Y todos le llevaban cada año sus presentes: alhajas de oro y de plata, vestidos, armas, especias aromáticas, caballos y mulos.”
                                                                                              I Reyes 10: 14 – 25
En cuanto al tema que nos interesa en este artículo, el rey bendecido por Jehová, junto con su egocentrismo manifiesto cultivó una forma muy particular de guardar sus compromisos maritales.
Continuemos con la lectura:


Pero el rey salomón amó, además de la hija de Faraón, a las de Moab, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas:
Gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se allegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses.
A estas, pues se juntó Salomón con amor.
Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas: y sus mujeres desviaron su corazón”
                                                                                              I Reyes  11:  1 – 3
Resulta más que interesante el poder observar cómo el relator de éstas crónicas, pone el énfasis mayor en la condición de “mujeres extranjeras adoradoras de otros dioses” sin mencionar para nada la monumental promiscuidad sexual del monarca, si continuáramos con el relato, podríamos apreciar que son éstas las mujeres, quienes cargan con la culpa de la “desviación”   del monarca, el cual es “seducido por sus engañosos placeres”.
Nos preguntamos, y lo hacemos extensivo a cualquier persona que en el transcurso de su vida haya tenido una saludable vida sexual, ¿puede concebirse un séquito semejante de esposas y concubinas? ¿ No estaríamos frente a una situación como la que se describe a continuación”
“Adicción sexual se define como: "Conducta indefectiblemente compulsiva; tendencia involuntaria, irrefrenable, reiterativa e irreflexiva, dirigida a establecer un tipo de relación sexual estereotipada de la que queda una abrumante sensación de insatisfacción".
La "adicción" al sexo invade todas las esferas de la vida de la persona y empieza a ser fuente de displacer en el momento en que el afectado pierde el control de la situación tal como plantea su fantasía, permitiendo que lo aventurado, explorador y divertido de toda relación, se torne reforzador del malestar. Esta manifestación representa una conducta repetitiva que pretende calmar la ansiedad por vía inadecuada, mediante la cual, ipso facto produce más malestar y ansiedad de la que se tenía. Momento en el que produce el rechazo a uno mismo, al constatar que tal conducta no sólo no calma la ansiedad, sino crea una fuente inagotable de problemas. “

Dejemos al rey Salomón resolver sus propios problemas, además nada se nos dice de sí ,en su enorme séquito de féminas, las había niñas o adolescentes, situación que no nos corresponde a nosotros juzgar, recientemente, un primer ministro de una nación europea, está siendo juzgado por la justicia por su aparente voraz apetito sexual y su inclinación por las menores de edad, algunos se escandalizan, otros guardan un silencio cómplice, pero la opinión pública, aquellos anónimos testigos del día a día, los ha sabido calificar en sus dichos populares, sobre todo en aquel que dice: “Quien tiene padrino no muere infiel”.

Volvamos a nuestro tema, la sexualidad de los dioses, resulta evidente que en los estratos esotéricos de las religiones, se tiene un cabal conocimiento de esta realidad, incluso en aquellas que enarbolan el estandarte de la abstinencia sexual, guardan en los cofres del silencio la impunidad de sus desviaciones.

La estrella de David, que podemos observar en los pabellones patrios, es un símbolo de la sexualidad, los triángulos invertidos representan los componentes masculinos y femeninos de la creación, en la actualidad, delante de nuestros ojos, que miran pero “no pueden ver”,
se levantan ostensibles, los símbolos fálicos del patriarcado, en la cima de las fachadas de edificios religiosos, deberíamos saber, pero lo ignoramos, que existen personas que profesan en lo íntimo de sus convenios religiosos, el matrimonio plural, se consideran sacerdotes y sacerdotisas del más alto dios, se unen por tiempo y eternidad, porque aspiran a ser dioses.

Ellos, en su fuero íntimo, aunque no lo admitan públicamente, so pena de violar convenios juramentados, que su mayor anhelo es alcanzar “la vida eterna” poseedores de un cuerpo perfecto como los que poseen sus padres celestiales, para poder reproducirse por los siglos de los siglos.

Sin duda la sexualidad es un atributo divino, les invito, luego de esta lectura, a deleitarse con la lectura de la Biblia, que abran sus páginas inspiradas y disfruten de una pieza única en su género, fruto de la inspiración de Salomón, tan sublime como una melodía de los cielos, la poesía de los dioses, sus expresiones de amor y placer, para quién llevan dentro de su corazón.

Sí, estimado lector, es el Cantar De Los Cantares, disfrútelo sin miedo, y, al culminar, si ha sido de su agrado, manifieste: “Palabra de Dios, ¡Aleluya!

Hugo W. Arostegui

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