sábado, 28 de mayo de 2011

Los Caminos Del Endeudamiento


Las crisis recurrentes de las economías a nivel mundial, son una demostración, más que elocuente, de la banalidad de nuestro comportamiento, en la búsqueda incesante y un tanto obtusa,  de una quimera, una ilusión, que tiene la particularidad de entorpecer nuestros sentidos con el agridulce sabor de todo aquello que anhelamos poseer, aunque la distancia que nos separe de ese anhelo, nos obligue a intentar tender puentes en el aire, sin una base sólida de sustentación.

Nos parecemos, en ese vano intento, a los burritos que tiran de la noria incentivados por una zanahoria que pende de un hilo delante de sus narices, dando vueltas y más vueltas, haciendo un surco a su alrededor, que poco a poco les va enterrando, cada vez más hondo.

Nos referimos al exceso de consumo, al que se vuelve compulsivo, el que sume a toda una sociedad en las terribles garras del consumismo, garras que atrapan y no sueltan a su presa, que las mantiene vivas, mientras succionan cuánto pueden sus cada vez más exiguos recursos financieros.

La salud de la economía de una sociedad,  sin importar el grado de desarrollo que haya alcanzado, ciertamente necesita, para su expansión y crecimiento,  de un libre acceso a los circuitos financieros, el crédito es sin duda alguna una valiosa herramienta para quién quiera planificar inversiones en infraestructura, actualización tecnológica, aumento de su capacidad productiva, etc. etc.

Pero el acceso a estos mercados, donde vamos a comprar el efectivo que hará posible nuestras compras, debería estar condicionado por nuestra capacidad de respuesta a los compromisos contraídos, pretender mantener un ritmo de, endeudamiento, que no se acompase con nuestros recursos genuinamente producidos, -a los cuales habremos  de deducirle un porcentaje razonable con destino al ahorro previsional para atender eventuales contingencias- será como pretender dar un salto al vacío, tal desequilibrio tenderá a ensanchar la brecha abierta entre el endeudamiento contraído y el capital adeudado - más los intereses – que deberemos indefectiblemente pagar, a costas del sacrificio y la postergación de nuestros planes de crecimiento y bienestar.

Estas prorrogativas que dicta la economía, como reina de las ciencias sociales, título que ostenta con la autoridad que le otorga su innegable incidencia en todo lo relacionado con las relaciones humanas, desde lo macro, que involucra a los mercados internacionales hasta lo micro, o sea la actividad que se genera desde las acciones del individuo y su entorno, hasta los distintos sectores que representan a la sociedad en su conjunto,  estos enunciados, como decíamos, si bien pueden ser fácilmente entendibles en su exposición de motivos, ya no lo es tanto, cuando intervienen en la ecuación, factores humanos tales como: La insatisfacción por lo que no tenemos y lo que quisiéramos tener , la necesidad de nuevas emociones, el mantenimiento del  “status social”, la depresión, el stress, etc. etc.



El Canto De Las Sirenas

En la Ilíada, Homero nos hace el relato de Ulises, cuando regresaba de la guerra de Troya.

En su atribulado viaje con destino a Ítaca, debía pasar por los temibles arrecifes donde habitaban las sirenas, mitológicas aves con cabeza y torso de mujer, cuyo canto provocaba una atracción irresistible, a tal punto, que los marinos, que forzosamente,  debían pasar por esos tenebrosos senderos, debían tomar severas precauciones para no sucumbir  por el encantamiento que les subyugaba  los sentidos y les conducía inexorablemente a la destrucción.   

Los cantos que emiten los hechiceros que incentivan el consumo, son semejantes al de las mitológicas sirenas, en sus estrofas cargadas de efímeras promesas, nos prometen la libertad de acceso a todos nuestros sueños, ellos nos dicen: disfrutemos hoy de los placeres del confort, adquiramos ahora, sin perder nuestro tiempo y oportunidad de consumir ahora, lo que podremos pagar cómodamente mañana, o mejor después de mañana…  algún día.

Las pequeñas cuotas son como las cuerdas que  usaron los enanitos que maniataron a Gulliver, allá en Lilliput, una a una , mientras nos mareamos en la maraña de ofertas que giran a nuestro alrededor,  nos van dejando sin margen de maniobra,  como el abrazo mortal de una cobra que oprime suave y persistente hasta que, inmovilizados,  buscamos desesperados el oxigeno vital para continuar sobreviviendo, contrayendo nuevas deudas que permitan cubrir las vencidas, entonces, lo que en un principio, fue una inofensiva burbuja, que creímos poder dominar sin mayor dificultad ha ido creciendo en forma tal que termina explotando  en nuestras propias narices, ocasionando un efecto dominó, que arrastra consigo todo lo que encuentra.

Ahora, volviendo a Ulises, según el relato de Homero, Ulises estaba advertido del peligro que significaba el prestar oído al cautivante cántico de las sirenas y por esta circunstancia antes de pasar por los peligrosos arrecifes, ordenó a su tripulación que se taparan sus oídos con cera para que no pudiesen oírlos y además les pidió que le ataran fuertemente a uno de los mástiles de la nave así podría escuchar su cántico sin perder los sentidos.

Cuenta Homero, que Ulises quedó tan hechizado por el cantar de las sirenas que ordenó a gritos a sus marinos para que le soltasen, más como éstos, con sus oídos tapados, no pudieron oírle, no lo hicieron, de más estar decirles que esto ha sido lo que salvó a su nave y preservó sus vidas de la muerte.
Las enseñanzas de Homero, aún nos siguen alertando, pero todos sabemos, que nuestra condición de humanos altamente desarrollados y civilizados, nos brinda la paradoja de ser los únicos sobre la faz de la tierra, que somos capaces de tropezar dos veces contra la misma piedra.

En nuestros días las sirenas cantan dentro de nuestra propia casa, gozan de una total impunidad y sus estrofas se dirigen a todos los integrantes del núcleo familiar, cada uno de ellos son antes que nada, potenciales consumidores en un mercado pleno de tentadoras ofertas,  ya no es posible tapar tantos oídos, de manera que habrá que recurrir a otros métodos  de contención, pensamos que el dialogo entre todos, una buena información, serán ingredientes imprescindibles, no mencionamos  al “sentido común” porque sabido es que ya no es tan común como antiguamente.

Habrá que saber distinguir entre las necesidades y los meros caprichos, de aquello que puede ser vital, de las que apenas son trivialidades, de lo que es impostergable, a lo que puede esperar tiempos mejores,  hasta aquellos que mejor sería que fuesen desechados.

Lo cierto es que el sistema apuesta a que consumas todo lo que puedas, que tus gastos superen largamente a tus ingresos, porque el capital es insaciable en su apetito, y se nutre de tus necesidades insatisfechas que necesitan financiación, así  actúan las sirenas, con el poder mágico de sus canciones,  te incitan a adquirir a través del “crédito fácil” el poder de compra que necesitas hoy, con el “gancho” de que podrás pagarlo mañana…

… Y el burrito de la noria sigue su ronda, en procura de la zanahoria que le incita delante.

Hugo W. Arostegui

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