En las noticias de este día se destaca el lamentable hecho
de que un jerarca militar al ser condenado por la justicia, decidió sin previo
aviso encerrarse en su dormitorio y cometer un acto de suicidio.
Tengo el honor de compartir por motivos de longevidad y por
haber compartido las experiencias propias de una lamentable dictadura cívico
militar, ocupando distintas responsabilidades en el quehacer de nuestra
sociedad, lejos de condenar estos sucesos tan lamentables, no puedo evitar el
tener siempre presente la actitud de muchos conciudadanos, que amparados en el
temor y la humillación de un régimen que les ha premiado por su obsecuencia y
colaboración durante muchos años de su fructífera vida, no han dudado en
beneficiarse ante tal estado de cosas.
Hoy nos conmueve una vida que se frustra y todos nos
preguntamos en que puede terminar tanto revisionismo y sobre todo nos cuestionamos
el hecho de que si estará bien que la justicia actúe en el modo que actúa.
Los de memoria corta y sobre todo quienes no han vivido las
circunstancias que han sido puestas en tela de juicio, parecería que no se han
detenido a pensar en que la mayoría de las injusticias cometidas se ocultan
bajo el cobarde manto de un “pacto de silencio”
donde ciertas jerarquías de la época se niegan a revelar hechos que por
su gravedad “no prescriben” dejando por
estas circunstancias sumidos en la angustia y el dolor a miles de compatriotas.
Este silencio es el que continúa vigente y es el principal
responsable de tanta insania, seguramente muchos más morirán porque fueron
jóvenes y “estaban de guardia” mientras sus
jefes bebían whisky o simplemente dormían.
Pienso que ha llegado la hora de parar con esta obtusa y
soberbia actitud, este es el momento de “dar al César lo que es del César y de Dar
a Dios lo que es Dios” es momento de sanar las heridas causadas en ese
lamentable pasado y devolverle al Creador de nuestros días la humildad de
reconocer todo el mal,que queriéndolo o no, hemos cometido, no es posible tapar
el sol con nuestros galones, dejemos que el astro rey ilumine nuestros días e
intentemos airear los rincones que aún permanecen ocultos en nuestra historia
reciente.
Hugo W Arostegui
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